
Demi Moore, favorita al Oscar por 'La sustancia': la estrella de los 90 renace de sus cenizas abriéndose en canal
Demi Moore, favorita al Oscar por 'La sustancia': la estrella de los 90 renace de sus cenizas abriéndose en canal
La intérprete se desnuda física y simbólicamente en una película de terror que denuncia el trato que Hollywood da a las mujeres cuando alcanzan la madurez.
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En La sustancia, una película con un final tan loco y perturbador como fascinante, Demi Moore entrega una de las mejores interpretaciones de su carrera, por la que es una de las favoritas para llevarse el Oscar a la mejor actriz protagonista el próximo domingo. El papel también le valió el Globo de Oro, el Critics Choice y el domingo pasado fue reconocida por sus compañeros de profesión con el Premio del Sindicato de Actores de Hollywood.
En los Oscar, Demi Moore competirá contra Mikey Madison por Anora (su rival más fuerte según las quinielas), Cynthia Erivo por Wicked, Fernanda Torres por Aún estoy aquí y Karla Sofía Gascón por Emilia Pérez, cuyas opciones han caído en picado tras el escándalo de sus tuits ofensivos.
En La sustancia, Moore se desnuda física y simbólicamente. Como cualquier actriz veterana de Hollywood, en la vida real es víctima de lo que, llevado al extremo y en clave de body horror, denuncia la película de Coralie Fargeat: la inclemencia con la que la industria del espectáculo escupe a las mujeres cuando envejecen, después de haber explotado su imagen cuando por edad y físico encajaban en sus rígidos cánones de belleza. Unos cánones en los que Moore, que ahora tiene 62 años, siempre ha querido mantenerse, siendo muy exigente con su propia imagen, a base de retoques estéticos y mucho ejercicio físico.
La película se ha convertido en el estreno más visto en la historia de Filmin, plataforma donde puede verse desde el 31 de enero. En ella, Moore interpreta a Elizabeth Sparkle, una popular y veterana presentadora de un programa de televisión de fitness, que es despedida por el director de la cadena (un Dennis Quaid que encarna a la perfección el arquetipo de jefazo machista y condescendiente, sin escrúpulos ni modales) para ser reemplazada por alguien más joven.
La obsesión de la protagonista por seguir en el candelero la hará someterse a un peligroso tratamiento clandestino que implica desdoblarse en una versión más joven y estéticamente mejorada (una deslumbrante Margaret Qualley) que, en teoría, es ella misma y que se convierte en la nueva estrella del programa que antes presentaba Sparkle.
“Las dos sois una”, le recuerda por teléfono una misteriosa voz cada vez que la protagonista llama para quejarse de que el experimento no está resultando como ella esperaba. La versión más joven, cada vez más egoísta, se sobrepasa al alimentarse de la versión original (“la matriz”), vampirizándola y dejándola más y más decrépita, en un intercambio que recuerda al célebre El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.
Ascenso, caída y regreso
Demi Moore (Roswell, Nuevo México, EE. UU., 1962) comenzó su carrera como modelo y dio el salto a la pantalla con algunas películas modestas. En 1981 le llegó su gran oportunidad con un papel recurrente en la telenovela Hospital General, la serie más longeva de Hollywood, que se estrenó en 1963 y continúa emitiéndose hoy. Después pasó a formar parte de la conocida como Brat Pack, la “pandilla de niñatos” (esa es la traducción del término) más famosa, triunfante y juerguista de los años 80. Por aquella época protagonizó algunas películas exitosas dirigidas al público adolescente, como St. Elmo, punto de encuentro (1985).

Molly Ringwald, Judd Nelson, Emilio Estevez, Demi Moore, Rob Lowe, Ally Sheedy y Andrew McCarthy
Precisamente, el gran momento profesional que está viviendo Moore gracias a La sustancia coincide con el estreno en Movistar Plus+ de Brats: las jóvenes estrellas de los 80, que repasa aquella época y en el que Demi Moore aparece recordando las anécdotas de entonces y los serios problemas de adicción que atravesó entonces, y a pesar de los cuales consiguió mantenerse en activo.
En 1990 protagonizó Ghost, la película más taquillera de aquel año, en la que interpretaba a una joven viuda que mantenía contacto con el fantasma de su marido, al que encarnaba Patrick Swayze. En los años siguientes participó en otras películas exitosas, como Algunos hombres buenos (1992), Una proposición indecente (1993) y Acoso (1994).
Moore se convirtió en aquella década en una de las actrices mejor pagadas de Hollywood, y de hecho es conocida por haber peleado por la equidad salarial entre hombres y mujeres dentro de la industria. En 1996 cobró 12,5 millones de dólares por protagonizar Striptease, una auténtica fortuna entonces.
Un año más tarde protagonizó La teniente O’Neil, película en la que interpreta a la primera mujer en ingresar en el cuerpo de élite SEAL de la Marina de los Estados Unidos. Su cara ensangrentada y con el pelo rapado durante un durísimo entrenamiento lleno de vejaciones se convirtió en una de las imágenes más icónicas de su carrera.
Tras aquel pico de popularidad, la carrera de la actriz fue entrando en declive, con interpretaciones muy mal consideradas por la crítica (El jurado, Striptease), mientras crecía su fama de diva caprichosa, que le valió el apodo de Gimme More (“dame más”, un juego de palabras con su nombre).
La celebridad y el caché de Moore no han ido acompañados de premios importantes. En 1990 fue nominada al Globo de Oro a la mejor actriz de comedia o musical por Ghost, y en 1996 fue nominada en la categoría de mejor actriz de serie, miniserie o telefilme por Si las paredes hablasen, película sobre el aborto que ella misma produjo.
En cambio, ha obtenido varios antipremios Golden Raspberry: en 1996, el de peor actriz por El jurado y Striptease, más el de peor pareja fílmica junto a Burt Reynolds por esta última; un año más tarde volvió a llevarse el de peor actriz por La teniente O’Neill, y en 2003 el de peor actriz de reparto por Los ángeles de Charlie: Al límite.
Pero todo eso podría quedar en el olvido el próximo domingo. Nominada por primera vez al Oscar en toda su carrera, podría llevárselo por un trabajo soberbio en el que pone mucho de ella misma dejando ver su vulnerabilidad y las huellas en su cuerpo del cruel paso del tiempo.