Ruiz-Domènec: "Si el problema catalán persiste, creará una crisis de refugiados"
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De las inmersiones en el pasado siempre se pueden extraer valiosas lecciones para tratar de solucionar problemas actuales. El conflicto catalán sigue en pleno auge, enrocado en la tozudez del independentismo de alcanzar un escenario utópico; y por ello José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948), escritor y catedrático de Historia Medieval en la UAB desde 1969, ha querido abordar esta coyuntura desde un punto de vista puramente histórico, tratar de descifrar los orígenes de la fractura de la sociedad. 13 siglos concentrados en un puñado de páginas bajo el título de Informa sobre Cataluña. Una historia de rebeldía (777-2017).
Decía Marx que la historia primero sucede como tragedia y luego como farsa. ¿Ha sido así también en Cataluña?
Sí, pero con un pequeña matización. Esta problemática ha sucedido muchas veces en forma de tragedia, en forma de drama y ahora se produce en forma de farsa. Marx creía que había un ritmo simplemente binario. En el caso catalán hay que buscarle a cada momento histórico su especificidad. Esta rebeldía convertida en una agitación secesionista ocurrió en el siglo XVII en forma de tragedia, la revuelta de los catalanes. Y ahora es en tono de farsa porque para poder seguir adelante han tenido necesariamente que ocultar hechos históricos, reconsiderar hasta límites de la posverdad, de la mentira, marcos históricos para justificar que no se trataba de una farsa.
Usted escribe en el libro que los catalanes son un pueblo que se ha mostrado afanoso de discrepar con la autoridad. ¿Cuáles son las causas de esos 13 siglos de rebeldía?
Está en la propia génesis del territorio. Cataluña, a lo largo del siglo VII se encuentra en un periodo de construcción. Cuando empieza a tomar consciencia de cuáles son sus peculiaridades, su identidad, ocurre que un suceso, un fenómeno del azar, le provoca un reto: una demanda de auxilio por parte de algunos agentes políticos vinculados a Cataluña a Carlomagno. La llegada de los carolingios al territorio de Cataluña les plantea un problema: aceptación del proyecto carolingio o rechazo. ¿Y qué hacen? Ni una cosa ni otra. Se crea una especie de rebeldía contra los elementos estructurales que el pueblo franco quiere para el territorio. Lo que se crea entonces es el primer impulso de rebeldía contra el poder, y se divide la sociedad.
A partir de ese momento, ¿cuáles son los otros acontecimientos históricos en los que se revela el espíritu de rebeldía de los catalanes?
Cada vez que se da un paso hacia adelante hay una parte de la sociedad que no está conforme con ello. A mediados del siglo XI, una época que por su energía y su potencia es análoga a los años 60-70 del siglo XX, una parte de Barcelona descubre que la adquisición de la riqueza superior está en una nueva actividad que están desarrollando las ciudades del Mediterráneo, el comercio. En ese momento, parte la sociedad se opone a la construcción de este proyecto y establece una rebeldía, una disidencia, que empieza a alterar la identidad del pueblo catalán… Similar a lo que estamos viviendo hoy en día.
Por lo tanto existe una fractura social en Cataluña desde hace 13 siglos.
En ese sentido sí. En cada momento histórico que tienen que tomar una decisión al ritmo que la historia les marca hay como una especie de vértigo, casi de miedo, a avanzar en ese ritmo. La paradoja de este libro es que es un elogio a la historia de Cataluña porque demuestra que existe esa historia pero que no es la que ellos explican, que es una historia de marco romántico en la que predominan las catástrofes, las derrotas, y no los éxitos.
1714 es una de las fechas que abandera el independentismo para reclamar su venganza contra el Estado.
1714 es lo más obvio de cómo una historiografía contaminada no puede afrontar un problemas histórico. Es una guerra de sucesión internacional donde los Austrias y los Borbones, dos potencias del continente, se dividen Europa. Como se enfrentan dos aspirantes de diferentes dinastías, el enfrentamiento era inevitable. Es una guerra cruel pero la sociedad catalana se divide: hay partidarios de Carlos III y de Felipe V. Pero los ingleses lo contaminan todo hasta que las potencias llegan a un acuerdo en Utrech. Y entonces ocurre lo sorprendente: cuando el mundo acepta que el rey sea Felipe V, algunos catalanes mantienen durante unos meses una defensa numantina en la ciudad de Barcelona no solo contra Francia sino también contra el resto de Cataluña.
En cada momento histórico que los catalanes tienen que tomar una decisión al ritmo que la historia les marca hay como una especie de vértigo, casi de miedo, a avanzar en ese ritmo
Desde su posición como historiador, que se presupone que ha de ser lo más objetiva posible, cómo se aborda un tema tan escabroso teniendo en cuenta esa narrativa independentista que intenta manipular los hechos demostrados.
Este libro utiliza la historia para abordar un problema del presente y por eso le llamo informe. Yo no quiero que Cataluña salga de la historia porque la propuesta que están desarrollando ha roto el tiempo histórico en el que ha tocado vivir. No es una propuesta para el siglo XXI, es una propuesta, en el mejor de los casos, para finales del siglo XIX o principios del XX.
Son entonces unas aspiraciones anacrónicas.
Totalmente anacrónicas y además peligrosas. El problema catalán, afortunadamente no va a ir más adelante, pero si fuera crearía una crisis de refugiados. ¿En la Europa occidental casi llegando a 2020 se puede asumir una crisis de refugiados como si estuviésemos en Siria? Ese es un problema muy serio que nadie lo quiere abordar.
En 1934 Lluís Companys declaró el “Estado catalán”. Hace unas semanas el expresidente Aznar decía que esos sucesos son los mismos que se están produciendo en la actualidad. ¿De verdad hemos llegado a ese nivel de tensión?
No, ahí discrepo con el expresidente Aznar y lo matizo. Lo que más se parece a la situación actual es 1917, donde hay una reunión de diputados que exigen un replanteamiento del papel de Cataluña en el Estado, y en caso de no ser reconocido este planteamiento iban a plantear una secesión. Es la época en la que Cataluña había adquirido la máxima autonomía, con la Mancomunitat de diputaciones, algo muy parecido a la Constitución del 78, incluso Aznar le dio la competencia del orden público. En 1917 en Barcelona, en paralelo, como ocurre ahora, existía un movimiento que en el 34 no existía: una oposición a esa manera de entender el catalanismo por parte de las masas obreras que generaron un estado de violencia permanente. En el 34 Cataluña se vuelve desleal a la República y la República reaccionó de un modo estruendoso, con el general Batet colocando los cañones en la plaza de Sant Jaume. Esa comparación no se da en este momento.
Algunos sectores del nacionalismo, al hablar de esa supuesta opresión del Estado, hacen ciertos paralelismos con el franquismo. Eduardo Mendoza en su libro Qué está pasando en Cataluña dice que esto “roza la vileza” y llama a despertar del sueño de recurrir al franquismo para explicarlo todo.
Cuando uno falsifica la historia, está dispuesto a falsificarlo todo. Falsificar la historia carolingia lo descubren cuatro. El problema es cuando recurres a una historia más reciente y conocida por todo el mundo, una historia que muchos hemos vivido. La comparación de la España actual con la España franquista es un atentado al ser de España y a los españoles. Con todos sus defectos, somos un Estado de derecho y libre en el se puede cuestionar el propio Estado y al jefe del Estado.
¿Cómo llegamos al actual estado de tensión que desemboca en la declaración unilateral de independencia de octubre del año pasado?
Si seguimos la secuencia del octubre del año pasado nos daremos cuenta de que no era el octubre soñado por el marco leninista donde se había trazado esto. ¿Por qué? Porque a mediados de octubre más de un millón de personas aparece en Barcelona enarbolando banderas de España como yo no había visto jamás, diciendo: "Nosotros somos catalanes y españoles". (…) El totum revolutum es el desconocimiento de la importancia que tiene la historia y el historiador lo único que tiene que hacer es poner orden en el sistema y aclarar las verdades que en la historia son como los hechos.
Lo que más se parece a la situación actual es 1917, donde hay una reunión de diputados que exigen un replanteamiento del papel de Cataluña en el Estado, y en caso de no ser reconocido este planteamiento iban a plantear una secesión
El libro empieza con el famoso poema de Salvador Espriu “A veces es neceario que un hombre muera por un puebo, pero todo un pueblo nunca ha de morir por un solo hombre”. Si nos fijamos en los adalides del independentismo (Puigdemont, Torra) se han agarrado durante todo este tiempo al personalismo y al egoísmo.
Espriu escribió esto para un personaje concreto, pero es también una metáfora global. Es decir, no es razonable que un país se destruya por un individuo. Y ahora hay algunos individuos que les importa más su yo que el país al que dicen representar. Lo que lamento es que no vivan en el descrédito social. Porque aunque tuvieran razón, que no la tienen, no es de recibo poner en jaque a un país por tener tú la razón, tienes que ser más humilde, tener más capacidad de asumir la crítica y ver en qué no tienes razón. La madurez democrática es escuchar al otro y ver si tiene razón.
A usted como historiador y profesor le dolerá especialmente el adoctrinamiento y la manipulación de los libros de texto que se produce en Cataluña.
Sí, pero me preocupa más la demolición de la historia y de las élites que han forjado la historia. La historia es un producto muy sutil, muy frágil, que sostienen unos profesionales. Si tú liquidas al historiador liquidas el producto. (…) Si tú haces una demolición de la historia y atemorizas a la gente joven a que haga su propia historia, y que se forme en este oficio, que es lo que está pasando, es mucho más grave que el adoctrinamiento, porque el adoctrinamiento es simplemente unas fichas escolares que dependen de un poder de gestión, de un poder político. Pero creo que aunque cambiara el poder político no se cambiaría por pereza las fichas escolares que están llenas de errores fácticos que avergüenza a cualquiera, con conceptos equivocados, con cosas que nunca ocurrieron….. Es como si estudiaras Medicina y te dicen que el fémur está en el brazo.
Desde un punto de vista histórico, ¿hay solución al conflicto catalán?
Sí, lo que pasa es que no quiero que sea en tiempo histórico. La manifestación de Borrell de hace unas semanas de que esto tardaríamos 20 años en resolverlo es porque estaba haciendo una reclamación al tiempo histórico. No quiero que sea ahí por una cuestión de amor al país catalán y a todo el resto de España. No podemos perder en este momento del desafío el conocimiento y la experiencia de una generación que fue la que trajo la Tranisción. 20 años es acabar con ella y ver una resolución hecha por otra generación que no tiene esas características. Eso sería lo que Ortega llamaba el mal de España: la liquidación de sus élites en los momentos cruciales. Solo España es el país que jubila y manda al trastero a su gente que ha forjado el país. Esa es la sensación que yo no puedo asumir y aceptar por el bien de España.