Arte

La identidad de las colonias perdidas

27 febrero, 2000 01:00

Gertrudis Rivalta: El bang, bang, 1998. Díptico. Técnica mixta sobre tela, 200 x 300

Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo. Museo, 2. Badajoz. Hasta el 18 de marzo

Nada mejor para constatar las fisuras de la verdad histórica que escuchar la versión de las distintas partes afectadas. Si en España el año 1898 es sinónimo de "desastre nacional", de la pérdida de los últimos jirones del honor en forma de colonias, en las ex-colonias, en cambio, esa fecha es la del nacimiento de la patria, un motivo de celebraciones, etcétera. Todo esto lo sabíamos, o deberíamos saberlo. Sin embargo, el final del monopolio de una historia universal escrita desde Europa, la crisis de lo que los entendidos llaman "metarrelatos" -las construcciones ideológicas que han ordenado nuestro mundo moderno- nos ha obligado a abandonar las versiones particularistas de la realidad para adoptar una visión ampliada. La disolución del eje que ordenaba el género, la raza o la historia a imagen y semejanza de quienes lo construyeron, ha dado lugar a lo que podríamos imaginar como una red sin centro: no hay ya una verdad universal salvo que ya no hay verdades universales.

Esta exposición es una de las prácticas a que ha dado lugar este nuevo punto de vista, que en el terreno que nos ocupa se ha venido a llamar multiculturalismo. Su comisario, Kevin Power, se ha propuesto colocar codo con codo -marco con marco, en este caso- obras de artistas de los diversos países implicados en las contiendas del 98: Cuba, Filipinas, Puerto Rico y España. La selección, sin duda, se ha realizado entre aquellos artistas que reflejaran en sus obras una determinada problemática. Es decir: éste no es un panorama del arte joven de estos países. A partir de esa premisa, cabe quizá esperar que la siguiente guerra de independencia se libre contra el arte internacional. O al menos contra ese tipo de arte internacional que tematiza los conflictos y convierte los cuadros en viñetas de un cómic en que se cuenta la batalla de todas las subalternidades frente a la hegemonía respectiva. Digo todo esto porque es un fenómeno conocido que hoy se lleva a cabo el mismo tipo de obras en cualquier parte del globo. Cuando éstas "tratan" de determinados problemas, las diferencias se extinguen por completo.

El interés de esta exposición, que reúne a cuatro artistas cubanos, cuatro filipinos, tres puertorriqueños y cinco españoles, es contemplar una panoplia de las prácticas de representación de la identidad nacional en las cuatro esquinas del globo. Ofrece la oportunidad de conocer a algunos artistas que por primera vez exponen en nuestro país, o de contemplar un caso bastante logrado de obra "a cuatro manos", realizada por el filipino Manuel Ocampo y el español Curro González. En términos generales, resulta sintomático que la construcción de la identidad cultural se realice por oposición respecto a lo Otro, ya sea Estados Unidos o España -bajo la forma del Pato Donald o de o de Cristo en la cruz-.

Me han interesado especialmente los cuadros del filipino Alfredo D. Esquillo, el cubano Pedro álvarez y, así son las cosas, de los españoles Pedro G. Romero, José Gallego, Curro González y Abraham Lacalle. Mención aparte merece el catálogo de la exposición, con excelentes ensayos dedicados a la historia, la política y la cultura y, marginalmente, a las artes plásticas.