Image: Phillippe Parreno

Image: Phillippe Parreno

Arte

Phillippe Parreno

Serpentine Gallery, Londres. Del 25 de noviembre al 13 de febrero

24 noviembre, 2010 01:00

Phillippe Parreno: Invisibleboy, June, 8, 1968

Uno de los grandes artistas franceses de las últimas dos décadas presenta su primera individual institucional en el Reino Unido.

Philippe Parreno es uno de los artistas que más ha luchado por ampliar las posibilidades no sólo conceptuales sino también narrativas y sensoriales de lo que entendemos por "exposición". No sorprende, pues, que esta no sea una muestra individual al uso porque no es una retrospectiva y ni siquiera es una presentación de últimos trabajos. Se trata, como viene siendo habitual en el francés, de un experimento que pondrá a prueba la capacidad perceptiva del espectador.

Parreno es un artista fundamental para entender el arte del cambio de milenio, un momento en que la escena artística de Francia tuvo mucho que decir, con artistas como Pierre Huyghe, Dominique Gonzalez-Foerster o Fabrice Hybert, artistas que en gran medida contribuyeron a modelar algunos de los asuntos que se consolidaban en el acervo conceptual de la época como las relaciones espacio temporales, el papel de la ficción en lo real, etc.

Este proyecto de la Serpentine es, se supone, una itinerancia que procede de algunas de las instituciones más importantes del mundo como la Kunsthalle de Zurich, el Centre Pompidou o el Irish Museum of Modern Art, pero, sabiendo el escepticismo que provoca en el artista cualquier convencionalismo, no será una exposición importada o "comprada", sino un "momento" autónomo y del todo inédito. No en vano, esta exposición de la Serpentine, institución londinense cuyo responsable de programación es Hans Ulrich Obrist, figura muy próxima a Parreno, está concebida como una suerte de guión, un recorrido irregular que no es tanto una sucesión de obras como una acumulación de eventos y situaciones.

Son diferentes formas de entender un escenario. Hay salas en las que se puede oír el sonido de la calle (o, más bien, del parque, Kensigton Gardens) como si el artista invirtiera el sentido del espacio, lo volteara eliminando sus muros y trayendo el exterior al interior. Es el típico ejercicio de inversión espacial, que desmonta los presupuestos sensoriales del espectador, un gesto "marca de la casa" de Parreno. Hay también estores que propician cambios metereológicos. Es un tipo de transformación muy común en los artistas antes mencionados. Un trabajo de la citada Gonzalez Foerster es una sala longitudinal que el espectador atraviesa con la sensación de encontrarse bajo un tremendo chaparrón.

El de Parreno es un todo que pretende transformar la experiencia. Y lo hace, en muchos casos, desde un perfil cinemático, un medio que permite al artista explorar la situación del espectador en el espacio expositivo y una muy estudiada dimensión temporal. Tres películas conforman uno de los núcleos importantes de la exposición: Invisibleboy, June, 8, 1968 y The boy from Mars. En ellos se dan cita muchos de sus intereses, entre los que destaca aquél desde el que reflexiona sobre las diferentes capas de realidad que comprenden lo real, uno de los asuntos cruciales para entender el conjunto de su trabajo.