Velázquez 400 años
Hoy hace cuatrocientos años que era bautizado en la iglesia de San Pedro, en Sevilla (no existe unanimidad sobre el día de su nacimiento), Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, uno de los artistas más grandes que ha dado la historia de la pintura y del arte de todos los tiempos. Hombre culto, despegado, pintor de corte de Felipe IV, Velázquez no fue bien comprendido por sus contemporáneos, que le acusaban de no saber terminar sus cuadros, que se han convertido hoy en iconos que trascienden lo puramente artístico.
Hoy, cuatrocientos años después, El Cultural celebra esta efeméride con unas páginas en las que escriben tres de los máximos expertos en la obra velazqueña: Jonathan Brown, Alfonso E. Pérez Sánchez y Carmen Garrido; también José Antonio Marina, que señala las conexiones de su pintura con la de los maestros impresionistas y descubre bodegones escondidos en sus cuadros más célebres; Francisco Nieva y Álvaro Delgado-Gal esbozan su particular visión de la obra de este sevillano universal.
Fragmentos sobre Velázquez, por Ramón Gaya. Lo que decididamente hace de la pintura de Velázquez algo tan difícil, pese a su sencilla apariencia, es esa rara inclinación suya a no ser obra, a no ser corpórea. En Velázquez, ese gesto de despego es, diríamos, tan apagadamente musical que casi no se nota.
Enigmas Velázquez, por Alfonso E. Pérez Sánchez. La búsqueda del verdadero Velázquez ha de hacerse desde un conocimiento profundo de su propio ambiente, del pensamiento de sus contemporáneos, que eran quienes habían de enfrentarse con sus obras, aún vírgenes.
Diego superstar, por Jonathan Brown. Tras la Guerra Fría, los grandes del pasado se transformaron en estrellas de rock: Velázquez, el artista español con más prestigio internacional, disponía de una condición innata para ello. Desde 1990 su estrella no ha hecho más que crecer. ¿Hasta dónde llegará? Nadie lo sabe.
Mensaje en taquigrafía, por José Antonio Marina. Edouard Manet vino a Madrid en la primavera de 1865. En el Prado quedó fascinado por la obra de Velázquez. Aquel pintor, casi desconocido para él, había descubierto hacía más de dos siglos la pintura que él y sus amigos estaban buscando.
Velázquez y lo múltiple, por Álvaro Delgado-Gal. La fragua de Vulcano nos revela uno de los secretos del Velázquez coral: una atemperación del ritmo tan sabia, tan justa, que las figuras quedan sujetas a una disciplina común sin salirse de quicio ni perder su compostura apacible o, si prefieren, su valor y verosimilitud intrínsecos.
Secretos de pintor, Carmen Garrido. La paleta de Velázquez es muy reducida y, salvo algunas excepciones, utilizó los mismos pigmentos a lo largo de toda su carrera. Lo que va a ir cambiando es la manera de mezclarlos y aplicarlos. Es capaz de crear con sólo cinco o seis pigmentos una obra maestra.
Un veneno, por Francisco Nieva. Hay cantidad de pintores que me fascinan, pero sin Velázquez el mundo no era mundo y la pintura carecía de calidad espiritual. Para mí, la posibilidad de acceder fácilmente a una gran cantidad de cuadros maestros de Velázquez en el Prado, ha sido un privilegio.
Los bodegones perdidos, por José Antonio Marina. Ésta es la desolada suerte de los bodegones pintados por Velázquez, escondidos, olvidados, abandonados en muchos de sus cuadros. El bodegón, de por sí un género humilde, se hace más humilde todavía, se refugia en un rincón, sirve de atrezo.
El futuro Felipe VI, descendiente directo de Velázquez. El Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón y Grecia, desciende de padres a hijos del Rey Felipe IV y del pintor que lo retrató: Diego Velázquez. La descendencia de Felipe IV es bien conocida. La de Velázquez es la que se recoge en esta página.