Teatro

Israel Galván

“Seguiré siendo bailaor fuera del clasicismo”

5 octubre, 2006 02:00

Israel Galván. Foto: Xavier Sanfulgencio

Es el bailaor flamenco de moda y no conoce fronteras en la expresión de su arte. Después de haber pasado por la Bienal de Sevilla, Israel Galván (Sevilla, 1973) baila este sábado en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, dentro del Festival Flamenco Solidario. Y el próximo 17 de octubre actuará en la sala Latinarte.

Aunque baila desde niño, Israel Galván (Sevilla, 1973) comenzó en los tablaos sevillanos y a los 18 años ingresó en la compañía de Mario Maya. Fueron tiempos de férrea disciplina y aprendizaje, para ganar luego los premios más prestigiosos. Sus obras definen a un artista al que Enrique Morente ha señalado como "el más viejo de los bailaores jóvenes" y del que el profesor y especialista José Luis Navarro escribe que "recorre la distancia abismal que separa el más depurado clasicismo del más atrevido vanguardismo". Ha bailado al son de distintas voces flamencas, aunque también ha incluido en sus montajes músicas de Stravinsky o Luigi Nono. A Israel Galván se le considera un transgresor, un revolucionario, pero es el bailaor que abre nuevos horizontes para la danza flamenca.

"Siento la necesidad de cambiar el concepto de baile que hacían los de la generación anterior. Ellos tenían una estética más teatral, donde el baile pierde su esencia y se muestra condicionado por movimientos que narran un texto para que el público lo entienda. Es lo que menos me interesa, por eso intento buscar otras formas de expresión. La farruca o la seguiriya poseen una dramaturgia y una entidad suficientes y no hay que añadirles nada más.

-¿Admite la presencia de maestros en el inicio de su carrera profesional?
-Mi padre, Manuel Soler y Mario Maya, al que le debo la capacidad de comprender muchas cosas. Sin embargo, yo me veo cercano a Vicente Escudero y Carmen Amaya, que hacían un baile más libre y personal. Después de ellos se produjo un periodo de clasicismo, que ahora está un poco manido.

-¿Cuándo comenzó a darse cuenta de que había que efectuar cambios en el baile flamenco?
-Lo que ocurre es que no podía seguir bajo las exigencias de un ballet, donde había un control severo de la movilidad y de los tiempos. Al querer ser solista, me presentaba a los premios y era peor, porque tenía que bailar para el jurado. Así que cuando me dieron la oportunidad de mostrarme libremente, lo primero que hice fue bailar sobre una chapa metálica con el sonido de una imprenta como fondo. Era un homenaje a Vicente Escudero, el cual, a finales de los años veinte del pasado siglo, había bailado en la sala Pleyel de París con el acompañamiento de dos motores. Después leí La metamorfosis, de Kafka, y fue una revelación. A partir de ahí supe que me iba a transformar en otra persona. Los cambios forman parte de un proceso natural. Ha sido un camino lento y ahora estoy viendo los resultados.

Bailar a su manera
-¿Se siente solo en ese camino?
-Existen muchos bailaores que pretenden contar la verdad que llevan dentro. La gente necesita manifestarse con otros lenguajes. No quiere decir que dejen de ser flamencos, porque la raíz y la energía son flamencas, pero cada uno debe interpretar el baile a su manera.

-Sin embargo, escoge para sus últimos espectáculos cantaores y cantaoras de corte clásico.
-Y también solistas que tienen una rítmica diferente con gran riqueza de matices. Las voces de Inés Bacán o Terremoto me inspiran más y no se ajustan a los tiempos de una coreografía determinada. Interpretan la música libremente, según sus necesidades expresivas. Al estar supeditado el bailaor a la incertidumbre del cante, todo es más sorpresivo, novedoso y adquiere otra dimensión.

-Algunos críticos han señalado la influencia de la danza contemporánea en su baile.
-Soy partidario de la libertad de movimientos, pero jamás intento aplicar técnicas de danza contemporánea en el contexto flamenco, que posee sus propias claves y su estética. Comprendo que un crítico flamenco, que posiblemente carezca de conocimientos de la danza contemporánea, no acepte como flamenco lo que hago, pero por encima está mi baile. Si te implicas en un lenguaje que rompe con 30 o 40 años de danza flamenca, es natural que se produzcan opiniones contrarias.

-¿Llegará un momento en que la danza de Israel Galván evolucione tanto que se separe de lo que consideramos flamenco?
-No pienso en fronteras. En este sentido, me puedo encontrar más próximo a ciertas danzas japonesas que al baile clásico español, aunque no me considero inventor de una nueva danza; sería el israelismo, ¿no? (risas). Yo seguiré siendo bailaor, sin estar dentro de lo que consideramos clasicismo. De manera que no sé dónde voy a llegar, pero con el tiempo uno es más consciente de lo que hace y mi baile va adquiriendo mayor solidez.