Teatro

Esperando a Godot

Autor: Samuel Beckett. Director: Jaroslaw Bielski

3 noviembre, 2005 01:00

Actores: Compañía Replika. Sala Replika. Madrid.

Teatro Réplika se ha atrevido con un texto que esta considerado, por amplia mayoría, el santo y seña del teatro del absurdo; y Teatro Réplika lo ha resuelto con eficacia y sensibilidad. Cuando los penados de la prisión de San Quintín vieron Esperando a Godot se produjo una verdadera conmoción. Una obra destinada a un público intelectual sacudió los cimientos de la prisión y el alma de millar y medio de reclusos. ¿Puede Esperando a Godot llegar al alma de unos marginados y delincuentes que nada esperan de la vida si no los barrotes de una celda? Puede. Porque, en el fondo, en Esperando a Godot Samuel Beckett no deja ni un resquicio a la esperanza; es la tragedia absoluta. Y esa engañosa espera es una abstracción, un imposible; como la liberación improbable de una prisión maldita; vayan donde vayan, la cárcel, la condena seguirá siempre a los convictos.

Teatro Réplika, cada vez más firme, sólida y definida, ha afrontado este difícil texto cuyo éxito suele basarse en las virtudes de los actores. Eso es verdad, más se requiere también el pulso firme de una dirección que sea capaz de armonizar esa especie de conciencia lógica e inocente que es Vladimir (Raúl Chacón) y la conciencia sentimental, más áspera, que representa Estragón (Jesús Cortés). Y, en medio, la ostentación prepotente de la riqueza de Pozzo (Luís Martín), el gran patrón odioso.

El espacio escénico resulta quizás demasiado sombrío o acaso sea la deficiente iluminación de la sala; como fuere, los dos paneles laterales de Malgorzata Zak, pinturas incendiadas, dan una idea más de incertidumbre y amenaza que de desolación. Lo cual es una forma de mirar la tragedia, aunque sea una tragedia tan descarnada como la de Esperando a Godot.