Després ve la nit
Autor y director: David Plana. Intérpretes: Miriam Iscla. Escenografía: Jon Berrondo. Sala Beckett. Barcelona
Lo mejor de Després ve la nit es la confirmación -anunciada ya en 1991(Petits contes misògins)- de la versatilidad, ductilidad, multiplicidad de registros y capacidad de comunicación de Miriam Iscla, que aquí interpreta a una mujer de treinta y cinco años, de vida mediocre y llena de frustraciones y resentimiento, mitómana de una gran actriz, que recibe al público en una sesión de homenaje a este personaje con quien vivió una relación íntima en la adolescencia. Luego, el destino sumió a una en la fama y a ella en la frustración sublimada por una admiración que la lleva a imitar perfectamente a la actriz, a reproducir sus gestos, a convertirse en ella en una simbiosis de amor y odio. Su habitación está poblada de recuerdos, su mundo interior de un resentimiento que la lleva a la autodestrucción y que acabará sumiéndola en la oscuridad de la noche en soledad. El texto -que no se cuenta entre los mejores de Davida Plana- es sencillo y de ágiles diálogos, pero no facilita que el público se adentre en su subtexto; es un texto que sirve al lucimiento de la actriz. Vale la pena ver su interpretación.
Lo mejor de Després ve la nit es la confirmación -anunciada ya en 1991(Petits contes misògins)- de la versatilidad, ductilidad, multiplicidad de registros y capacidad de comunicación de Miriam Iscla, que aquí interpreta a una mujer de treinta y cinco años, de vida mediocre y llena de frustraciones y resentimiento, mitómana de una gran actriz, que recibe al público en una sesión de homenaje a este personaje con quien vivió una relación íntima en la adolescencia. Luego, el destino sumió a una en la fama y a ella en la frustración sublimada por una admiración que la lleva a imitar perfectamente a la actriz, a reproducir sus gestos, a convertirse en ella en una simbiosis de amor y odio. Su habitación está poblada de recuerdos, su mundo interior de un resentimiento que la lleva a la autodestrucción y que acabará sumiéndola en la oscuridad de la noche en soledad. El texto -que no se cuenta entre los mejores de Davida Plana- es sencillo y de ágiles diálogos, pero no facilita que el público se adentre en su subtexto; es un texto que sirve al lucimiento de la actriz. Vale la pena ver su interpretación.