La 'Ulisíada': ¿y si no fuera Homero el autor de la 'Odisea'?
Samuel Butler, un sabio grecolatino, escribió hace casi 80 años 'La autora de la Odisea', libro que ahora recupera Athenaica, afirmando que la poeta era Nausícaa.
La "cuestión homérica" forma parte de la eternidad de la literatura clásica grecolatina. Para muchos lectores de todos estos siglos atrás y para los de ahora mismo, la Odisea es el mejor libro de aventuras y de viajes que nunca haya sido escrito, pero este libro sagrado, además de determinadas certidumbres, abre muchas incógnitas a varias alternativas que todavía no han acabado de resolverse.
Una de ellas, la gran "cuestión", es quién fue ese poeta extraordinario que consiguió escribir tales maravillas eternas (la Ilíada y la Odisea); o si no fue uno sino dos autores; o si hubo un poeta, autor de la Iliada, y una poeta, autora de la Odisea. Samuel Butler, un sabio grecolatino oxoniense, escribió hace casi 80 años La autora de la Odisea afirmando que la poeta era Nausica, un princesa de la costa este siciliana.
Verdad es que la Iliada tiene un determinado estilo literario, más dórico y primario, donde el hombre es el héroe y la mujer es la culpable de todos los males y tragedias que se le suceden a su pueblo; verdad también que el estilo de la Odisea es más suave, más delicado (incluso en la intensidad lírica del verso hexámetro), más moderno, mucho más feminista: como si ahí, en cada uno de los versos, estuviera la mano de un hada madrina dibujando la sonoridad y la limpieza del mismo, mucho más jónico.
Sabía desde que estudié Filología y Literatura Clásica en la Universidad Complutense, hace ya más de un siglo de soledades, del libro de Butler sobre la Odisea y de sus heterodoxas dimensión y exégesis, pero hasta este verano no pude hacerme con el libro, publicado por Atheneica en español hace pocos meses.
Lo he leído como si no fuera un ensayo interpretativo, sino como una novela profunda, llena de significados nuevos y de epifanías joycianas y de deslumbramientos en cada capítulo. Lo he leído con una pasión placentera y con muy pocas ganas de terminar de leerlo. Es de esos libros en lo que se me apareció la magnífica paradoja del lector: leerlo en profundidad y con suma atención, con celeridad ansiosa, hasta que quedan pocas páginas. Ya entonces echo el freno para que tarde más la lectura y no llegue el final de la aventura.
Butler, como Robert Graves mucho más tarde, viene a sostener primero que, como he escrito antes, la autora de la Odisea es una mujer; segundo, que Ulises u Odiseo, el protagonista del gran poema, no hizo el viaje por el Mediterráneo, de vuelta a Ítaca, su patria, tras la victoria de los aqueos en la guerra de Troya, sino que vagó por todo el mar viajando hacia el oeste, no hacia el este; tres, que el viaje de Ulises recogido en la Odisea es poco más que la vuelta a la isla de Sicilia, la Magna Grecia, más algunos cercanos escarceos por la costa africana.
La leyenda de Ulises añade además que atravesó el estrecho de Gibraltar y bordeó hacia el norte las costas de Portugal, hasta fundar la ciudad de Lisboa, cuyo nombre viene a derivar del del héroe aqueo. Butler, gracias al gran sacrilegio y atrevimiento de publicar su ensayo, fue expulsado y condenado durante el resto de su vida de la gran comunidad de genios de los estudios grecolatinos y nunca más se le perdonó su asombrosa heterodoxia.
Debido al sacrilegio y atrevimiento de publicar su ensayo, Butler fue expulsado de la gran comunidad de genios de los estudios grecolatinos
Tengo, sin embargo, cierta predilección por el atrevimiento de los heterodoxos que fundan otra interpretación de la historia y de la literatura. Ya la tenía por Graves, en estos asuntos, pero ahora adoro a Butler como un sacerdote maldito de la "cuestión homérica", que es también una interpretación del mundo clásico.
Cuando el turista, el viajero o el explorador llega por primera vez a Sicilia, los agentes e intérpretes de la isla le muestran los enormes pedruscos que Polifemo, cegado por Ulises, tira desde tierra al mar tratando de hundir el barroco en el que huyen los que hace un minuto eran sus rehenes y alimento. Pero nadie habla de la princesa Nausícaa, escritora de la Odisea según Butler. He decidido, de aquí en adelante, y con mi natural arrogancia intelectual, titular la Odisea como la Ulisíada.
Tras leer el libro de Butler, mis sospechas de que todo el mundo homérico estaba demasiado claro como para no sospechar de semejante luminosidad, la Ulisíada cobra para mí una doble dimensión y la posibilidad de que Ulises le haya contado a Nausícaa su historia aventurera huyendo de la guerra y de los dioses vengativos, y que la princesa haya tal vez escrito la Ulisíada siguiendo al dictado todo cuanto el héroe le fue contando. En fin, toda esta heterodoxia, además de aprender mucho, me ha hecho mucho más fácil el paso de este largo y aplastantemente cálido verano. Y también se trataba de eso.