Noche de fantasmas
Comienzan las visitas nocturnas a la exposición de Bernardí Roig en el Museo Lázaro Galdiano
14 febrero, 2013 23:00An Iluminated Head for Blinky P.(the gun) (II), de Bernardí Roig
No es esta la nave del misterio cultural, ni mucho menos, pero lo cierto es que una visita nocturna al Museo Lázaro Galdiano de Madrid invoca a muchos fantasmas, empezando por el del dueño o el de la desaparecida haya centenaria plantada por el propio coleccionista, que Miguel Ángel Blanco recreó hace ya cinco años, en octubre de 2008. Su imagen nos recibe desde una ventana del Palacio de la calle Serrano 122. Luego, en el jardín, tres enigmáticas figuras de Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965), que trazan un triángulo cargado de sugerencias, nos dan la bienvenida. Una, la primera, nos contempla desde casi la cima de un árbol, bajo una rama, como un ahorcado que atisba desde un oasis de paz, asustado e inquieto, el paisaje de una ciudad que no duerme nunca. Nos dicen que de día la imagen cambia, pero de noche es algo más que sobrecogedora y se impone al paisaje urbano; otra está oculta entre los arbustos, a pie de jardín (apenas vemos unas piernas blancas); y la tercera, en una esquina del edificio, se integra en él, obligándonos las tres a cambiar nuestra manera de contemplar el museo y la obra del propio artista, que se define desde la entrada misma como “un coleccionista de obsesiones”. Lo curioso es que los quince invitados a esta primera velada nocturna nos encontramos en un museo desierto, en el que conviven un collar o “ahogador” de perro de finales del XIX, hecho de oro y diamantes, con cuadros de El Bosco, El Greco, Goya, Rembrandt o Mengs, y piezas increíbles (12.000 nada menos) venidas de todos los confines del mundo gracias al afán de Lázaro Galdiano, fundador de una colección asombrosa. Y entre las salas del que fue su palacio se han instalado los hombres de blanco, los fantasmas de Roig, que, en esta ocasión no han sido agredidos ni han perdido trozos ni brazos como en la inauguración de ARCO. Tampoco faltan las pistas: el comisario de la muestra, José Jiménez, proclama en el panel de la entrada que Roig siempre ha tenido como referentes “la memoria y el deseo”, y que en realidad nos va a hablar, a través de todas las piezas reunidas, del deseo de “alcanzar la luz”, ya que “bucea en un depósito abigarrado de imágenes, del arte a la vida cotidiana”. Son tres plantas, cuatro en realidad, las que vamos a visitar, y no faltarán las sorpresas, ni por los fondos ni por la propuesta de Roig, que hay que ver desde distintas perspectivas.