Image: Los amantes de silicona

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Letras

Los amantes de silicona

Javier Tomeo

21 febrero, 2008 01:00

Foto: Quique García

Anagrama. Barcelona, 2008. 144 páginas, 15 euros

Penetrar en una nueva obra de Javier Tomeo me produce la impresión de entrar en un ambiente familiar acogedor donde a uno le apetece convivir un buen rato porque sabe de antemano más o menos qué se va a encontrar. Lo esperable, que nunca falta, no cierra, por otra parte, las expectativas de hallar algo inédito, moderadas sorpresas que, en efecto, suelen producirse. Estas impresiones de lector asiduo del narrador aragonés las he revivido quizás con mayor intensidad que nunca antes en Los amantes de silicona. Y el efecto ha resultado el ya sabido: el gusto de disfrutar con una peripecia previsible que, sin embargo, brinda algunas sugerencias novedosas.

Los amantes de silicona parte de una situación costumbrista tratada con distanciamiento irónico: el estado de aburrida incomunicación de Lupercia J. y Basilio K., un veterano matrimonio de mediana edad, les lleva, sin previo acuerdo, a comprar sendos muñecos de silicona para atender sus necesidades sexuales. La pareja artificial, Marilyn y Big John, pertenecen a la ultimísima generación tecnológica, llevan impresos punteros circuitos, tienen propiedades casi humanas y pueden tomar iniciativas. Aunque los muñecos se hallan encerrados en el armario de las habitaciones independientes de sus respectivos dueños, burlan el secuestro y hacen el amor por su cuenta. Marilyn y Big John desacreditan las capacidades eróticas tanto de Lupercia como de Basilio y de ello se derivan los rifirrafes imaginables. Un desenlace muy imaginativo, casi poético, liquida la farsa con un punto de ambigöedad donde es posible entender que las figuras de goma quedan por encima de los seres de carne y hueso.

La historia, creativa en sí misma, al estar plagada de los signos inequívocos del mundo literario del autor, produce el efecto señalado al comienzo. Sin ir más lejos, en otra novela suya muy reciente, el protagonista tira por la ventana a la muñeca hinchable incapaz de atender a sus discursos. Como en sus últimos libros, hay un omnipresente televisor, que ahora emite incesante pornografía. El apellido marcado sólo con la inicial es una marca de fábrica. Y, en fin, pero no sólo, sigue Tomeo aferrado a la expeditiva frase breve y al léxico sin rebuscamientos que producen un buen efecto narrativo.

Tomeo sabe dar, sin embargo, a estos esperables materiales un grado suficiente de interés y originalidad. De entrada, presenta la peripecia como la novela que un amigo manda a otro en entregas para que le dé su opinión, y éste, distribuidor de chirimoyas y mangos, se trae con el remitente un divertido toma y daca de comentarios crítico literarios, entre ellos enjundiosas observaciones sobre el realismo y la verosimilitud. Esta línea se presenta con un desenfado que erradica la petulancia frecuente de los contenidos culturalistas. El tono de broma domina asimismo el otro componente básico de la novela, una crítica de humorismo fino e inteligente de la realidad común de nuestro tiempo. Los sucesos menudos de la novela se abren con frecuencia a comparaciones con la realidad corriente y producen un contraste cuyo saldo queda siempre en manos del lector. Y éste es un gran mérito o habilidad de Javier Tomeo: proponer su visión de la vida, pero no parecerlo, dejar que el lector dictamine el alcance de las situaciones o impresiones. Todo ello, además, discurre con ritmo narrativo ágil y pide muy poco tiempo de lectura.

¿Adónde va a parar esta farsa amena? ¿Se detiene en ese costumbrismo satírico valioso y evidente, no inocuo pero tampoco sin mucha trascendencia ni energía revulsiva? Desde hace tiempo tengo la impresión de que Tomeo se la juega poco, que va sustituyendo en exceso la capacidad desestabilizadora de aquellas primitivas invenciones kafkianas suyas por tonos amables y menores. La situación del matrimonio, más ridícula que patética, pide indagar en las causas y no quedarse en la parodia. Porque contentarse con mostrar sarcásticamente el peso del sexo en la vida actual -gran revolución de nuestro tiempo, junto con la igualdad de la mujer- es algo así como querer ponerle palos a la vertiginosa rueda de la historia. De todas formas, sea profundo en el grado en que se quiera, este Tomeo garantiza un entretenimiento gratificante y enriquecedor.