Arturo Querejeta (izquierda) y Daniel Albaladejo interpretan a Pedro Crespo y Lope de Figueroa. Foto: marcosGpunto

Arturo Querejeta (izquierda) y Daniel Albaladejo interpretan a Pedro Crespo y Lope de Figueroa. Foto: marcosGpunto

Teatro

Alcalá revisa 'El alcalde de Zalamea': "Es como 'Las meninas', un monumento de la cultura española"

El festival se inaugura con una nueva versión del clásico dirigida por Alonso de Santos en la que Arturo Querejeta interpreta al célebre corregidor. 

11 junio, 2024 01:44

Bajo un cielo distinto al de Zalamea, las tropas españolas de Felipe II se aproximan al Teatro Salón Cervantes de Alcalá. Allí sueña inocentemente la bella Isabel sin saber que, poco después, será raptada y violada por el mismo hombre que encabeza los ejércitos, el capitán Don Álvaro, al que el padre de la joven, Pedro Crespo, un honorable labrador, aloja.

Las palabras de Calderón reverberan a modo de comedia por encima de esta historia trágica sobre el honor y la justicia, que de tan clásica se ha vuelto actual. Cuatrocientos años después, el más famoso de los alcaldes de las letras españolas, regresa para inaugurar el Festival Iberoamericano del Siglo de Oro Clásicos en Alcalá y clamar justicia bajo la batuta de un maestro como José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942).

“He estado un año de mi vida encerrado, 24 horas al día diciendo aquello de 'a todo lo que el alcalde no es, desprecio, aborrezco e ignoro'”, comparte divertido por teléfono, parafraseando a Lope de Vega.

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Antes que él fueron muchos –la última memorable, la de Helena Pimenta–. No en vano El alcalde de Zalamea es una de nuestras obras más representadas, pero ninguna se parece a la siguiente. “Cada una de las versiones y de las direcciones escoge una parcela que se acerca más a la visión personal del autor –explica–, porque la obra en su totalidad es imposible de realizar. Calderón es tan grande que deja hueco para que seamos otros creadores los que intervengamos después”.

“Además, lógicamente, para hacer este trabajo –tanto la versión como la dirección–, le he llamado por teléfono al más allá, porque ahora todos tenemos unos móviles muy modernos, y he tenido largas charlas con él sobre lo que conviene y lo que no –bromea–. Estoy haciendo lo que Calderón haría en este momento, si viviera aquí y ahora, con las sensaciones, la sociedad, la violencia y la injusticia que vivimos cada día”.

"Todo el teatro tiene una dimensión política, pero esta obra aborda temas muy actuales". Alonso de Santos

Escrita en la primera mitad del siglo XVII, bajo el título de El garrote más bien dado Calderón ya abordaba aquí asuntos relacionados con los derechos humanos, el abuso de poder o la dignidad. “Todo el teatro, también el del Siglo de Oro, tiene una dimensión política, pero esta obra es de las que más. Habla de temas absolutamente actuales”, apunta el director que firma además esta versión que podrá verse por primera vez los días 14 y 15 de junio en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá.

Monarquía y feudalismo, justicia y poder, honor y crueldad, se enfrentan así en esta obra que habla de algo tan antiguo como triste: la violencia de género y la mujer como víctima. “Es algo terrible. Pero, además, en esta historia el violador ejerce un abuso de poder, de crueldad y de intimidad, desde un puesto de privilegio, usando la ley en su beneficio”.

Arturo Querejeta y Adriana Ubani en 'El alcalde de Zalamea'. Foto: marcosGpunto

Arturo Querejeta y Adriana Ubani en 'El alcalde de Zalamea'. Foto: marcosGpunto

El alcalde de Zalamea “es como Las meninas de Velázquez, uno de los monumentos de la cultura española y una de las obras más importantes del teatro mundial. Es muy difícil escribir una obra así, que toque tan profundamente todos los temas humanos. Evidentemente la justicia está para controlar que no haya abuso de poder. Cuando los que tienen el poder controlan también la justicia algo está mal, y en ese aspecto Calderón hablaba de cosas que están hoy muy presentes”, argumenta el dramaturgo.

En esa pugna por recobrar el honor violentado de su hija Isabel entra en escena Pedro Crespo. Pero el de esta adaptación no es un alcalde cualquiera. Arturo Querejeta es uno de los pilares fundamentales del nuevo montaje. “Una de las características que definen a los alcaldes de Zalamea de diferentes épocas es que cada época del teatro ha tenido un alcalde famoso. Es un papel de los referenciales, como Hamlet o Segismundo”.

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Pedro Crespo es el alcalde, el hombre honorable, aunque humilde, un campesino que se enfrenta al ejército. “Es, además, un personaje único de la historia del teatro. Los grandes alcaldes de Zalamea han sido siempre grandes actores”. Guillermo Marín, Jesús Puente, Fernando Fernán Gómez o Carmelo Gómez lo fueron. 

“Así reivindicamos la figura del gran actor de teatro, ese que llena el escenario”. Y, en este sentido, “Querejeta es el mejor actor de España para hacer verso y representar a Calderón hoy. Es el hombre que sale al escenario a decir esas cosas tan tremendas que dice”.

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Enfrente, su opuesto, Daniel Albaladejo, le dará la réplica como Lope de Figueroa, el Capitán General de los Tercios de Flandes que llega a Zalamea. “Los dos son actores de un peso escénico tremendo, de los que ya no hay. En general todo el reparto es insustituible –se deshace en halagos el director–. Esta obra es muy difícil. Tiene que representarse con la belleza barroca y la riqueza del verso, con el gran castellano de Calderón, tan complejo, sin perder la naturalidad. Hemos buscado que el tono de interpretación tenga en escena, además de todos esos rituales, el color de la verdad personal, histórica y política. Y eso solo lo hace un gran actor”.

Transformado el espacio en una alegoría de vida por obra y gracia de Ricardo Sánchez Cuerda y a unos días de su estreno por todo lo alto, Alonso deSantos volverá esta noche, qué duda cabe, a conversar con el genio del Siglo de Oro.

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“De él he aprendido que se puede vivir de muchas maneras. Calderón, al vivir todo el siglo XVII, se plantea cosas que no se pueden plantear Lope de Vega y otros precursores, como que hay que buscar la luz, la claridad y la verdad y hay que huir de la oscuridad, porque ese es el territorio del mal. Él es un hombre de la nueva gran cultura europea. Todo eso está en la obra y de eso hemos hablado él y yo”, remacha el director.

“De cómo traer aquel barroco, aquel engaño y desengaño de la vida, aquella apariencia y realidad, a la época del móvil y de internet. En ese juego estamos”. Y es que los ecos del barroco, su mundo de luces y sombras, no están tan lejos de nuestro presente.