Hámsteres en Hong Kong y ciervos en EEUU: el peligro de que la Covid sobreviva en animales
La transmisión 'eficaz' de animales a humanos y la presencia de ómicron ponen de relieve la necesidad de enfoques más amplios contra la pandemia.
9 febrero, 2022 01:48Noticias relacionadas
Que el SARS-CoV-2 ha pasado de las personas a los animales se sabe desde el principio de la pandemia. Perros, gatos, hurones, tigres y hasta gorilas han protagonizado casos de infección, normalmente sin sintomatología. Pero dos especies han dado la señal de alarma: los hámsteres y los ciervos.
El primer caso de transmisión a un animal desde un ser humano se detectó en un perro de Hong Kong en 2020. En esa misma ciudad, el mes pasado, se ha documentado la primera vez en que una especie ha sido contagiada por personas, ha transmitido el virus entre sus individuos y lo ha 'devuelto' a un ser humano, provocando un brote.
Este último punto es crucial. Ya se habían dado casos en granjas de visones, donde los animales tuvieron que ser sacrificados, pero las personas infectadas no contagiaron a otras, lo que suele ser lo más frecuente. No tan habitual es que el virus transmitido por un animal se disemine entre humanos. Es lo que dio inicio a la pandemia y lo que ha pasado en una tienda de mascotas de Hong Kong.
Dos lotes de hámsteres dorados (Mesocricetus auratus), la especie más popular de hámster y también conocida como hámster sirio, fueron exportados desde Países Bajos a la ciudad semi-autónoma china el 22 de diciembre y el 7 de enero, y se distribuyeron entre varias tiendas.
En una de ellas, la dependienta, de 23 años y vacunada con dos dosis, empezó a sentirse mal el 11 de enero. Tenía la garganta irritada y no paraba de toser. El día 15 dio positivo por SARS-CoV-2 y no tenía ni idea de dónde había podido ser contagiada: como el resto de China, Hong Kong tiene una dura política anticovid y no se habían dado casos de transmisión comunitaria desde el 9 de octubre de 2021.
Días antes de que la dependienta se sintiera mal, el 8 de enero, una madre y su hija visitaron la tienda, que, además de hámsteres dorados, vende conejos y chinchillas. Estaban allí para hacer unas consultas sobre el hámster que habían adquirido hace tan solo cuatro días, el 4 de enero.
La madre comenzó a sentirse mal el día 12, dando positivo el 17. Su marido, la hija que la acompañó y otro hijo también darán positivo al test. Todos estaban vacunados con dos dosis.
Es aquí cuando empieza la investigación. La mitad de los hámsteres de la tienda de mascotas (ocho de 16) resultará que está infectado o ha pasado la infección. El almacén de Países Bajos de donde salieron los roedores también detectará 7 casos más. Ninguna otra especie con las que compartían techo (hámsteres rusos, conejos, cobayas o ratones) registrará casos.
La presencia de anticuerpos invitaba a pensar que algunos de los animales -que se usan mucho para la investigación de la Covid- ya habían pasado la enfermedad, datando la infección sobre el 21 de noviembre pasado. La secuenciación evidenció que era un sublinaje de la variante delta (AY.127) que no había circulado por Hong Kong con anterioridad.
Diferencias en el genoma viral han permitido a los investigadores, de la Universidad de Hong Kong y el Hong Kong Science Park, determinar que los dos primeros pacientes adquirieron la enfermedad por separado, y una de ellas la transmitió a otros miembros de la familia.
Los autores del estudio, que todavía no ha sido revisado por expertos independientes, creen que "eventos similares pueden estar ocurriendo, de forma insospechada, en otras muchas partes del mundo".
Ciervos con la variante ómicron
El otro caso que ha llamado la atención estos días es el de ciervos de cola blanca de Staten Island, al sur de Nueva York, donde se ha detectado por primera vez la variante ómicron en un animal salvaje, lo que puede servir al virus como reservorio y mutar hacia otras cepas.
Se han detectado infecciones en este tipo de ciervo (Odocoileus virginianus), presente desde Norteamérica hasta el norte de Sudamérica, desde finales de 2020. Entre diciembre y enero se recogieron muestras de sangre de 131 especímenes que pueblan la isla. Cerca del 15% tenía anticuerpos. PCR en 68 de estos animales reveló que 7 tenían infección activa. De ellos, cuatro estaban infectados por ómicron.
La buena noticia es que todavía no se ha documentado ningún caso de transmisión de ciervo a humano. No obstante, las autoridades de varios estados han emitido recomendaciones para los cazadores, advirtiéndoles de que eviten la cabeza, los pulmones y el tracto digestivo a la hora de despiezarlos.
Que un ser humano contagie a un animal de coronavirus no es algo infrecuente. La Organización Mundial para la Salud Animal contabiliza casos en seis tipos de animales de granja (visones, perros mapache, conejos, cerdos, vacas y aves), cuatro domésticos (hámsteres, hurones, perros y gatos) y 18 salvajes. Del total, alrededor de una docena tiene casos documentados de transmisión, pero solo dos, visones y hámsteres, han mostrado capacidad de infectar de nuevo a las personas.
"Los saltos de un virus desde el humano a un animal y de vuelta al ser humano no son frecuentes", explica Raúl Rivas, catedrático de microbiología de la Universidad de Salamanca. El peligro de estos saltos es que indica que el virus se ha readaptado. "No son las mismas herramientas las que necesita para entrar en las células humanas que en las animales".
Por eso, casos como el de los hámsteres y los ciervos advierten de posibles mutaciones y aparición de nuevas variantes que acaben siendo más transmisibles o virulentas. "Pueden producirse al azar mutaciones que permanezcan y sean peligrosas desde el punto de vista humano".
One Health, una única salud
Comparte su opinión José Antonio Oteo, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, Seimc. "Siempre que aparece un nuevo hospedador se pueden producir mutaciones, actúa como una especie de coctelera, pero no es algo que se dé de forma fácil: continuamente se producen mutaciones en la replicación de los virus, pero la mayoría no son de importancia".
El ejemplo de las posibilidades de estos saltos es la gripe, que procede de las aves pero puede utilizar otros hospedadores como los cerdos antes de llegar a los humanos. Raúl Rivas explica que "si este está infectado con dos virus distintos son capaces de mezclar información genética, un fenómeno conocido como variación antigénica, y producir un nuevo virus". En un reciente artículo en The Conversation mencionaba la posibilidad de combinación de dos subtipos, H9N2 y H7N9, con un potencial de crear enfermedad grave en humanos.
Tanto Rivas como Oteo insisten en la necesidad de enfocar la salud humana también desde el punto de vista de la animal y la medioambiental. Es lo que se conoce como 'One Health', una única salud, y que la pandemia ha puesto de relieve, pero que va más allá.
El 75% de las enfermedades emergentes son zoonosis, saltos de patógenos de los animales a las personas. Y estos sí son frecuentes, aunque gran parte de las veces el microorganismo no pueda diseminarse desde su huésped humano.
Por eso es importante conocer el intermediario que trajo el SARS-CoV-2 desde los murciélagos hasta nosotros. "Así se pueden tomar medidas de prevención y estudiar si están evolucionando los virus en estos animales", explica Oteo.
"Conocer lo que sucede en la fauna silvestre siempre nos puede ayudar a determinar los riesgos que tenemos para poder infectarnos por otros virus y microorganismos que están en la naturaleza y hacer modelos predictivos del riesgo".
El VIH, el ébola, el primer SARS, el MERS o los virus Hendra y Nipah son ejemplos de virus que han saltado de animales a humanos en el último siglo. Los cuatro últimos se han descubierto en los últimos 30 años, y no son los únicos.
Oteo critica que, aunque está de moda el concepto One Health y hay grandes proyectos en marcha, como el Viroma Global (que busca conocer los virus circulantes en la fauna silvestre), no hay instituciones que coordinen las distintas estrategias en salud. "Queda muy bien en las grandes reuniones, se han hecho manifiestos como el de Manhattan, que establece las bases para su desarrollo, pero en vida real no hay un organismo que tenga autoridad. La salud humana va por un lado, la animal por otro, el cambio climático… todo eso debería estar coordinado".
El cambio climático y la globalización son los principales impulsores del aumento de zoonosis. La expulsión de los animales salvajes a zonas habitadas por humanos por la destrucción de su hábitat y la cada vez mayor de red de conexiones mundial son un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de nuevas zoonosis.
"No es la primera vez que surgen virus de animal a humano y, por desgracia, no creo que sea la última", afirma Rivas. "Es más que probable que en un futuro, cercano o lejano, vivamos nuevas enfermedades surgidas de los animales y que se adapten a nosotros".