Por cuarta vez esta temporada, Garbiñe Muguruza acabó entregando una victoria después de retirarse. En las semifinales del torneo de Roma, donde se había reencontrado con su mejor versión durante la semana, la española solo aguantó 22 minutos antes de darle la mano a Elina Svitolina (1-4 y abandono) por un bloqueo en el cuello, provocado en el calentamiento previo al cruce, y dejar vía libre a su oponente para pelearle el título a Simona Halep (7-5 y 6-1 a Kiki Bertens) este domingo. [Narración y estadísticas]
Así, a pocos días de que comience Roland Garros (donde defiende el título de campeona), la española se marchó al vestuario con el gesto muy serio y se fue luego a su hotel con alguna lágrima en los ojos, aunque París no debería correr peligro porque tiene tiempo de sobra para recuperarse antes de que el segundo Grand Slam de la temporada comience el próximo 28 de mayo.
“Me he puesto a calentar y he hecho un mal gesto intentando devolver un saque muy fuerte del sparring”, explicó Muguruza tras el encuentro. “Me he girado y he sentido un dolor muy intenso en el lado derecho del cuello y no se me ha quitado en ningún momento, se ha mantenido ahí como un pinchazo”, continuó Muguruza, que sumó su cuarto abandono en cinco meses tras Brisbane (aductor), Dubái (Aquiles) y Miami (golpe de calor). “No me quería ir de aquí sin entrar en pista, sin probar, sin ver cómo me podía encontrar jugando. En el partido me molestaba al sacar, pero también por la zona del revés, al moverme, por el simple hecho de estar en tensión…”.
El viernes por la noche, tras ganar a Venus Williams por primera vez en su carrera (0-3 hasta entonces), Muguruza estuvo tratándose durante más de dos horas y se marchó a dormir bien entrada la madrugada. El sábado a mediodía, cuando saltó a competir contra Svitolina con una aparatoso vendaje en la pierna izquierda (el mismo que llevó en sus otros partidos en el torneo), la española perdió su saque rápidamente, penó para moverse hacia la zona del revés y su contraria pensó que era la pierna, sin imaginarse que el problema de su rival estaba mucho más arriba.
Svitolina, que jugó los peloteos a cara o cruz, se aprovechó de esa situación para agujerear el juego de Garbiñe con su tenis agresivo de siempre, decidido y certero. La ucraniana, campeona de Taipéi, Dubái y Estambul, apretó y apretó hasta que la campeona de un grande llamó a la doctora del torneo para decirle que no podía más, que se retiraba porque competir en esas circunstancias es esforzarse inútilmente, con el riesgo de hacerse más daño, y lo que se le viene encima no es precisamente ninguna broma.
“Al final, los otros años siempre he tenido dolores, pero no en estas rondas. Más que las lesiones… es el momento en el que aparecen”, dijo Garbiñe, que como en Brisbane se vio obligada a abandonar en Roma cuando se jugaba el pase a la final. “Pero no estoy muy preocupada porque todavía queda una semana para Roland Garros. Creo que tengo tiempo para recuperarme”.
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