17 partidos después, Rafael Nadal inclinó la rodilla sobre tierra batida por primera vez esta temporada. En los cuartos de final del torneo de Roma, Dominic Thiem eliminó 6-4 y 6-3 al mallorquín, que con la victoria se habría asegurado el número tres del mundo, y llegó a semifinales en el quinto Masters 1000 del año, donde espera al ganador del encuentro que jugarán esta noche Novak Djokovic y Juan Martín Del Potro. A pocos días del comienzo de Roland Garros, sin embargo, la derrota del máximo candidato a la Copa de los Mosqueteros no debería alterar un favoritismo construido durante toda la gira de arcilla europea. [Narración y estadísticas]
“El análisis es simple”, se arrancó Nadal tras la derrota. “Thiem ha jugado a un nivel muy alto, con una intensidad muy buena. Ha hecho las cosas generalmente bien, jugando muy largo y pegándole fortísimo a la bola. Ha tenido el control de los puntos muchas más veces que yo, esa es la clave de este juego”, prosiguió el balear. “Es obvio que yo no he jugado mi mejor partido. Es lógico no sentirse perfecto después de estar jugando casi todos los días durante las últimas cuatro semanas. Y si te encuentras con un rival que está increíble y tú no juegas muy bien… tienes muchas opciones de irte para casa, que es exactamente lo que me ha pasado hoy. Mañana estaré en Mallorca, pesando, jugando al golf o haciendo otra cosa”, se despidió el mallorquín, que descansará unos días antes de volver a entrenar y poner rumbo a París el próximo miércoles.
“Sabía que para tener opciones debía ser más agresivo”, le siguió Thiem que ahora buscará su segunda final consecutiva de Masters 1000. “Si me entraban mis tiros podría tener una oportunidad, si no lo hacían tal vez habría perdido fácil. Pero fue uno de esos días donde sentí que la pelota era gigante, me entraron un montón de tiros arriesgados”, celebró el austríaco. “Probablemente ha sido uno de mis mejores partidos”.
Convertido por repetición en el clásico sobre tierra batida de esta temporada, Nadal y Thiem se citaron por tercer torneo seguido (Barcelona y Madrid) en un partido que nació con el aspirante arrasando con paso de elefante. De inicio, el austríaco fue un vendaval. Con un instinto asesino arrollador, Thiem controló la mayoría de los puntos desde los dos primeros tiros de cada intercambio, en los que se decidió a atacar antes que su oponente. Nadal, que perdió dos veces su saque, estuvo siempre a la contra, remando y defendiéndose como pudo de los golpetazos de Thiem, en estado de gracia, gustándose hasta el extremo de intentar algunos disparos de videojuego.
“¡Venga, hombre! ¡No hagas eso!”, se recriminó el mallorquín después de fallar un revés que le dio la primera manga al número siete, al que había comenzado a desequilibrar (llevándole de 1-5 a 4-5) en una reacción ahogada por el coco privilegiado de su rival. Como ya demostró en Madrid, en un partido que perdió de manera apretada en condiciones que habrían hecho llorar a una piedra (con más de 12.000 personas en su contra), Thiem tiene una cabeza bien trabajada para soportar los momentos importantes de los partidos (con la victoria a mano en la segunda manga, salvó tres bolas de break que habrían colocado el 4-4 en el marcador, por ejemplo), para no salirse en las curvas que todo aspirante debe tomar si quiere llegar a la meta antes que uno de los más grandes.
Para vencer a Nadal en tierra, algo que ya había logrado en 2016 (semifinales de Buenos Aires), Thiem jugó más largo y más duro que en las finales de esta temporada de Barcelona y Madrid, lo que tuvo bastante mérito porque esos dos encuentros los compitió a un nivel muy alto. El austríaco, rebosante de intensidad, se plantó en la pista central del Foro Itálico y empezó a repartir de un lado a otro con una violencia desorbitada. Si normalmente su pelota vuela, ante Nadal viajó a la velocidad de la luz, echó chispas, pasó tan rápido que incluso al público le costó seguirla camino de la victoria.
A los 23 años, y tras el triunfo contra Nadal, los resultados de Thiem en arcilla le confirman como un candidato claro a Roland Garros, aunque en París la historia será muy diferente (dos semanas y partidos a cinco mangas). Por ahora, al austríaco le esperan las semifinales de Roma y el sueño de levantar su primer Masters 1000. A Nadal, que se irá a desconectar a Mallorca unos días, el traspiés no le cambia nada: no hay nadie más favorito que él a levantar el título en la catedral de la tierra.
Noticias relacionadas
- Juan Martín Del Potro: “Las lesiones me han hecho más humilde”
- Milán experimenta con el tenis del mañana
- Roland Garros le cierra las puertas a Sharapova
- Nadal, entrenamientos más suaves para rebajar la presión
- Federer no jugará Roland Garros
- Nadal sigue volando con el título en Madrid
- "El bajón de Djokovic lo soñarían el 99% de los jugadores"
- 50 veces Nadal contra Djokovic
- El vestuario, a muerte con la aventura de Piqué
- Nadal, mutación ante Kyrgios y a cuartos en Madrid