Image: Fresh Hell

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Arte

Fresh Hell

Palais de Tokio, París. Del 20 de octubre al 16 de enero

18 noviembre, 2010 01:00

Vista de la exposición, con los bustos góticos del Museo de Cluny frente a la pieza de Hanna y Klara Liden

Fresh Hell es la última propuesta del siempre atractivo Palais de Tokio en la que un artista recibe luz verde para realizar un exposición colectiva a su gusto.

Es una iniciativa en la programación del centro que dirige Marc-Olivier Wahler que cumple su tercera edición tras las realizadas por Ugo Rondinone en 2008 y Jeremy Deller en 2009. Esta vez será el artista inglés afincado en Nueva York Adam McEwen quien firma una exposición titulada Fresh Hell que quiere tocar muchos palos a la vez, uno de ellos el de la temporalidad, algo de lo que ya habrán oído hablar los muros de esta institución que, como muchos sabrán, fue fundada y dirigida en su primera época por Jerome Sans y Nicholas Bourriaud, dos comisarios firmemente enraizados en la estética de lo temporal, como dictaban los cánones de su época, los años noventa.

Adam McEwen está muy interesado en cuestiones relacionadas con el tiempo. Durante una época escribió obituarios de gente viva, artistas conocidos y celebridades que, obviamente, estaban vivas. Era un modo provocador de agotar un tiempo aún vigente, una práctica que fue muy habitual en ciertos sectores del arte de la pasada década. El título Fresh Hell alude a una expresión acuñada por Bruce Nauman, quien hablaba de la soledad del artista cuando realiza un gran trabajo que presenta con gran éxito y luego ha de volver al estudio a empezar de cero y realizar nuevas (y buenas) piezas. Es una expectativa que no tiene fin, que prosigue durante la totalidad de la carrera de un artista. McEwen habla de su interés por cómo se relacionan obras de arte que son conceptual y estéticamente próximas aunque pertenezcan a diferentes épocas algo que, como afirma el artista, resulta paradójico, pues la historiografía tiende siempre a privilegiar las obras que subrayan la diferencia-conceptual y estética- con respecto a las que las preceden o a las que anteceden. La idea es buscar los "puntos de resonancia", como lo denomina McEwen, trazando las conexiones de un modo no necesariamente lineal. Por eso dice gustarle la idea de que las obran leviten, de que no se dejen arrastrar por la gravedad de la historia, que logren trascender los diferentes episodios históricos y lleguen renovadas y frescas a los sucesivos periodos.

De ahí que McEwen no se haya ceñido a obras de arte de nuestra época y se haya remontado al arte conceptual e incluso ha llegado hasta el medievo, tomando prestadas diversas tallas en piedra y madera realizadas por artesanos de los conjuntos catedralicios franceses que se encuentran en el Museo Cluny de París. En la Edad Media, y más concretamente, durante la época gótica, era difícil disfrutar del arte disociado de la Iglesia y esa es una de las transformaciones más importantes. Desde está premisa, las analogías son sorprendentes. Los antiguos bustos de la catedral de Notre-Dame que se desprendieron en los años de la Revolución Francesa y que fueron recuperados en 1977 guardan una estrecha relación con algunas figuras del arte conceptual como Bas Jan Ader o Ana Mendieta, artistas que exploraron asuntos como la gravedad y la muerte, ideas que también tenían un alto valor simbólico en el gótico y que abrumaban a todo fiel que a ellas se acercara. Esta es la relación más interesante de la exposición, el modo en que a través del arte del cuerpo, de la performance, se alude a conceptos universales y de todo punto atemporales. En esta línea se encuentra también el trabajo de Gino de Dominicis, quien vivió obsesionado y atormentado con la idea de la muerte hasta el punto de haberla anunciado falsamente con anterioridad. Cuando de verdad murió, en 1998, pocos le creyeron, y la sola idea de la muerte se convirtió en una suerte de broma y, así, un concepto que había sobrevolado su vida y su carrera con semejante gravedad e intensidad, se convirtió, por un breve lapso de tiempo, en una mofa, una celebración lúdica...