To be continued por Carlos Reviriego

Maestro de nada, aprendiz de todos

28 noviembre, 2016 13:18

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Una imagen de Master of None[/caption]

He aquí, como Seinfeld y como Louie, otra sitcom sobre un cómico en Nueva York. Producida por Netflix, su primera temporada son diez episodios de media hora cada uno. La serie Master of None se deja ver sin esfuerzo alguno, y aunque el charlatán Dev, protagonista y creador de la función (el cómico indio Aziz Ansari), puede llegar a irritarnos con su voz aflautada como el pato Donald y sus ademanes histéricos, lo cierto es que en el magnífico segundo episodio su inteligencia y candor ya nos han conquistado por completo. Ansari, que interpretaba a uno de los funcionarios de Parks and Recreation, es un tipo curioso, con talento, ingenio cómico y sensibilidad indie, y sobre todo con un extraordinario sentido del humor pop y narcisista.

La serie gira alrededor de él y su sofisticación social, exprimiendo a conciencia todo lo que tiene que ofrecer la metrópoli neoyorquina en cuanto a restaurantes, fiestas y vida social, pero también sobre su carrera como actor, con un capítulo especial, “Indians on TV”, dedicado a satirizar las prácticas de casting con actores de origen indio. En él encontramos un hilarante repaso de los estereotipos raciales, los acentos forzados y las caras pintadas de Hollywood. Y es que Master of None es una serie que, más allá de su brillo cómico, realmente original, nace con la determinación de retratar con realismo paródico una singularidad étnica y cultural en el corazón de la capital del mundo. Algo similar hace la serie Atlanta, de Donald Glover, con la comunidad afroamericana y el universo del rap. Sobre esta extraña sitcom escribiré en el próximo post.

Dev es el centro de Master of None –extraño y sugerente título, “el maestro de nada”– y a su alrededor aparecen y desaparecen de la pantalla su novia caucásica Rachel (Noël Wells) y tres amigos bien peculiares, el actor Brian de origen taiwanés (Alan Yang, co-creador de la serie), el gigante Arnold (Eric Wareheim) y la lesbiana afroamericana Denise (Lena Waithe), que completan un cóctel multirracial de fauna urbanita capaz de impugnar las colisiones identitarias que la serie pone en juego y de las que extrae tanto humor.

El estilo de vida de Dev concentra las ansiedades tecnológicas y el vértigo del mundo contemporáneo, de modo que la comedia extrae buenos momentos de situaciones que hasta hace unos años no eran posibles, con la intervención de wassups, social media, vídeos de Youtube, etc. Víctima de la tiranía de las infinitas opciones del mundo tecnológico (que conducen a la parálisis), en un episodio, por ejemplo, Dev tiene antojo de comer unos tacos y busca en numerosas aplicaciones del móvil el mejor sitio de la ciudad, hasta que decide que se trata de un camión de comida en un barrio alejado. Cuando llega allí, los tacos se han agotado. Su exasperación no tiene fondo.

La poética del loser y del flanneur que encontramos en Louie convive con la sofisticación y la elegancia de Seinfeld, como si Master of None quisiera ser una perfecta destilación de ambas series. Algo de todo ello hay. Sin embargo, por encima de sus irregularidades –marcadas por la convivencia entre el absurdo y la melancolía– lo más atractivo de esta sitcom, considerada por The New York Times la mejor comedia televisiva de 2015, es el modo en que la comedia se disuelve en el drama existencial y viceversa, o cómo la pantalla se ofrece como un espacio de libertad narrativa. Son las puertas que tipos como Louis C. K. o Larry David han abierto, y que ahora jóvenes cómicos como Ansari y Glover tratan de llevar más lejos. El noveno episodio, para mí el mejor de la temporada y uno de los más memorables del año, es un claro ejemplo. Sus treinta minutos condensan varios meses de convivencia de Dev y Rachel que se convierte en un emotivo tratado sobre la erosión de las relaciones sentimentales.

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