Image: William Christie

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Música

William Christie

El director debuta en el Metropolitan con Così fan tutte de Mozart

12 noviembre, 2010 01:00

El director norteamericano William Christie. Foto: Michel Szabo.

El fundador de Les Arts Florissants aparca por unos días sus compromisos historicistas para debutar a los 66 años en el foso del templo neoyorquino dirigiendo Così fan tutte de Mozart, su nuevo talismán.

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  • William Christie ha vuelto a casa. Lo dice él mismo, con impecable acento versallesco y con la emoción que conlleva su debut en el Metropolitan neoyorquino. Nació muy cerca de Manhattan (Buffalo, 1944), pero ha necesitado cumplir 66 años y colocarse en el pecho la Legión de Honor francesa para debutar en el foso más disputado y prestigioso de Estados Unidos.

    La condición estriba en que no ha podido traerse a su orquesta, Les Arts Florissants. Christie se ha aplicado a los músicos del Met. Y los ha encontrado "flexibles, abiertos, trabajadores, sensibles al inter- cambio de ideas", tal como declaraba a El Cultural. Se desprende que el Così fan tutte "resultante" se atendrá también a los términos de un intercambio. Christie propone su visión madrigalista de la ópera de Mozart. Y la orquesta aporta la personalidad y el sonido, aunque sin los matices ni los requisitos estilísticos con que trabajan las agrupaciones de instrumentos originales. "Cuando digo que Così es el último madrigal italiano me refiero esencialmente al cuidado con que Mozart cuidaba los pasajes de conjunto, los cuartetos vocales, los quintetos, los sextetos. También hay arias y pasajes vocales de gran peso individual, pero creo que la ópera se juega en los momentos concertantes", explica el maestro.

    El efecto ‘Big Jimmy'
    William Christie se apresura a reconocer el "impresionante trabajo" que James Levine ha realizado como jefe de filas del Met. También atribuye a ‘Big Jimmy' la sensibilidad mozartiana de la orquesta, constatable en el repertorio mayor de Mozart y en otras óperas, como Idomeneo, menos habituales en el historial del templo neoyorquino. "Cuando los músicos tienen espíritu constructivo no es tan importante el debate de las orquestas de época respecto a las orquestas modernas. Muchas veces se confunde la forma con el fondo. Por eso creo que la agrupación del Met ha sido un espacio de trabajo fértil para llevar a cabo las ideas que tengo de la partitura", razona Christie.

    El director de Les Arts Florissants, patriarca en Francia de la revolución historicista y gran intercesor en el hallazgo del repertorio tricolor, ya ha colaborado con ilustres orquestas "convencionales", incluida la Filarmónica de Berlín. Es una demostración de la pujanza con que se han ido abriendo paso los valedores del "barroco genuino". Antes eran una minoría y un puñado de visionarios. Ahora se les considera la referencia, más allá de la obstinación con que algunos directores, verbigracia Riccardo Muti, perseveran en las aproximaciones romanticonas o romanticoides del barroco. "Las evidencias nos han dado la razón. De hecho, la experiencia del Met implica el reconocimiento a una manera de hacer la música, de concebirla, de interpretarla. Hemos ido venciendo la resistencia. Y se ha demostrado que la llamada revolución historicista era necesaria. Me refiero al enorme repertorio que se ha exhumado y al propósito de encontrar una estética más cercana al fondo y la forma con que fue escrito".

    El director norteamericano, profesor de la eminente Juilliard School de Nueva York, espera ahora que muchos colegas de su generación y otras vacas sagradas se atrevan a realizar el camino inverso. Al igual que él ha dirigido en el Met, aguarda a que Mehta, Maazel o Gergiev se pongan delante de una orquesta de instrumentos originales y se despojen de los últimos prejuicios. Mientras tanto, Christie profundiza en su relación con Mozart. Ya ha tuteado la trilogía de Da Ponte. También ha llevado a cabo La flauta mágica y El rapto en el serrallo, más allá del repertorio religioso (Réquiem) y de otras sorpresas que no quiere desvelar. "Sería muy pretencioso llegar a la conclusión de que he o hemos encontrado la manera auténtica de hacer música. Lo que no puede negarse es que tratamos de buscar que cada concierto sea auténtico. Lo cual no quiere decir que cuatro o cinco orquestas barrocas interpreten una misma obra de Händel de manera completamente distinta".