Ahmed Younoussi se interpreta a sí mismo en '14.4'. Foto: Sergio Parra

Ahmed Younoussi se interpreta a sí mismo en '14.4'. Foto: Sergio Parra

Teatro

De inmigrante escondido en un camión a actor: Ahmed Younoussi cuenta en el teatro cómo llegó a España

Juan Diego Botto escribe y Sergio Peris-Mencheta dirige '14.4', una obra en la que el marroquí se interpreta a sí mismo en las Naves del Español.

27 junio, 2024 02:33

Cuando en 2009 Ahmed Younoussi acudió al set de rodaje de Metrópolis Ferry para asesorar al equipo del director Juan Gautier con su historia, no se imaginaba que acabaría también delante de las cámaras. El corto, protagonizado por Sergio Peris-Mencheta, estaba inspirado, en parte, en la historia real de un niño marroquí de 9 años que había viajado hasta España en los bajos de un camión. Aquel chico era el propio Ahmed y cuando el actor que debía hacer de él no se presentó acabó interpretándose a sí mismo.

La historia se repite ahora sobre las tablas en 14.4, dirigida por el propio Peris-Mencheta, a quien la idea de hacer una obra de teatro sobre Younoussi, le perseguía desde entonces. Después de aquel rodaje, sorprendido por la capacidad natural del muchacho para actuar, le buscó una beca en la escuela de Cristina Rota, la madre de Juan Diego Botto, el tercero en discordia de esta historia.

“Era algo que Sergio me venía comentando desde hace años”, comparte Botto por teléfono desde Bilbao, donde ha comenzado a rodar su próxima película bajo la dirección de Borja Cobeaga.

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Botto y Peris-Mencheta se conocen bien. Juntos han trabajado en obras como Un trozo invisible de este mundo o la exitosa Una noche sin luna. Así que cuando el director le dijo: “Tiene que ser ahora”, Botto no lo dudó. “Me senté con Ahmed, me contó su vida y con ese material me puse a escribir y llegamos a esta historia, que es mi texto, pero es la visión de Sergio y la vida de Ahmed. Las tres partes son imprescindibles”.

Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta

Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta

Por encima de todo, la historia de Ahmed. Un niño que escapa del maltrato familiar para habitar las calles de Tánger, a 100 kilómetros de distancia de su pueblo natal. Allí sobrevive solo durante años. “Hasta que, después de un montón de peripecias, se esconde en el cortavientos de un camión, casi sin darse cuenta, porque solo huía de unos niños que le querían robar las zapatillas, se queda dormido y pasa a España”.

"Lo primero que me dijo Ahmed fue: 'Me da igual lo que contéis, pero no quiero dar pena'. La obra está escrita con ironía y humor". Juan Diego Botto

Una vez aquí, continúa narrando Botto, Younoussi pasa a vivir en un centro de menores. “Allí tuvo la suerte de conocer a un educador social que le cambió la vida”. Gracias a él, acudió también a la escuela. “Resultó que era un niño muy inteligente: aprendió español rápido y sacaba buenas notas. Hoy es un tipo que sabe dar y recibir afecto, tiene su propia familia, saca su vida adelante, ha sido actor y ha estudiado una profesión inimaginable en su pueblo, cuando trabajaba de niño para su padre”.

La historia de Younoussi le sirve a Botto para hablar de las migraciones en primera persona, una visión que no estamos acostumbrados a escuchar. “La mejor forma de entender ciertos fenómenos es no deshumanizarlos, no verlos como si fueran monstruos mitológicos que vienen a asaltar a nuestros hijos y perturbar nuestra paz social”.

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Hay que hablar de los niños como lo que son, niños -continúa-. El fenómeno de los menores migrantes es uno de los principales elementos sobre los que cabalga la extrema derecha en Europa, lo acabamos de ver en las últimas elecciones. La historia de Ahmed puede servir a algún espectador para verlo con otros ojos”.

Si este es el gran problema, dice Botto, vamos a hablar de ello. “Niños como Ahmed vienen huyendo del horror. Y de ese horror, Europa también tiene sus responsabilidades. No es inocente. Hablamos del problema que significa para el Norte global esta gente que viene del Sur, pero no de los grandes beneficios que sacamos de ellos. Gran parte del éxito de la industria del automóvil en el siglo XX se apoyó en el trabajo esclavo del Congo. De la misma manera, no se entiende hoy el progreso sin el coltán, ese mineral imprescindible para nuestros teléfonos u ordenadores. No se entiende la riqueza del Norte sin la esclavitud del Sur y sobre eso también habla la obra”.

"El fenómeno de los menores migrantes es uno de los principales elementos sobre los que cabalga la extrema derecha en Europa". Juan Diego Botto

14,4 km es la distancia que separa un mundo de otro. No obstante, la obra, que se estrena el 27 de junio en las Naves del Español, está escrita en clave de humor. “Cuando me junté con Ahmed a repasar su historia lo primero que me dijo fue: ‘Me da igual lo que contéis, pero no quiero dar pena’”.

“La función está escrita con mucha ironía y humor, siguiendo la personalidad de Ahmed, que es un chico resuelto y con un carácter alegre. Contamos su historia, incluso las palizas de su padre, pero toda la pieza está escrita en ese tono, sin caer en lo melodramático. Evidentemente hay momentos emotivos, pero es una obra entretenida e incluso divertida”, defiende.

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En la otra cara de la moneda, se da la triste circunstancia del momento personal que atraviesa Peris-Mencheta, sometido a un trasplante de médula en Los Ángeles, donde se trata contra el cáncer que padece. Desde allí, cuenta Botto, dirige.

“El proceso ha sido tan absolutamente increíble por las circunstancias en las que Sergio ha tenido que dirigir que verlo es un canto de amor al teatro. Trabaja desde el hospital, con el gotero puesto, recibiendo la quimio y conectándose desde el ordenador”. 

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Para que Peris-Mencheta pueda seguir los ensayos, se utilizan varias cámaras y un micro inalámbrico que lleva encima Younoussi en todo momento. “Es impresionante verle sacar esto adelante. Todo el equipo está a su disposición mientras Sergio va apuntando notas. Todos estamos preocupados por su salud, que por suerte mejora, y admirados de su entrega y su pasión”.

Bajo estas circunstancias tan especiales, solo en el escenario, el propio Younoussi se enfrenta al texto de su vida. “Se va a comer un monólogo de casi dos horas solo. Se va a desnudar delante del espectador, sin el director que está muy lejos. No es fácil. Pero me decía: ‘He visto a Sergio explicarme la escena desde el hospital, no puedo menos que darlo todo’.”.

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“Esa sensación es la que tiene todo el mundo. Más allá de la historia, que creo que es pertinente, lo que todos sentimos es que hay algo especial, metateatral, que va más allá de lo escénico y convierte este espectáculo en algo más”. Quizás porque, al contrario de lo que se suele decir, la vida no es solo puro teatro.