El libro de horas de Gemma Gorga
De los diversos caminos de la variadísima poesía catalana contemporánea, que van desde una poesía de la experiencia (similar en temas y modulaciones a la que se puede leer en castellano) al chiste más o menos intelectual, hace tiempo que el nombre de Gemma Gorga (Barcelona, 1968) destaca por derecho propio.
Mur (publicado por Meteora, que ya puso en las librerías hace poco otro título excelente, Punt rere punt, del mejor poeta centroeuropeo de las Españas, Xavier Farré) es su último libro hasta el momento. En un juego con más significado que la simetría, el libro se divide en tres secciones cuyos títulos comienzan también por "Mur": "Murades", "Murta" y "Murmuri".
El título de la primera sección se refiere, como aclara la cita inicial, a las mujeres que a partir del siglo XII y durante toda la Edad Media se recluían de por vida en una celda tapiada adherida al muro de una ciudad, una iglesia o un monasterio. Allí se mantenían de la limosna de quienes pasaban, y se dedicaban a la meditación y el consejo. Gorga encuentra en ellas una contrafigura de la soledad contemporánea, y en "Sopant a soles" (Cenando a solas) esa soledad lleva a una meditación que es a su vez contemplación demorada y sin embargo compartida en el poema pues "no quería compartir este anochecer con nadie / pero cada rincón de soledad / estaba habitado de antes". Otro de los poemas habla de "aprender a quedarse bien sola / y no dejar de tener siete años". "Clausura", uno de los mejores poemas del libro, habla del encierro interior, de estar encerrada en un somnífero, en un nombre propio, en un planeta invisible a la lente del telescopio, en un árbol genealógico, "concentrada, concéntrica, constante. / Como un universo en regresión". Hay muchas más cosas en esta sección, también recuerdos de infancia, y sobre todo un análisis con bisturí pero sin anestesia de los motivos de ese encierro interior. Así "La buena educación", otro de mis favoritos:
La buena educación
El verano que cumplió siete años
le regalaron un estuche de madera
con un lápiz y una goma.
El lápiz, para que gastase la mina
hasta llegar a encontrar el nervio impreciso
de la palabra.
La goma, para borrar la palabra
antes de decirla.
La segunda sección del libro, "Murta", se refiere, claro, al arbusto. En la definición que encabeza esta parte se subrayan sus flores blancas, solitarias y perfumadas, y también sus hojas endurecidas y lampiñas. Los temas no cambian en esta sección: recuerdos de infancia y veranos, reflexiones en torno a la presencia de la palabra. "Autobiografía" es parte de la médula espinal del libro: "Después de decir, desdecirse. / Después de incluir, excluir. / Después de anotar, olvidar. / Después de sumar, restar. / Después de hacer, deshacer. / Después de amar. / Después. / Qué". Esta sección incluye poemas como "Sin título", en el que se nos describe una casa vacía tras una mudanza en la que queda una de las dos personas que aún vivían en ella y que recuerda una escena cotidiana, en la que todo es instante detenido, duración, tanto que "esperamos a que el pintor nos ponga un buen título". Sólo por este poema, este sería uno de los libros del año que todo aficionado debería leer, pero hay muchos más.
"Murmuri" (Murmullo) recurre a Clarice Lispector para dar una lección de sutileza: "El contacto con el objeto ha de ser un murmullo". En esta sección hay recuerdos familiares, elegías, la viudedad, cómo buscar a los demás no en aquello que tienen, sino en aquello de lo que carecen. Una dedicatoria a las abuelas, de quienes se incluyen sendas fotografías.
Muchas cosas hay en este nuevo libro de Gemma Gorga. Todas ellas transidas de una sensibilidad única, de una delicadeza en el trato con la palabra que hace que las suyas lleguen a nosotros extrañamente intactas, como pequeños insectos que otras manos hubieran matado. Cada palabra es una verdad que respira, cada poema, un universo que tiende a la vida y un infinito que tiende a lo cotidiano. Libro de ausencias y enclaustramientos, Mur es un manual sobre cómo huir también es ir y sobre cómo encerrarse a veces es abrirse a algo mayor. Libro de horas de la soledad y de la ausencia, palabra en el tiempo.