Image: El existencialismo según Israel Galván

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Escenarios

El existencialismo según Israel Galván

El bailaor presenta El final de este estado de cosas

30 octubre, 2009 01:00

Israel Galván en em>El final de este estado de cosas

Tras pasar por Jerez y Sevilla, el singular Israel Galván lleva al Español de Madrid, dentro del Festival de Otoño, un montaje en el que destila buena parte de sus inquietudes en torno a la vida y la muerte.

"Cuando terminas una actuación es como si hubieras dejado en el escenario algo de tu vida". Se trata de una de las frases que el bailaor Israel Galván (Sevilla, 1973) va soltando hasta perfilar la marca de un artista que basa su trabajo en la reflexión interna, la lectura, la experiencia y el ánimo de alcanzar la máxima expresión a través del despojo y la esencialidad.

Durante los días 5, 6, 7 y 8 de noviembre el Teatro Español de Madrid acoge al espectáculo El final de este estado de cosas, redux, que incluso sometido a esa rebaja temporal, por sí solo y en la exacta medida que tiene ahora, encarna con toda su poderosa contundencia el universo de un autor cuyas primeras obras habían sido poco menos que colgadas de la picota. Es verdad que tanto la crítica como gran parte del público de los festivales y ciclos flamencos, habituados a otros cantos de sirena, resultaron gravemente noqueados y a la salida de los coliseos vagaban como idos, sin saber dónde posarse. Pero ahora -el tiempo, gran escultor, que diría Marguerite Yourcenar- todo varía y se muestran no sólo complacientes sino en verdad entusiasmados con los turbadores montajes de Israel Galván.

El final... acaba de llegar triunfante del Festival de Avignon En total, ocho representaciones arropadas por un público fervoroso, "abierto y acostumbrado a las más variadas propuestas. Por allí ha ido desfilando lo más arriesgado, lo que constituye la vanguardia escénica. Yo creo que el verdadero reto es que un grupo de flamencos hemos estado a la altura de un acontecimiento de tanto prestigio, al lado de otras compañías de teatro contemporáneo", dice Israel, que ha vivido el flamenco desde niño y comenzó a bailar al lado de sus padres, José Galván y Eugenia de los Reyes.

Un proceso de cambio
Los tablaos, las fiestas, la compañía de Mario Maya, constituyeron el campo de aprendizaje y la educación profesional de alguien que sintió "la urgencia de salir de ahí para iniciar mi propio camino y, aunque no conozco en su totalidad el cuerpo que me pertenece y sigo empeñado en una obstinada búsqueda, paralelamente a la creación de mis espectáculos se ha originado un proceso de cambio". Ese cambio le ha llevado a elaborar títulos tan atractivos como La metamorfosis o Tábula rasa, hasta llegar a El final de este estado de cosas, redux, que ya ha pasado por el Festival de Jerez y por la última edición de la Bienal de Sevilla. "Yo hago los espectáculos según mi estado de ánimo, pero en el caso de El final es un desnudarme para intentar extraer otro lado mío. Voy a cruzar un infierno y romperme en el escenario con el fin de mostrar lo más profundo y los diferentes estados por los que pasa el cuerpo", afirma Israel. Su baile no nace de la pretensión de alterar los conceptos estéticos de la danza flamenca ni de sorprender al público y a la crítica especializada con coreografías más o menos inquietantes o simplemente escandalosas, sino de responder al estímulo de su necesidad indagatoria y manifestar así un lenguaje personal y exclusivo. Es tan sincero como descarnado y, estoy seguro, no le importaría una noche morir en las tablas. "El final es una ceremonia religiosa porque se desarrolla a partir de algunos pasajes del Apocalipsis, pero no intento explicar el significado de esos textos; sólo muestro imágenes que me sugiere su simbología. Es un viaje, un Vía Crucis donde me sacrifico delante del público".