Y tú que lo veas

Una colección en la pantalla

30 noviembre, 2011 01:00

No sé si es la primera iniciativa de este tipo, pero seguro que otras no alcanzan este nivel, por la fama de los artistas implicados y por la relevancia en el mercado del arte de sus promotores. Harry Blain, fundador con Graham Southern de las poderosas galerías Haunch of Venison y BlainSouthern, se ha aliado en este proyecto con Robert Norton, director ejecutivo de Saatchi Online. s[edition] -http://www.seditionart.com- es una tienda de obras de arte en formato digital que sólo pueden disfrutarse en dispositivos electrónicos. Los artistas que han aportado obras son sobradamente conocidos y actúan como el mejor reclamo para el negocio: Mat Collishaw, Tim Noble and Sue Webster, Bill Viola, Wim Wenders, Michael Craig-Martin, Shepard Fairey, Damien Hirst, Isaac Julien y Tracey Emin. Los cuatro primeros exponen en BlainSouthern y otros han tenido tratos con Harry Blain a lo largo de su carrera.

Los precios oscilan entre los 6 y los 600 euros. La web se lanzó el 17 de noviembre y parece que no va mal. Damien Hirst ha vendido un total de 437 ejemplares de diferentes obras. Suya es la más popular: una de sus composiciones de puntos de colores, a 9 euros, que han adquirido 176 personas. No le ha ido tampoco mal a Collishaw, cuyo vídeo Burning Flower está ya en las pantallas de 98 coleccionistas. Yo me acabo de comprar una fotografía de Noble and Webster (6 euros), más que nada para poder contarles cómo funciona esto y para examinar qué es exactamente lo que nos ofrecen y en qué podría mejorar el modelo. Claramente, tanto promotores como artistas esperan sacar dinero de estas ediciones digitales pero, si se extendieran, podrían tener un efecto muy positivo en la apreciación por parte de un público amplio del arte actual. Está probado que la venta (y me temo que el pirateo) de canciones y libros en archivos descargables fomentan la afición a la música y a la literatura; al arte le va a tocar adaptarse a las nuevas herramientas de disfrute de las producciones culturales.¿Para qué quiere alguien poseer una imagen, fija o en movimiento, cuando Internet está inundado de reproducciones de obras de arte? Pues por lo mismo que nos compramos una canción, cuando la podemos escuchar en las radios o en streaming.

Es muy fácil. El interesado se registra en la web y en un momento puede ver qué obras de qué artistas y a qué precio tiene a su disposición. Son ediciones de entre 2.000 y 10.000 ejemplares, quizá demasiados para hablar de “ediciones limitadas”.

Mi perfil, con mis adquisiciones. Puedo hacerlo privado, si quiero

Mi perfil, con mis adquisiciones. Puedo hacerlo privado, si quiero

El sistema es bastante convincente. Lo del certificado de autenticidad está de sobra, la verdad. Con 10.000 ejemplares... Se trata más bien de proteger los derechos del artista, lo que es loable, y de vender el producto vistiéndolo de gala. El principal problema que le veo es que, mientras que las fotografías tienen un precio muy asequible, entre 6 y 9 euros, los vídeos -que son lo más atractivo- son relativamente caros. Sobre todo teniendo en cuenta que varios de ellos son adaptaciones de obras preexistentes (mi fotografía también lo es) y tienen una duración muy breve. Y que no se pueden descargar. Los vídeos de Bill Viola duran segundos y cuestan 150 euros. Cuando en su distribuidora, Facets, puede comprarse una antología de cuatro obras (casi una hora) o The Passing completo por 43,50 euros.

Image: Jovellanos, un católico ilustrado

Jovellanos, un católico ilustrado

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