Image: Lisa Oppenheim, de la combustión

Image: Lisa Oppenheim, de la combustión

Arte

Lisa Oppenheim, de la combustión

Fuegos grandes y pequeños

30 septiembre, 2011 02:00

Heliogramas 1876/2011 , 2011

Galería Marta Cervera. Plaza de las Salesas, 2. Madrid. Hasta el 12 de noviembre. De 2.500 a 15.000 euros.

La poesía fue la vocación primera de Lisa Oppenheim y se nota. Sus proyectos artísticos, clasificables como fotografía y filmación conceptuales, son analíticos, rigurosos... pero también emocionales. Trabaja a menudo partiendo de imágenes preexistentes, históricas por uno u otro motivo, para concentrarse en los huecos: agujeros -en su serie sobre las fotografías descartadas por Walker Evans-, lapsos temporales, ausencias o desintegraciones.

Los Heliogramas conforman una cuadrícula temporal de fotografías sin cámara, realizadas directamente con luz solar sobre un negativo, siempre el mismo, que reproduce la fotografía del sol que tomó en 1876 John William Draper, científico y pionero en la captación de los cuerpos celestes. Draper hizo la primera fotografía de la Luna, que fue su musa durante veinte años en los que fue perfeccionando su retrato; una de sus series sobre las fases lunares fue utilizada por la artista en un proyecto similar al que presenta ahora en Madrid. Durante varios días (eje horizontal de la pieza) del mes de julio, a horas fijas (eje vertical) del amanecer al ocaso, hizo exposiciones que reflejan las variaciones en la intensidad de la luz. Los huecos, que introducen dinamismo en el montaje, corresponden a los momentos en que no le fue posible cumplir el ritual. Al realizarlas, conducía durante unos cinco segundos la luz solar, que nos llega con un retraso de unos ocho minutos, a través de una imagen con 135 años de antigüedad. Posteriormente, aplicó una tonalidad dorada que por una parte emula el virado al oro de algunas viejas fotografías y por otra introduce la tradicional asociación simbólica solar/áureo.

Oppenheim prefiere los procedimientos analógicos, incluso arcaicos, y suma aquí al heliograma el fotograma y la proyección en 16mm. El humo es uno de los motivos clásicos del fotograma y eso es lo que creemos ver en Cuando el río suena, agua lleva, pero en realidad lo que el papel fotosensible recoge es la luz de un pequeño soplete, que queda fuera de la imagen. Esta cualidad fantasmal se manifiesta también en Tronco de Navidad, una breve secuencia fílmica de una chimenea que se repite 28 veces, cada vez más borrosa y deshecha: son copia de la copia de la copia... de la imagen que las televisiones americanas emitieron en Nochebuena durante 28 años. En estas obras detectamos el interés por la luz proyectada, que atraviesa el espacio -literalmente en la película-, por la combustión y por el tiempo. Se combinan, como apuntaba, un trabajo "frío" sobre la historia de las imágenes con una interpretación plástica "ardiente" que implica la subjetividad y la experiencia corporal. Con apenas una década de trayectoria, Oppenheim se revela como una artista seria y sensible que compagina discurso sólido y materialización seductora.

Desde que en 2001 se licenció en el Bard College de Nueva York, Lisa Oppenheim (Nueva York, 1975) es una de las artistas con más proyección internacional. Su trabajo presentado en Art Statment de Art Basel 2011 ha sido uno de los más celebrados. Ha participado en muestras en el Guggenheim de Nueva York, la Royal Academy de Londres y la Bienal de Liverpool. En España trabaja con la galería Marta Cervera que le dedica ahora su primera individual en nuestro país.