Image: Los amores urgentes

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Letras

Los amores urgentes

Angel F. Fermoselle

10 diciembre, 2010 01:00

Ángel F. Fermoselle. Foto: Bernardo Díez

Kailas. Madrid, 2010. 183 páginas, 14'90 euros


Frente al hábito poco satisfactorio de juntar piezas dispersas común a gran parte de los libros de cuentos, el veterano periodista y reciente escritor Ángel Fernández Fermoselle (Valencia, 1964) construye en Los amores urgentes una obra absolutamente unitaria centrada en un motivo como para tentarse la ropa. Porque si hay un asunto literario imperecedero y numeroso es el que le ocupa, el amor. El concepto amores urgentes del título, al que se da significado deliberadamente algo vago de inclinaciones emocionales perentorias e ineludibles, es solo parte de ese algo personal que el autor aporta al baqueteado asunto. La otra parte consiste en mostrar la diversidad de situaciones y actitudes posibles en quien ama, que van desde el amor como eros hasta el amor como solidaridad. Una idea genérica y muy amplia del amor inspira un conjunto de 16 aproximaciones.

Los cuentos de Los amores urgentes, casi todos bastante breves, constituyen algo así como una modesta, si bien representativa, comedia humana de este básico sentimiento. Los personajes encarnan una amplia galería de actitudes: la ansiedad desesperada e imprecatoria de quien todavía anhela a la mujer perdida; el agonismo desesperado de alguien que desearía compensar la ausencia amada con la muerte; el viaje dantesco de quien querría llevar el objeto del deseo al planeta que habita plagado de dragones temibles; el afecto intensísimo de un conductor hacia una niña a la que ha matado en un accidente; la violencia y el maltrato; la hipocresía egoísta del enfermo de cáncer incurable que dilucida si le compraría el hígado a un mendigo... En el cuento de igual título que el libro, un hombre recapitula una relación sentimental, manifiesta su anhelo por lo perdido, reconoce su incapacidad para rectificar el pasado y sus errores, y admite como una condena la persecución de amores terminantes e imposibles.

Abundan los desgarramientos emocionales. También hay situaciones menos dolorosas. El acorde principal del libro, pesimista, admite excepciones que buscan introducir la variedad, principio que lo preside entero. Predomina un fuerte intimismo. La sintaxis tiende al énfasis subordinativo, aunque en competencia con las frases nominales, y en un caso el discurso mental se plasma en cinco páginas sin punto y seguido.

Un par de historias sirven de contrapeso al tono severo general, una con el humor (un amante preso en un "coño cabrón, una mierda de coño delicioso") y otra con la divertida parodia sarcástica de varios psiquiatras. El autor sale bien parado del reto de afrontar un tema consabido porque lo hace con puntos de vista originales y añade al tratamiento serio el aliciente de la amenidad.