Teresa Solar Abboud, artista: “La idea de aislamiento sobrevuela toda mi obra”
Es una de nuestras artistas más internacionales, de la Bienal de Venecia a la Hayward Gallery. Inaugura ahora 'Pájaro sueño de máquina' en el CA2M.
17 febrero, 2024 02:16El estudio de Teresa Solar Abboud (Madrid, 1985) es un oasis en medio del barrio de Usera, una nave diseñada por Burr Studio bañada de luz natural por un patio interior. En las paredes, apuntes, dibujos, fotos de ballenas junto a piezas de barro y dos asistentes lijando a conciencia una de sus enormes Tuneladoras, esos seres híbridos, mitad caparazón de barro, mitad fragmentos de animales.
Está recién llegada de montar When Forms Come Alive en la Hayward Gallery de Londres, donde comparte espacio con Ernesto Neto, Nairy Baghramian o Phyllida Barlow. Y, en abril, instalará una Tuneladora en el High Line de Nueva York dentro del programa que comisaría Cecilia Alemani. “La Bienal de Venecia es una gran carta de presentación –reflexiona Solar–, pero hay que trabajar y llamar a puertas”.
La siguiente parada es Pájaro sueño de máquina, en el CA2M, un recorrido por los últimos tres años de su trabajo que comisarían Tania Pardo y Claudia Segura. Tendrá una segunda entrega, Sueño máquina de pájaro, en el MACBA, en octubre, con vídeos, cerámicas y dibujos anteriores, y un tercer acto, Máquina sueño de pájaro, en la Fondazione Sandretto Re Rebaudengo.
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Pregunta. ¿Por qué este juego con los títulos?
Respuesta. Son una puerta de acceso para los espectadores y los pienso mucho, un punto de partida que luego pueden utilizar o no. Aluden, como las obras, al flujo, al extrañamiento y a las formas híbridas.
P. ¿Nos hace una pequeña visita guiada?
R. El proyecto de la Bienal de Liverpool se mostrará al completo en el atrio del CA2M. Me hace muchísima ilusión porque no pude verlo instalado allí por la pandemia. Convivirá con Estadio sexual indiferenciado, un cuerpo de obra más íntimo, doméstico, que creo en el taller. En la otra sala habrá cuatro tuneladoras.
"Las tuneladoras son fragmentos de cuerpos que salen de cavidades y que a la vez tienen una factura muy industrial"
P. ¿Por qué ese nombre de Tuneladora?
R. Son fragmentos de cuerpos que salen de cavidades y que a la vez tienen una factura muy industrial. Hay una hibridación de mundos, como ese pájaro prehistórico descubierto por una excavadora cuando se abre un túnel en el metro. Tuneladora le daba ese tono industrial y frío que también quería que tuviese. Las cuatro piezas del CA2M son muy homogéneas, una forma que fluctúa en la sala de perfiles más cavernosos a un elemento afilado. Me interesa mucho esa promesa de algo blando que en realidad es muy duro.
Aislamiento y conectividad
P. El lenguaje, lo orgánico, los orificios… ¿qué quiere contar con su trabajo?
R. Estamos preparando un libro que me ha puesto delante de toda mi obra y me ha hecho preguntarme esto que es tan difícil de resumir. Sobrevuela una reflexión sobre el aislamiento, que creo que es muy contemporáneo, en relación con una idea de flujo. He trabajado también sobre el lenguaje, el malentendido, y en el proyecto de Matadero se abordaba la cuestión de la conectividad. Estas nuevas piezas tiran más de hacia la idea de ficción y de reimaginar el subsuelo.
P. Da mucha importancia a la ficción y las lecturas. ¿Cuáles son ahora?
R. Estas piezas están muy conectadas con los ensayos sobre ecología de Timothy Morton. Estoy leyendo por primera vez textos de género, además de Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, Rachel Carson y El mar que nos rodea, Félix Guattari… Son lecturas muy heterogéneas entrelazadas sin miedo, con libertad. Y de ahí están naciendo todos estos trabajos.
P. Relaciona estas nuevas obras con órganos reproductivos y habla de espacios de “contracción” y de “dilatación”. ¿De qué manera ha atravesado su reciente maternidad un trabajo en el que el cuerpo ya estaba muy presente?
R. Hacer arte requiere un ensimismamiento, poder estar incómoda contigo misma, tener tiempo para dudar, para soñar otras cosas, para llegar a espacios extranjeros. Y esto se complejiza muchísimo con la maternidad. Se habla muy poco de los espacios de aislamiento y de cansancio. Creo que todavía no he empezado a trabajar en el poso que me ha dejado. Pero llegará, de eso estoy segura.
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P. ¿Cómo empiezan sus proyectos?
R. En mis cuadernos, que son repositorios, lugares desde los que entenderme, desde los que fantasear. En el de la Bienal de Venecia hay muchas cuestiones naturales, formas muy vaginales y canales que tienen connotaciones más fálicas. En las piezas dobles me gusta la idea de articulaciones, de grandes órganos o fragmentos excavados en el suelo que luego se recubren de estas pátinas. Viajaba mucho en metro cuando los hice y surgen de la contraposición de los túneles de Madrid con los vagones.
P. ¿Cómo elabora estas esculturas?
R. El cuerpo es el barro crudo del que salen dos extremidades diseñadas con ordenador. El quid de la cuestión es la fisicidad del barro en relación a las piezas planas que se contorsionan. Después de endurecerlas con resinas, las cubre con pintura de carrocero un aerografista.
P. ¿Y cómo se trabaja en el espacio público, un contexto menos controlado que el del museo?
R. Es totalmente diferente. El cubo blanco te permite trabajar desde la abstracción de tu proceso, decir solo lo que quieres, mientras que el espacio público es un lugar lleno de estímulos que hay que tener en cuenta.
P. TBA21, Fundación Sandretto, Collegium en Arévalo, ¿es importante el apoyo de los grandes coleccionistas?
R. Es esencial. No podemos depender solo del apoyo público. Pude hacer la Bienal de Venecia gracias a la ayuda de Francesca Thyssen, también de Acción Cultural, pero el mecenazgo es mucho más dinámico. Los espacios públicos y privados tienen que trabajar juntos.