Image: Lavelli reaparece con El avaro en Madrid

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Teatro

Lavelli reaparece con El avaro en Madrid

Juan Luis Galiardo encarna al personaje de Molière

2 abril, 2010 02:00

Juan Luis Galiardo, en un momento de la obra

El avaro de Molière, que se estrenó el pasado abril en el Centro Dramático Nacional, llega al Festival de Mérida. Se trata de una obra que en estos tiempos adquiere resonancias especiales. Una producción dirigida por Jorge Lavelli que nos devuelve a la escena al actor Juan Luis Galiardo.

"Podría pensarse que el viejo Harpagón -nos cuenta José Ramón Fernández, autor de la versión de El avaro junto a Jorge Lavelli- ha llamado a la puerta de nuestro imaginario traído de la mano por la crisis de los bancos. No es así. El teatro no busca la actualidad, sino aquello de eterno que hay en nuestro paso por el mundo. Harpagón nos interesa porque habla de nuestro miedo, de nuestra sensatez exagerada: como Harpagón es un ser humano, teme que el gasto excesivo lo lleve a la pobreza".

Si bien es cierto que el teatro no busca la simple actualidad (cuando lo pretende sólo encuentra costumbrismo ramplón), sucede en ocasiones que la esencia del texto viene a reflejar algo que, en el momento de la representación, resuena de un modo especial. Así, el miedo de El avaro a la pobreza se convierte en metáfora de nuestra propia propensión al miedo en la sociedad actual. De ahí nuestro exacerbado sentido común ante cualquier situación de riesgo que ponga en crisis nuestro bienestar y de ahí, por tanto, nuestra avaricia. La mirada que Molière derrama sobre El avaro -encarnado magistralmente por Juan Luis Galiardo- es satírica e irónica pero también es divertida y está llena de piedad por las miserias de unos seres que aún se parecen demasiado a nosotros mismos.

El avaro es una comedia en cinco actos -inspirada en La olla de Plauto- con la que Molière satirizaba la falsedad y las costumbres anquilosadas de la sociedad francesa del XVII. La puesta en escena de Lavelli parte de un uso dinámico del espacio para destacar lo esencial del texto: "en un teatro desnudo utilizamos tres elementos móviles que construyen las diferentes situaciones dramáticas", explica el director de escena.

Así, la iluminación -firmada por Lavelli en colaboración con Roberto Traferri- ocupa un lugar privilegiado en un montaje en el que cohabitan lo dramático y lo grotesco. "Mi tarea", continúa el maestro argentino, "no ha sido la reconstrucción de aspectos históricos sino la de sus contornos socialmente decadentes".

Y a propósito de la modernidad de la pieza, Lavelli afirma que "es moderno lo que puede ser significativo a todos los niveles" y que "el teatro, en definitiva, no es más que una manera ejemplar de hablar, bajo la forma estética elegida, de la verdad". Sabias palabras, bálsamo contra la falsedad.