Alrededor de las doce y media del mediodía dejaron de funcionar los semáforos de la Plaza del 18 de Marzo, situada a las espaldas de la cuadriga que decora la Puerta de Brandenburgo en Berlín. La policía se hizo cargo en ese momento del tráfico, ya que iban a pasar cerca de 300 motoristas por esa emblemática zona de la capital alemana para dirigirse al Memorial soviético del Tiergarten. Hasta este monumento y cementerio militar soviético situado en pleno centro de Berlín se dirigieron entre aplausos, saludos, acelerones y un uso desenfrenado del claxon los moteros de los Lobos Nocturnos. Su paseo por el corazón berlinés estaba vigilado muy de cerca por un nutrido dispositivo de seguridad.
A muchos de los turistas de esta zona les pilló desprevenidos la celebración patriótica rusa. Sin embargo, no ocurría así con los abundantes rusos o alemanes de origen ruso que viven en la capital alemana sin renunciar a las fechas clave del calendario del país de Vladimir Putin. Eric, un periodista de la televisión pública rusa RT que disfruta de su día libre en bicicleta, ha venido hasta aquí “por curiosidad y porque es una fiesta en la que visitar los memoriales soviéticos, como hacen los moteros”.
Lobos de la noche
Sergei y Aleksei, dos rusos que llevan años afincados en Berlín, han venido con su viejo Volga, un lujoso coche fabricado en la Unión Soviética a mediados del siglo pasado excepcionalmente conservado. No pocos turistas piden hacerse fotos junto a este mítico vehículo comunista. No obstante, los protagonistas aquí son los vehículos de dos ruedas venidos del este de Europa bajo la iniciativa de los Lobos Nocturnos, célebre club de moteros rusos fundado poco después de la disolución de la Unión Soviética y cuya estética poco tiene que envidiar a los Ángeles del Infierno. En este sentido, una diferencia con ese club estadounidense es la abundante cantidad de banderas rusas con la que se pasean estos moteros de visita en Berlín. Casi son tantas como las nostálgicas banderas comunistas o las que muestran los símbolos de estos “lobos de la noche”.
Los Lobos Nocturnos es un célebre club de moteros rusos fundado poco después de la disolución de la Unión Soviética y cuya estética poco tiene que envidiar a los Ángeles del Infierno
Para los turistas o los rusoparlantes endomingados que han venido a celebrar “el Día de la Victoria” en el Memorial soviético del Tiergarten, los Lobos Nocturnos que han llegado de Rusia son la mayor atracción. No paran de hacerse fotos con ellos. Andrei Bobrovsky es su máximo responsable desplazado hasta Berlín. “Es un hombre importante, un amigo de Putin”, dicen de él a este periódico los interesados en llevarse a casa una foto suya. Son de sobra conocidos los vínculos de los Lobos Nocturnos con el presidente ruso Vladimir Putin, quien se ha dejado fotografiar en más de una ocasión con los miembros de la dirección de este grupo de motoristas.
Bobrovsky apenas puede ocultar su cansancio entre pose y pose con turistas y admiradores. Este ejercicio de imagen parece costarle más que conducir su robusta moto. “Hemos recorrido 6.000 kilómetros, pero eso no es un problema para nosotros, porque somos motoristas rusos”, dice visiblemente orgulloso a EL ESPAÑOL este motero, mientras sigue haciéndose fotos con los presentes. Bobrovsky lideró los homenajes de los Lobos Nocturnos a los soldados soviéticos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. Hubo ofrenda de flores, discursos en honor a los soldados y gritos de “¡Hurra, Hurra!”, siempre y cuando empezara a lanzarlos Bobrovsky.
Vladimir Putin se ha dejado fotografiar en más de una ocasión con los miembros de la dirección de Lobos Nocturnos
Él fue de los que puso un buen puñado de flores en el Memorial soviético del Tiergarten. También hizo lo propio en otro monumento y cementerio soviético del Treptower Park, al sureste de Berlín. Junto a él, otro motorista venido de Moscú trata de esquivar las preguntas de la prensa. Pero acaba concediendo: “Estamos contentos de estar aquí, porque no fue fácil, sobre todo en la frontera”. De los cerca de 300 moteros de diecisiete nacionalidades presentes en estas celebraciones, sólo seis vienen de Rusia.
Vetados en la UE
El presidente de los Lobos Nocturnos, Alexander Zaldostanov, no pudo acudir a la cita. Su nombre figura en la lista de personas que tienen prohibido el acceso al suelo de la UE a raíz de las sanciones occidentales a Rusia por su anexión de Crimea y por su comportamiento en el conflicto civil ucraniano. Polonia ha denegado el acceso a estos moteros por el mal recuerdo que dejó en suelo polaco el que también triunfara la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. La decisión de no dejar a los moteros cruzar el territorio polaco le costó al embajador en Moscú de ese país del este europeo una convocatoria en el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores.
De los cerca de 300 moteros de diecisiete nacionalidades presentes en estas celebraciones, sólo seis vienen de Rusia
Entre tanto, los moteros recurrieron a otras vías para llegar hasta Berlín, utilizando principalmente las fronteras de la República Checa y de Austria con Alemania. Para los que comenzaron esta particular peregrinación desde Moscú, el viaje comenzó el pasado 29 de abril. Ayer pisaron suelo alemán. En la ciudad de Dresde (sureste), conocida por las manifestaciones del movimiento xenófobo PEGIDA (siglas alemanas de Patriotas contra la Islamización de Europa) y en las que se suelen ver banderas rusas y se escuchan halagos al presidente ruso, se reunió un importante grupo de estos moteros.
Entre ellos figuraban Mijaíl y su hermano, ruso-alemanes de origen kazajo. Llevan en Alemania más de dos décadas, pero están muy cómodos entre Lobos Nocturnos, un club de motoristas cuyos miembros se autocalifican como “patriotas rusos”. Mijaíl lleva una camiseta con un soldado ruso en la que se lee “buena persona”. “Es por la participación de Rusia en las últimas guerras, en Ucrania, por ejemplo”, según explica un sonriente Mijaíl el motivo de su prenda de vestir.
Recordar la historia
“Estamos aquí para que no se olvide la historia, porque si no la historia es como la cuentan los americanos, y los americanos no dejan vivir en paz”, asegura este joven de 33 años. Él ha llegado a Berlín desde Baviera, al igual que otro compañero ruso-alemán que dice llamarse Ivanov, un nombre falso porque prefiere guardar el anonimato. “Estamos aquí, más allá de para celebrar el Día de la Victoria, en un gesto de libertad”, mantiene Ivanov. “Los rusos no se sienten presionados en su país, es una pena que haya esta forma de verlos en Occidente”, afirma por su parte Enrico, un motero de mediana edad afincado en Berlín y casado con una rusa que se ha unido a la fiesta.
Estamos aquí para que no se olvide la historia, porque si no la historia es como la cuentan los americanos, y los americanos no dejan vivir en paz
En este 71º “Día de la Victoria” tiene lugar la segunda tentativa de este club de motoristas originariamente ruso de circular por toda Europa del este. El año pasado lo intentaron por primera vez, pero menos de cincuenta consiguieron llegar a Berlín.
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