Pandur se acerca a Duato
Tomaz Pandur (a la izda.) y Nacho Duato, en un ensayo de Alas
La Compañía Nacional de Danza estrena el 28 de abril en el Palacio de Festivales de Cantabria Alas. Es la última creación de su director, Nacho Duato, y primera colaboración con el director de teatro esloveno Tomaz Pandur. La coreografía supone la vuelta al escenario de Duato.
Fue Pandur (conocido en España por su controvertido montaje en el Centro Dramático Nacional, Inferno) el que propuso un trabajo conjunto al coreógrafo. "Cuando conocí la obra de Pandur quedé verdaderamente impresionado. Vi que teníamos muchas cosas en común. Tomaz hace un teatro muy visual, utiliza la danza, la música se apoya más en la estética que en el texto", explica Duato. "Tomaz había seguido toda mi trayectoria, había visto todas mis coreografías, había leído mis libros. Pero además del interés que sentía por mi trabajo, cuando nos sentamos a hablar, vi que nos interesaban los mismos libros, la misma música, el mismo cine. Así que encontramos una afinidad tanto en la vida como en el trabajo".
Alas supone un giro en el trabajo del coreógrafo por el proceso de colaboración con Pandur. Ambos se marcaron como objetivo la búsqueda de un nuevo vocabulario que fuera una auténtica fusión de danza y teatro, más allá de una mera convivencia de lenguajes escénicos. "No nos interesaba a ninguno de los dos el camino de la danza-teatro", apunta el coreógrafo, "lo que se ha intentado, y veremos si lo hemos conseguido o no, es llevar la danza a su límite para que el texto hablado surja de una verdadera necesidad de hacerlo". Y añade: "Hemos diseñado la escenografía y el vestuario juntos. La escenografía consiste en un pilar central de cristal, un especie de torre de luz que conecta el cielo y la tierra, donde también se proyecta vídeos y por donde cae una lluvia purificadora al final".
Supone también un reto para los excelentes bailarines de la CND, que se enfrentan por primera vez con un trabajo tan teatral, tarea que compartirán con el coreógrafo. Duato explica su decisión de volver al escenario para este montaje: "Tomaz me admiraba como bailarín, y fui la inspiración de este trabajo. Pero no me gusta eclipsar a los bailarines así que, aunque mi papel es el del ángel protagonista de la obra, soy un protagonista periférico, el narrador que observa lo que ocurre en escena". En cuanto al texto, funcionan como un coro, cada uno en su propio idioma, que comenta la acción en escena.