Pasadas las dos horas y media de partido, un tremendo calambre en el gemelo de la pierna derecha derribó a Garbiñe Muguruza, que retorciéndose de dolor cayó al cemento de la pista central de Brisbane y no tuvo más remedio que retirarse del torneo en su primer encuentro de la temporada. Aleksandra Krunic, la número 53 del mundo, celebró la victoria (5-7, 7-6, 1-2 y abandono de la española) recogiendo del suelo la raqueta de su contraria para llevársela al banquillo en un gesto de clase y se quedó igual de sorprendida que toda la grada cuando vio a la campeona de dos grandes noqueada por esa sacudida que la dejó fuera de combate de forma fulminante.
“Me he empezado a encontrar acalambrada en el segundo set, cuando estaba 2-0”, explicó a este periódico Muguruza tras el cruce. “Pensaba que mejoraría, pero no ha sido así. He empezado a acalambrarme en los gemelos y luego se me han pasado a la mano. No podía abrirla y tampoco cambiarme la raqueta para el revés”, prosiguió la española. “Finalmente también he tenido rampas en los cuádriceps. Ha llegado un momento en el que no podía ni coger la raqueta ni correr. No podía moverme”, reconoció. “No quería abandonar porque el partido estaba muy igualado, quería ir jugando con los calambres de alguna forma, pero ha sido imposible. Ha habido un momento en el que no podía moverme”, cerró Garbiñe, que por cuarto año seguido (desde 2015) se retiró de Brisbane por problemas físicos.
Llegados al parcial decisivo, Muguruza jugó con espasmos en distintas partes de su cuerpo, sufriendo contracciones involuntarias en sitios tan importantes como la mano, los gemelos o los cuádriceps. Acalambrada de arriba a abajo, sin tan siquiera poder utilizar los dedos para coger la pelota antes de sacar, la número dos fue capaz de colocarse 2-0, agarrándose al encuentro con un espíritu de lucha que lógicamente no le sirvió de nada cuando los latigazos en sus gemelos pasaron de ser punzantes a hirientes.
Antes de eso, un encuentro peleado palmo a palmo, bien trabajado por las dos contrarias y muy sufrido desde ambos lados. Muguruza remontó de entrada un 1-3 en la primera manga, reaccionando a tiempo (break para colocar el 4-4) ante el persuasivo tenis de su oponente y ganó el primer parcial al resto tras resolver un juego de 16 minutos en el que dejó escapar las seis primeras bolas de set que se fabricó.
Con el impulso anímico de haber salido victoriosa de una manga bien apretada, Muguruza rompió de arranque el saque de Krunic en la segunda manga (2-0) y los calambres llegaron de la nada para convertir el resto del partido en una tortura (“¡estoy muerta!”, le dijo Garbiñe a Sam Sumyk, su entrenador, durante un descanso de ese segundo set) a la que intentó sobreponerse con muchas ganas (llegó a sacar con 5-3 por la victoria) y ningún éxito.
La española, que defendía las semifinales de 2017 (185 puntos), se marchó del torneo cojeando, todavía muy dolorida, y pensando en sus siguientes movimientos: esta tarde, Muguruza decidirá si modifica su planificación para jugar en Sídney o Hobart (ambos torneos arrancan el 7 de enero) con el objetivo de llegar al Abierto de Australia (desde el próximo día 15) con algunos partidos encima tras una derrota que no esperaba en Brisbane.
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