Goran Bregovic caldea el "Infierno" de Tomaz Pandur
El músico Goran Bregovic (izquierda) junto al director de escena Tomaz Pandur
El músico más popular de los Balcanes, Goran Bregovic, y el director de escena esloveno Tomaz Pandur se han unido una vez más para recrear en el teatro María Guerrero de Madrid Infierno, de Dante. Es el gran estreno de la temporada del Centro Dramático Nacional, el día 25, y con un reparto de actores españoles encabezado por Charo López.
Pandur ya montó en el 2001, en Hamburgo, la Divina Comedia completa pero, según explica, "Gerardo Vera (director del CDN) y yo queríamos hacer la pieza más inspirada de mi repertorio, que sirviera para dar a conocer mi trabajo en España". La elección recayó en la primera parte de este poema, del que ha hecho "una nueva versión, distinta a la anterior, porque el mundo se ha colapsado desde la producción de Hamburgo. Hemos terminado con los viejos muros pero hemos construido otros nuevos".
Idolatrada estrella del rock
-¿Hace cuanto tiempo que ustedes dos se conocen?
-Goran Bregovic: Hace diez años que le conozco y es el único que entiende el teatro como yo lo imagino: un espectáculo ritual, que te hace volar y sumergirte, y no simplemente un medio para contar historias. Por eso, yo, que no compongo para el teatro, sólo he colaborado con Pandur. Mi música se adapta perfectamente a su idea, por eso quise dársela a él.
-Tomaz Pandur: Goran era una estrella del rock cuando yo era un adolescente e iba a sus conciertos. Era un ídolo en los países socialistas y hoy él sigue representando la idea de la Yugoslavia unida. Le invité a colaborar en un espectáculo que hice en 1996, se llamaba Babylon, y desde entonces seguimos trabajando juntos. Somos como hermanos y compartimos la misma forma de pensar.
-¿Qué pensamiento es ese?
-T. P: Mi teatro gira en torno a la fusión de cosas diferentes, salta fronteras e intenta romper estereotipos. Busco aflorar las emociones, las voces y los impulsos interiores sin que sean manipulados. El teatro moderno tiene que construirse como una arquitectura del alma y para eso necesita atacar ambos lados de la psicología humana: la conciencia y el subconsciente.
-¿Cómo trabajan juntos?
-G. B: Le he ido mandando lo que he compuesto para él en los últimos dos años y hoy voy a ver lo que ha escogido. él es libre de usar lo que quiera. Hay composiciones del montaje de Hamburgo que posiblemente va a usar.
-¿Qué instrucciones le dio Pandur?
-G. B: Yo no trabajo como un compositor al servicio de un director. Hay otros que hacen eso mucho mejor que yo. ¿Instrucciones? Ninguna.
-Algo le explicaría Pandur sobre lo que iba a hacer.
-G.B: Me dijo que trabajara sobre lo que me inspira el infierno.
-¿Con qué identifican el infierno? ¿éste es un montaje dantesco?
-T. P: No, es panduresco. Dante es enorme, casi tan grande que nadie lo puede abarcar, pero sí inspirarse en sus palabras para decir algo precisamente en este momento, en este tercer milenio. La obra es un viaje a través de los diferentes estados del alma humana, y yo me he propuesto encontrar la luz en la oscuridad, investigar en los opuestos, en nuestra propia identidad y cruzar el río, porque el teatro es la única forma artística que puede hacerlo. Si al final de la actuación alguien se hace una sola pregunta, la misión se habrá cumplido.
-G. B:Intento pensar en las cosas desde su opuesto. Así que si me dicen el infierno pienso también en el paraíso. Por eso, le he compuesto una música feliz y alegre.
Tipología de los pecados
-En el Infierno Dante lo que hace es una tipificación de los pecados de acuerdo con el dogma cristiano.
-T. P: Sí y yo lo que hago es preguntarme ¿cuáles son esos pecados hoy en día? ¿Cómo han cambiado desde los tiempos de la Inquisición?
-La Divina Comedia es un poema épico teológico construido de acuerdo a la mentalidad cristiana del Medievo. ¿Es fiel a esta idea el espectáculo?
-T. P: Por supuesto, pero abre muchos más espacios a esa idea que ya trató Virgilio en la Eneida, los tibetanos en el Libro Tibetano de los Muertos y también los egipcios. He mantenido esa idea espiritual, multiplicándola y proyectándola por encima de creencias religiosas y políticas.
-¿Ustedes creen en Dios, se consideran personas religiosas?
-G. B: Nací en una familia comunista pero mis dos abuelas, una ortodoxa serbia y la otra católica croata, eran cristianas, así que fui bautizado. Mi música tiene una gran influencia de la música religiosa, pero yo no he tenido mucho contacto con la Iglesia excepto en los últimos dos o tres años, que he empezado a trabajar para ellos. Por ejemplo, el Vaticano me encargó una pieza musical. Creo que tengo una pequeña conciencia metafísica de la existencia, como tiene todo el mundo.
-T. P: Sí y no. Mi dios es el teatro.
-¿Cómo ha influido la guerra de Yugoslavia en sus carreras?
-T. P: Hemos experimentado la pérdida de nuestro país, han pasado los años de la guerra y se ha intentado establecer nuevos valores, eso ha sido horrible: lo que ayer era malo, hoy es bueno; el que ayer era amigo, hoy es enemigo y lo peor es que se ha empezado a juzgar a los artistas por su procedencia. Ha sido duro sobrevivir con la cabeza limpia y siendo honesto y sincero.
-G. B: Aunque nací en Sarajevo, afortunadamente no viví la guerra de cerca. Hoy mi tierra materna no la entiendo como algo geográfico o político, sino como un territorio emocional.
-Pero ahora ¿es más fácil para ustedes colaborar unos con otros, ya sean de Croacia, Serbia o Eslovenia?
-T. P: Hay muchos prejuicios porque los huesos siguen todavía sin haberse soldado. Yo estoy orgulloso de haber establecido durante el tiempo que dirigí el Teatro Nacional Esloveno de Maribor una colaboración con todo tipo de artistas y en contra de la locura que se vivía. Fue en ese momento cuando creí en el poder del teatro.
El exilio privilegiado
-Goran vive en París y Pandur salta de Nueva York a Madrid. ¿Se sienten exiliados?
-G. B: Por supuesto, pero a lo largo de la historia del arte ha habido muchísimos artistas que han tenido que vivir fuera de su hogar. El exilio, humanamente es complicado, pero artísticamente es privilegiado porque empiezas desde cero. Cuando era una estrella de rock en mi país también sufría la rutina, por muy gloriosa que fuera. En el exilio no es fácil tener confianza en uno mismo y, especialmente, cuando vienes de un país pequeño y de una cultura minoritaria.
-T. P: Mi caso es distinto al de Goran, porque yo procedo de Eslovenia que no ha vivido la guerra como Bosnia. Yo no me siento en el exilio, me he convertido en un ciudadano del mundo que acepta su destino. Y muchas veces me doy cuenta que llamo hogar al lugar en el que en ese momento vivo. Soy de donde realmente están mis amores.
-¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
-G. B: Bueno, acabo de componer La Carmen de Bregovic con final feliz una ópera escrita para ser interpretada por una típica orquesta gitana y preparo mis conciertos.
-T. P: Ahora lo que me importa es el espectáculo y luego ya veremos. Tengo pendiente los guiones de dos películas que me gustaría dirigir. Y luego seguiré con mi compañía.