El héroe de la muerte
'Cantando bajo las balas' en la sala Francisco Nieva
27 noviembre, 2008 01:00Un momento de la representación.
De espectáculo "necrófilo" califica el autor Antonio álamo a Cantando bajo las balas, inspirado en el fundador de la Legión Millán Astray. Protagonizada por Adolfo Fernández y dirigida por álvaro Lavín, llega hoy a la sala Francisco Nieva de Madrid.
El montaje, que lleva cerca de un año y medio de gira aunque con algún que otro parón debido a unos problemas físicos por los que ha pasado su único actor, es "un espectáculo necrófilo", según el dramaturgo. Lo es debido a que álamo ha convocado al mayor apóstol de la muerte en España, el general José Millán Astray y Torreros. Mutilado varias veces antes y después de fundar la Legión, el militar es conocido también por los gritos que pronunció en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Ese día Millán Astray soltó unos famosos "¡Viva la muerte!" y "¡Abajo la inteligencia!", en respuesta al célebre "¡Venceréis pero no convenceréis!" con el que Miguel de Unamuno había replicado los discursos allí pronunciados. El digno gesto del rector de la Universidad puso en peligro su vida, que salvó prácticamente la esposa de Franco al llevárselo de allí.
La obra de álamo se centra en teoría en el incidente, pero en realidad vira hacia Millán Astray. El autor lo presenta como un ser excesivo en todo, con aires demasiado grotescos, aunque es cierto que la vida del general proporciona muchos motivos para hacerlo así. Entre otros, el militar recuerda su boda con una mujer que tras casarse le dice que ha prometido mantenerse virgen, los amores que tuvo con otras, así como sus primeros años en el Ejército y sus heridas de guerra. De éstas se siente, como del resto de las cosas, orgulloso por completo. Y que celebra cantando, cantando a voz en grito himnos legionarios y cuplés populares de la época porque no concibe la vida de otro modo. También aparece su relación con Franco, de quien fue jefe en el Tercio, el desprecio hacia los contrarios y a todos los que no pensaban como él, y el enfrentamiento con Unamuno, que aparece en forma de muñeco en un escenario en el que aparte de Fernández sólo está el pianista Mariano Marín.