La muerte del hámster
Eduardo Vasco lamenta el cortorcircuito en la transmisión del legado dramático español y y la atomización de la industria escénica en estos años
14 diciembre, 2023 02:30Cualquier tiempo pasado no solo no fue mejor, sino que, desde la perspectiva del mundo de la escena en activo, tampoco tuvo gran importancia. Es la consecuencia de nuestra habitual desmemoria y también fruto de esa costumbre, propia de las apresuradas gentes de la escena, de nacer cada vez que levantamos un telón. Somos seres del presente y trabajamos para un público tan mutante como la propia sociedad. Y esa es una lección que aprendemos pronto: estar atentos a nuestro tiempo para cumplir de manera efectiva nuestro cometido, que es contar historias a un ‘respetable’ que se muestra distinto cada generación, cada temporada, casi cada función.
Cuando uno empezaba en esto tenía la sensación de que lo único inmutable era la obra dramática, la palabra de los clásicos… aunque pronto entendía, como reza la famosa afirmación de Kott, que cada generación encuentra en esos textos algo diferente, algo propio y útil, así que también ellos se transformaban con cada mirada diferente. Y al comprender eso ya no había remedio y te rendías fascinado por las palabras, porque eran una referencia que te vinculaba con el pensamiento y la belleza universal a través de historias increíbles que te lanzaban al presente y podían transformar el mundo.
Para un director en ciernes, en los albores de los años noventa, la literatura era una referencia fundamental e inexcusable que se debía dominar. Tus lecturas y aquello que ambicionabas estrenar conformaban una especie de faro que, junto a los estrenos de los veteranos, te iba mostrando el camino de entrada a una profesión, la cual, además, exigía tanto el compromiso político y social como cierta erudición que lo respaldara. La vieja ambición del teatro como arte transformador; una demanda obligada para todo oficiante en todo tiempo.
"En estos 25 años se han quedado por el camino la sátira afilada, el trabajo en compañía y la importancia del pasado"
Y esa actitud de colectivo, de profesión, logró, por ejemplo, que nuestros clásicos regresasen a la escena de manera vital y continuada, que el verso castellano pasase de mirarse como un problema a ser una ventaja o que la puesta en escena de nuestro teatro barroco pudiese transitar sin complejos desde la tradición a la modernidad según el punto de vista. Sí, por increíble que parezca resulta que la profesión teatral modificó la inercia dominante influyendo y tomando decisiones de importancia en muchos aspectos de la política cultural que afectaron a infraestructuras y apoyos determinantes que ahora disfrutamos y que aparecen, para los que acceden hoy al mundo de la escena, como derechos naturales.
Para ellos es el presente, y tendrán que decidir sobre este futuro marcado por el ‘café para todos’ que retrasa o impide el acceso a la profesión, que atomiza en miles de proyectos diminutos la actividad escénica, que condena a los jóvenes a un amateurismo perpetuo y que fomenta la desaparición del teatro de base, de repertorio, para que el oficiante – cuando libra de su trabajo mileurista– sacie su ego ‘creando’; lejos de los grandes escritores y pensadores de la historia o de su tiempo. Y los espectadores ya se acostumbrarán a que temas como ‘la muerte del hámster’ o ‘el trágico día que se acabaron los cereales’ del genio de turno ocupen el lugar, por ejemplo, del conflicto universal que llevan siglos sin resolver Antígona y Creonte.
Pero será que me estoy haciendo mayor porque, aunque veo fantásticas propuestas en escena, siento también que durante estos 25 años se han quedado por el camino la sátira afilada, el trabajo en compañía, las controversias incómodas, cierto espíritu colaborativo, la importancia de la tradición y del pasado, o el peso de las opiniones de los compañeros más sabios en los medios…
Pero sigo muy tranquilo porque los clásicos seguirán ahí y los del teatro… siempre nos adaptamos. Virgilio dixit: Amor Omnia Vincit.
Eduardo Vasco (Madrid, 1968) es director, dramaturgo y músico. Director de la Compañía Nacional de Teatro Clasico entre 2004 y 2011. Secretario General de la Academia de Artes Escénicas. Director y fundador de la Compañía Noviembre Teatro. 'Noche de reyes' (2012), 'El malentendido' (2013), 'Carsi' (2021), 'Abre el ojo' (2023).