Ginés García Millán es Max Estrella. Foto: Javier Naval - Teatro Español

Ginés García Millán es Max Estrella. Foto: Javier Naval - Teatro Español

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El Teatro Español evoca con 'Luces de bohemia' el Madrid "absurdo, brillante y hambriento" de Valle-Inclán

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Publicada por entregas en 1920 y editada como libro completo en 1924, Luces de bohemia tardó años en representarse por primera vez en un escenario. Estrenada en París en 1963, el primero en dirigirla en nuestro país fue José Tamayo en 1970. 

Gran cuenta pendiente del Teatro Español, donde nunca antes se había representado, Eduardo Vasco (Madrid, 1968), director del coliseo madrileño, sube a sus tablas este título imprescindible de Valle-Inclán, que podrá verse desde hoy.

Antes que él, solo Rivas Cherif, en 1932, había “reivindicado el valor de la obra y planteado llevarla a escena”, cuenta Vasco a El Cultural. Aquello nunca llegó a buen término. “No olvidemos que el teatro del autor gallego no alcanzó la consideración que tiene hoy hasta los años 60. A partir de ahí, cuando ya se situó entre los clásicos y llegó el momento en el que el Español tuvo capacidad para representarla se anticiparon otros teatros que hicieron propuestas magníficas que todos conocemos y ya son parte de nuestra historia escénica.”.

Con la intención de volver “a un teatro de fuerte vinculación con lo literario”, la historia de la última noche de Max Estrella y su amigo, Don Latino de Hispalis, tiene mucho de declaración de intenciones. Es un relato de ficción que es, a la vez, casi un documento de nuestra historia, y una definición de nuestra esencia como país con todas sus incongruencias, atrocidades y bellezas. Es casi imposible no reconocerse, desasosegarse y emocionarse con la obra de Valle-Inclán”.

Y es que, a pesar de alcanzar sus cien años, Luces de bohemia sigue, a su modo, haciéndonos de espejo hoy. “Donde más nos vemos reflejados es en los personajes de aquella España: en su palabrería, la cháchara continua que fomenta la inacción; en su tendencia a alimentar los populismos que revientan cualquier intento serio de llegar a consensos útiles; en la injusticia que se ceba, sin remedio, con los menos pudientes; en los poderes económicos que utilizan lo público como una herramienta; en los radicalismos que tienden más a vencer que a convencer perdiendo un tiempo precioso; en las posturas elitistas de los medios artísticos que menosprecian todo lo que no esté alineado con su tendencia...”.

"'Luces de bohemia' es una definición de nuestra esencia como país con todas sus incongruencias, atrocidades y bellezas". Eduardo Vasco

Gracias, eso sí, a las numerosas representaciones que llegaron antes que él, Vasco se desata de las exigencias de las primeras veces y puede jugar con la obra “sin tanto peso”. He tratado de hacer una versión que conserve la belleza del texto, sea eficaz desde el punto de vista dramático y pueda ser inteligible para el espectador. Es algo que aprendí durante los años que dediqué a los clásicos áureos”.

Tarea que acometió particularmente como director de la CNTC entre 2004 y 2011. “Son obras que uno ama tanto que cada palabra que modifica o suprime dueleporque sabes que tú –pequeño gusano, que diría Max– no hubieras sido capaz de escribirla. Pero finalmente trabajas para hacer un espectáculo, así que lo vives desde esa tensión tras la que, seguramente, siempre te equivocas. Pero eso es lo que hacemos en nuestro oficio”.

Para ello, su versión “parte de lugares que todos tenemos en la cabeza cuando citamos la obra y de la fascinación que Valle-Inclán tenía por algunas formas escénicas de su tiempo que eran novedosas y a la vez estaban enraizadas en lo popular, como los títeres de Podrecca o el Grand Guignol, y que le permitían desarrollar personajes que unían una estética deformante con la verosimilitud que requiere la obra”.

Pieza inaugural del esperpento como nuevo género, “aquí podríamos decir –apunta Vasco– que leemos un esperpento temprano, comparado con lo que iba a escribir Valle-Inclán después, donde desarrolla de manera más profunda su estética. Trabajar este periodo es interpretar, traducir en escena lo que puede significar eso del esperpento, perseguir una forma sobre la que tampoco tenemos grandes referentes prácticos. Así que escénicamente es un misterio que cada época, cada equipo y cada público tendrá que descubrir; nada más fascinante”.

Sobre el escenario, dos viejos conocidos de Vasco –Ginés García Millán como Max Estrella y Antonio Molero como Latino de Hispalis– encabezan el elenco de esta versión donde la complicidad es la clave de todo. Junto a ellos, recorreremos el Madrid “absurdo, brillante y hambriento” de Valle-Inclán. Aunque, “ha quedado poco de aquella bohemia, y de aquellos cafés, tabernas, redacciones o incluso de los espejos deformantes de la calle del Gato que eran, entonces, de cuerpo entero”, señala.

“De la cita yo me quedo con ‘brillante’, con esa sensación de que aquí puede pasar cualquier cosa, y de que todo el que vive en estas calles pertenece a la ciudad venga de donde venga. Pero también con ‘absurdo’, con este Madrid que sigue siendo, en ocasiones, el crisol de una España llena de remiendos, de bandos, de controversias y de desprecio por el diferente”.