Adrian Newey, en su tradicional mesa de dibujo

Adrian Newey, en su tradicional mesa de dibujo

F1

Adrian Newey, el genio de la F1, su mesa de dibujo y su libreta en la mano: Aston Martin coloca la pieza clave del puzle millonario

El ingeniero británico, con una trayectoria llena de éxitos en la Fórmula 1, afronta un nuevo desafío en Silverstone con un equipo en plena transformación.

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La figura de Adrian Newey se alza como un referente en la historia reciente de la Fórmula 1. Ingeniero, diseñador y auténtico visionario, ha firmado algunos de los monoplazas más exitosos de las últimas décadas.

Su imaginación y capacidad para reinterpretar los distintos reglamentos de la Fórmula 1 le han permitido llevar a equipos como Williams, McLaren y Red Bull a cosechar campeonatos de pilotos y constructores.

Ahora, a partir este próximo lunes 3 de marzo de 2025, se embarcará en un nuevo desafío junto a Aston Martin, equipo que busca consolidarse en la élite de la competición con una plantilla de lujo.

Desde sus inicios en la década de los ochenta, Newey ha destacado por un talento fuera de lo común para concebir ideas revolucionarias. Con cada cambio de normativa, ha sabido encontrar soluciones que sacuden los cimientos de la parrilla.

No es casualidad que tantos campeones del mundo hayan pilotado sus máquinas o que tantas escuderías le hayan confiado la mejora de sus monoplazas. En un deporte donde los detalles técnicos marcan diferencias abismales, contar con un ingeniero de tal calibre supone un paso definitivo hacia la consecución de objetivos.

El tiempo dirá si su incorporación a Aston Martin marcará el inicio de una nueva era dorada para la formación con base en Silverstone.

Fernando Alonso, Adrian Newey, Lawrence Stroll y Lance Stroll

Fernando Alonso, Adrian Newey, Lawrence Stroll y Lance Stroll Aston Martin

Los inicios

Antes de convertirse en una leyenda, Adrian Newey fue un joven apasionado por la aerodinámica y la competición. Nacido en Stratford-upon-Avon el 26 de diciembre de 1958, creció en un entorno familiar peculiar: su padre trabajaba como veterinario y su madre había conducido ambulancias durante la Segunda Guerra Mundial.

Aunque su temprana escolarización estuvo marcada por episodios que desembocaron en su expulsión de un internado, el inglés logró encauzar su futuro académico al ingresar en la Universidad de Southampton. Allí obtuvo una licenciatura con honores en aeronáutica y astronáutica, título que le abrió las puertas del mundo del automovilismo.

Tras graduarse en 1980, inició su aventura en la F1 con el equipo Fittipaldi. Posteriormente, se vinculó a la escudería March, donde se dedicó a labores de ingeniería en la Fórmula 2 europea.

Adrian Newey, en 1986 durante su paso por la IndyCar

Adrian Newey, en 1986 durante su paso por la IndyCar

Sin embargo, el verdadero despegue de su carrera llegó cuando comenzó a diseñar prototipos para el Campeonato IMSA GTP de sport prototipos en Estados Unidos, lo que derivó en éxitos consecutivos y le otorgó el reconocimiento de la industria.

Más tarde, se involucró en los proyectos de March en la categoría IndyCar, con resultados de enorme repercusión: sus chasis llevaron a Al Unser Sr. a conquistar el título de la CART World Series y a Danny Sullivan a triunfar en las 500 Millas de Indianápolis.

A mediados de los ochenta, Newey alternó entre aventuras en F1 —en equipos como Fittipaldi y Haas Lola— y éxitos en territorio americano, especialmente con Bobby Rahal y Michael Andretti.

Esta etapa le consolidó como un ingeniero versátil, capaz de combinar la pasión por el automovilismo con la precisión de los cálculos aerodinámicos. Sus éxitos en IndyCar sirvieron de aval para su retorno definitivo a la Fórmula 1, categoría que se convertiría en su gran escenario de genialidad.

Adrian Newey, en su época en Leyton House

Adrian Newey, en su época en Leyton House

La era Williams

La vuelta a la F1 se produjo en 1988, cuando fue contratado por March como jefe de diseño. Con la creación del March 881, dejó claro que su comprensión de la aerodinámica podía situar a un equipo modesto en posiciones competitivas.

Se observó un gran potencial cuando Ivan Capelli y Mauricio Gugelmin escalaron de forma sorprendente en algunas carreras. Sin embargo, la escudería pasó a llamarse Leyton House y, en medio de reestructuraciones financieras, Newey fue despedido en 1990, justo antes del Gran Premio de Francia.

Lejos de aceptar otro puesto de menor calado, prefirió esperar hasta toparse con la oportunidad de fichar por Williams, donde aterrizó como jefe de diseño a comienzos de los noventa.

Este movimiento marcó el inicio de una de las eras más legendarias de la Fórmula 1. Bajo la dirección técnica de Patrick Head, Newey colaboró en la concepción del FW14, monoplaza que, con Nigel Mansell al volante, plantó cara a la todopoderosa McLaren de Ayrton Senna en 1991.

Aun así, fue en 1992 cuando el FW14B, con activos como la suspensión activa, dominó el campeonato de constructores y pilotos de manera abrumadora.

Adrian Newey (izquierda) en su época en la escudería Williams F1

Adrian Newey (izquierda) en su época en la escudería Williams F1

La relación de Newey con Williams dio lugar a una sucesión de éxitos, incluidas las coronas de Alain Prost en 1993 y de Damon Hill en 1996.

En total, sus diseños aportaron cuatro campeonatos de pilotos y cinco títulos de constructores a la escudería de Grove.

No obstante, la convivencia no estuvo exenta de tensiones, y en 1997, después de que Jacques Villeneuve ganara el título con el FW19, Newey se marchó al ver frustradas sus aspiraciones de ascender a director técnico en Williams.

Ese mismo año quedaban abiertas las puertas de McLaren, escudería que deseaba el talento del ingeniero británico para intentar destronar a Ferrari.

La nueva Fórmula 1

El fichaje por McLaren se oficializó en 1997, y de inmediato Newey empezó a trabajar en la optimización del MP4/12 y en la creación del MP4/13 para 1998.

Este monoplaza llevó a Mika Häkkinen a conquistar el título de pilotos, a la vez que el equipo se hacía con el campeonato de constructores, el último que McLaren conseguiría hasta la fecha.

En 1999, el MP4/14 afianzó la posición de Häkkinen como bicampeón, aunque Ferrari se quedó a escasos puntos de arrebatarles la corona de constructores.

La primera década del nuevo milenio vio un auge de Ferrari y Michael Schumacher, lo que complicó la misión de McLaren de retomar la gloria. Newey estuvo tentado de marcharse a Jaguar en 2001, donde su antiguo colega Bobby Rahal ejercía como jefe, pero Ron Dennis logró retenerle.

Adrian Newey, en su época en McLaren

Adrian Newey, en su época en McLaren

Aun así, los resultados de la escudería de Woking no fueron suficientes para vencer el dominio de Ferrari, y poco a poco, la situación se estancó.

En 2005, Newey firmó una extensión que finalizaba al acabar la temporada, aunque poco después anunció un cambio drástico: se uniría a Red Bull, que daba entonces sus primeros pasos como nuevo gigante potencial de la parrilla.

El desembarco en Red Bull supuso, a la larga, la consolidación de Newey como el ingeniero más laureado en la era moderna de la Fórmula 1.

Durante 2006, al llegar tarde para diseñar el RB2, sus aportaciones fueron parciales, pero el equipo consiguió un inesperado podio en Mónaco gracias a David Coulthard.

El gran salto se produjo en 2009 con el RB5, un chasis que, liderado en la pista por Sebastian Vettel y Mark Webber, ofreció victorias resonantes. Aunque el título se escapó a manos de Brawn GP, Red Bull finalizó segunda en el campeonato y anunció que la escuadra austríaca estaba lista para dar el paso definitivo.

Precisamente, en 2010, el RB6 se convirtió en la máquina más competitiva y permitió a Vettel conquistar su primer título de pilotos y a Red Bull sellar el de constructores. De ahí en adelante, la hegemonía fue absoluta.

Las dos eras de oro en Red Bull

Entre 2010 y 2013, las creaciones de Newey (RB6, RB7, RB8 y RB9) dominaron la categoría con cuatro campeonatos consecutivos de constructores y pilotos, todos ellos para Vettel.

El ingeniero británico supo exprimir los límites reglamentarios con la integración de los difusores soplados, la suspensión en pull-rod y la optimización aerodinámica alrededor del motor Renault.

Cuando la Fórmula 1 transitó hacia los motores híbridos en 2014, el equipo sufrió un revés debido, en gran parte, a la desventaja de su suministrador de unidades de potencia frente a Mercedes.

Adrian Newey con su habitual cuaderno rojo, en el Gran Premio de España 2017

Adrian Newey con su habitual cuaderno rojo, en el Gran Premio de España 2017 Red Bull

A pesar de ello, Newey siguió vinculado al desarrollo de los monoplazas, pero redujo ligeramente su involucración para dedicarse a otros proyectos de diseño.

No sería hasta 2021 cuando Red Bull regresaría a la pugna real por el título, batiéndose con Mercedes en un campeonato inolvidable que terminó decidiéndose en la última vuelta del Gran Premio de Abu Dabi.

Max Verstappen, pilotando un monoplaza todavía supervisado por Newey, se proclamó campeón del mundo, devolviendo la gloria a la escudería de Milton Keynes tras ocho años de sequía.

Al año siguiente, Verstappen y Red Bull dominaron con mano firme, adjudicándose ambos títulos (pilotos y constructores) por primera vez desde 2013.

Lejos de contentarse, en 2023 el equipo alumbró el RB19, una de las máquinas más aplastantes que se recuerdan. Con una fiabilidad casi impecable y una aerodinámica afinada al extremo, logró 21 victorias en 22 carreras, sellando de nuevo los campeonatos.

El propio Newey reconoció que jamás había vivido un período tan prolongado de éxitos continuados.

Adrian Newey, junto al hypercar RB17

Adrian Newey, junto al hypercar RB17 Red Bull

En sus últimos tiempos en Red Bull trabajó muy de cerca en el proyecto RB17, el primer hypercar de la factoría austríaca. Un superdeportivo similar al que ya construyó años antes junto con Aston Martin: Valkyrie, que después la firma británica ha usado para su salto al mundial de resistencia.

Sin embargo, pese a haber firmado una renovación de contrato, los rumores sobre fricciones con la dirección de Red Bull crecieron en 2024. Finalmente, en mayo, se confirmó que Adrian Newey abandonaría el equipo durante el primer tramo de 2025, quedando libre para incorporarse a un nuevo proyecto.

La intriga en el paddock fue máxima hasta que surgieron dos candidatos sólidos: Ferrari y Aston Martin. La puja económica y el convencimiento deportivo decantaron la balanza a favor de la formación británica.

Nueva etapa, mismos objetivos

Aston Martin, en plena fase de expansión, llevaba tiempo construyendo un proyecto ambicioso. La llegada de nombres clave como Dan Fallows, exingeniero de Red Bull, y la apuesta de Lawrence Stroll por inyectar capital situaron a la escudería en el radar de muchos talentos.

Pero la dirección técnica seguía necesitando un líder capaz de engarzar todos los elementos y exprimir el potencial de una estructura en crecimiento. Ahí entra en juego Adrian Newey, quien se unirá este lunes 3 de marzo de 2025 como "managing technical partner y accionista".

La reorganización liderada por Andy Cowell, nuevo CEO de Aston Martin Performance Technologies desde finales del año pasado, ha creado un organigrama más plano y dinámico.

Adrian Newey, presentado con Aston Martin

Adrian Newey, presentado con Aston Martin Aston Martin F1

Cowell asumió también el rol de director de equipo, relegando a Mike Krack al puesto de director de operaciones en pista.

Enrico Cardile ejerce de director técnico, apoyado por Bob Bell como director ejecutivo. Según han explicado los directivos, la llegada de Newey requería una preparación minuciosa, incluso en detalles como habilitar una oficina lo bastante amplia para acomodar su famosa mesa de dibujo.

Esta fusión de métodos tradicionales y herramientas modernas refleja un poco la personalidad del propio ingeniero. A lo largo de su carrera, Newey ha alternado sistemas de diseño computerizados con maquetas y bocetos a mano.

Le apasiona "sentir" las líneas del coche y trazar con lápiz las curvas que, luego, se transforman en prestaciones en la pista.

Sus compañeros destacan su carácter meticuloso, su obsesión con cada detalle aerodinámico y su disposición a experimentar con configuraciones que otros descartarían por considerarlas demasiado arriesgadas.

Cowell insiste en que la fuerza colectiva marcará la diferencia: casi 250 profesionales se han incorporado a la plantilla en el último año, y todos colaborarán en la creación del AMR25, el monoplaza que competirá la próxima temporada, mientras se prepara con antelación el proyecto de 2026.

Esa será la gran meta de Newey: concebir un coche ganador para el nuevo reglamento técnico, aprovechando su experiencia en transiciones normativas pasadas y su ingenio para identificar huecos legales y mejoras aerodinámicas.

La motivación general es altísima. El equipo siente que, con este fichaje, adquiere la pieza decisiva para aspirar de manera realista al título. Por supuesto, la Fórmula 1 es sumamente competitiva, y no basta con fichar a un gran nombre. Hace falta cohesión interna, un piloto capaz de exprimir el monoplaza y un motor a la altura de la competencia.

Sin embargo, los avances estructurales en la fábrica de Silverstone, los recursos inyectados por la familia Stroll y el fichaje de ingenieros de contrastado nivel demuestran que la apuesta es firme y de largo alcance.

De mito a leyenda

En lo personal, Adrian Newey afronta este cambio como un nuevo capítulo que le permitirá buscar una última revolución técnica y, si logra alcanzar el éxito, le colocará como una leyenda más de la Fórmula 1.

Con el RB19 y el RB20, pareció alcanzar la cúspide de su ingenio aerodinámico en Red Bull, pero ahora dispone de la motivación extra que supone construir casi desde cero un proyecto que aspira a lo más alto.

La visión que Newey trae es especialmente valiosa de cara a 2026, año en el que se introducirá un nuevo paquete de normas aerodinámicas y cambios relacionados con las unidades de potencia.

Adrian Newey, en el GP de Mónaco 2024

Adrian Newey, en el GP de Mónaco 2024 Red Bull

Históricamente, esas revoluciones normativas son una oportunidad para los equipos que cuentan con grandes mentes dispuestas a repensar conceptos. Newey lo demostró con la transición de los difusores soplados en 2011, con el cambio a los motores híbridos en 2014 y con la adaptación a los límites presupuestarios que entraron en vigor recientemente.

Por otra parte, no hay que olvidar la faceta personal. Adrian Newey es conocido por ser un apasionado de la náutica y un aficionado confeso de las carreras de resistencia.

Es un hombre que, pese a su dominio de las últimas tecnologías, sigue sosteniendo una "libreta roja" (o la variante que utilice en cada etapa) para anotar ideas, revisar bocetos y volcar sus pensamientos sobre papel.

Esa mezcla de tradición e innovación enamora a muchos entusiastas, que ven en él no solo a un ingeniero, sino a un artista de la aerodinámica.

How to Build a Car, el libro de Adrian Newey

"How to Build a Car", el libro de Adrian Newey

Su libro autobiográfico, "How to Build a Car", publicado en 2017, revela mucho sobre su manera de pensar y sus vivencias.

En sus páginas comparte tanto las historias de los coches que diseñó como sus reflexiones acerca de la pérdida de Ayrton Senna, la tensión de las batallas por el título y el orgullo de ver a sus creaciones encumbrar a pilotos como Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill, Jacques Villeneuve, Mika Häkkinen, Sebastian Vettel y Max Verstappen.

A nivel familiar, ha estado casado en tres ocasiones y es padre de varios hijos, uno de los cuales, Harrison, ha seguido la senda de la competición en diferentes categorías.

En definitiva, la llegada de Adrian Newey a Aston Martin cierra un ciclo de rumores y abre otro de promesas.

Su experiencia, carácter y capacidad para concebir ideas pioneras encajan con la ambición de un equipo que no duda en invertir y reestructurarse en pos de la excelencia.

Se trata de un fichaje que recuerda a los grandes movimientos históricos de la Fórmula 1, como cuando Michael Schumacher recaló en Ferrari a finales de los noventa o cuando el propio Newey dejó Williams para unirse a McLaren.