Doce pistas para descubrir algunos enigmas de Tolkien
Sabio, imaginativo, desordenado y muy cordial, J. R. R. Tolkien sigue siendo un gran desconocido, oculto por la po pularidad universal de su obra, a pesar de atesorar una vida rica en desdichas, dificultades, alegrías y creaciones.
4 septiembre, 2023 02:10Autorretrato
En una de las escasas entrevistas que concedió, Tolkien se definió así: "En realidad , soy un hobbit en todo menos en el tamaño. Me gustan los jardines, los árboles y las tierras de labor no mecanizadas, fumo en pipa, y me gustan los alimentos buenos y sencillos (sin congelar), pero detesto la cocina francesa. Me encantan las setas, tengo un sentido del humor muy simple (que incluso los que más me aprecian encuentran pesado). Me acuesto tarde y me levanto tarde, siempre que es posible".
Edith
Huérfano de padre desde los cuatro años y de madre desde los doce, el padre Francis Xavier Morgan se convirtió en tutor de los hermanos Tolkien (J.R.R. y Hilary) , sufragando en el futuro su mantenimiento. Tras enviarlos a vivir con una pariente, acabó instalándolos en 1908 en unas habitaciones privadas. En la planta de abajo vivía otra huérfana, Edith Mary Bratt, que se hizo amiga de los muchachos hasta convertirse en 1909 en el primer y único amor del futuro escritor. Aunque el padre Morgan les prohibió verse y ella se comprometió con otro y tuvo que hacerse católica, finalmente se casaron el 22 de marzo de 1916. Solo la muerte pudo separarles.
Oxford
A principios de 1909 se examinó para obtener una beca para la Universidad de Oxford, pero fracasó. Repitió el siguiente año y logró no la beca completa sino una parcial (exhibition) de 70 libras anuales para Exeter College. En 1911 comenzó sus estudios de clásicas, y se licenció en 1915 con matrícula de honor en Lengua inglesa, en la modalidad de Lingüística inglesa y literatura hasta Chaucer. Tras convertirse en profesor de la Universidad de Leeds en 1920, regresó a Oxford como catedrático de anglosajón en el Pembroke College. Allí escribió El Hobbit y los dos primeros volúmenes de El Señor de los Anillos. Tras vivir en cinco casas distintas (hoy existe una Ruta Tolkien en Oxford que las visita), se jubiló en 1959.
Política
De talante conservador y profundamente católico, al conocer los desmanes republicanos contra el clero el sabio de Oxford apoyó al bando rebelde en la guerra civil española, si bien hostil frente al nazismo, despreciaba el fascismo, y consideraba a Stalin como un "viejo asesino sediento de sangre". Contrario al urbanismo que sacrificaba el mundo rural en nombre del progreso, fue también un ecologista convencido que amaba la artesanía, y un enemigo de las guerras antes de que estas actitudes se popularizaran.
Religión
Mabel Suffield, la madre de Tolkien, que pertenecía a una familia fervorosa protestante, se convirtió al catolicismo en 1900, cuatro años después de enviudar, y se hizo cargo de la educación religiosa de sus hijos. Sin embargo, ni los Suffield ni los Tolkien lo aceptaron: le retiraron el esencial apoyo económico y le dieron la espalda. Fue entonces cuando designó al padre Francis Xavier Morgan, un sacerdote católico de origen español, miembro de una acaudalada familia de bodegueros de Jerez, como futuro tutor de sus hijos. Tolkien fue siempre un católico devoto, al punto de describir El Señor de los Anillos como una "obra fundamentalmente religiosa y católica".
C. S. Lewis
"Un gran hombre, pero parsimonioso y falto de método". Así describía al autor de El Hobbit su mejor amigo, Clive Staples Lewis, erudito, filólogo y escritor como él. Se conocieron en Oxford en 1926 y pronto comprendieron que compartían el mismo mundo intelectual y emocional. C. S. Lewis enseñaba literatura inglesa medieval y renacentista y juntos formaron primero una sociedad informal, los Coalbiters, y más tarde el grupo literario los Inklings, que se reunía en las habitaciones de Lewis en la universidad y en un pub de Oxford, The Eagle and the Child, donde leyó Tolkien por primera vez El Señor de los Anillos, y Lewis habló de Narnia. Íntimos amigos, solo se distanciaron un tiempo tras la conversión de C. S. al anglicismo, en 1929, pues era antipapista, aunque aceptaba la Eucaristía y la confesión.
Tabaco
Sempiterno fumador en pipa, vicioso placer que compartía con los otros conjurados del grupo de los Inklings y con casi todos sus grandes personajes, desde Gandalf el Gris a los hobbits, para quienes el fumar se consideraba como un "arte". Al morir, J. R. R. dejó una veintena de pipas; sus seis favoritas se exhiben hoy en su despacho de la universidad y el resto las conservaba su hijo Christopher (1924-2020), también fumador.
Mitología
Apasionado lector de las sagas noruegas (especialmente de la Edda Mayor y la Edda Menor, fuentes de la mitología islandesa), la primera obra que dio fama internacional a Tolkien fue su versión definitiva de Sir Gawain y el Caballero Verde, parte del ciclo artúrico. También serían célebres sus escritos y seminarios sobre Beowulf. De hecho, solía decir que el propósito de El Señor de los Anillos era regalar a su país una nueva mitología basada, en su mayor parte, en las culturas y leyendas de los pueblos del centro y el norte de Europa.
Lenguas
Muy dotado para los idiomas, siendo adolescente Tolkien descubrió la filología y la lingüística y quedó fascinado por la sonoridad y cadencia de las palabras, del anglosajón al islandés arcaico, el inglés medieval o el galés. De ahí a inventarse, con sus primas Marie y Marjorie, un idioma secreto, el Animático, solo había un paso. Luego vendrían el Nevbosch, mezcla de latín, francés e inglés, y el Naffarin, inspirado en el español. En realidad, llegó a crear hasta quince idiomas, con sus gramáticas y sintaxis, apoyándose en lenguas clásicas como el inglés antiguo, galés medieval, nórdico primitivo y dialectos escandinavos. Por eso, en El Señor de los Anillos sus personajes hablan lenguas élficas, basadas en los alfabetos tengwar y rúnico, como el Quenya, el Sindarin o el Adunaico.
Dinero
Quizá por las penurias del pasado, si algo obsesionaba al escritor era el dinero, o mejor dicho, su ausencia, incluso cuando el éxito de su obra le convirtió en millonario (aunque hizo importantes donaciones anónimas). Su sueldo como profesor de Oxford era alto, pero tenía una casa grande, sirvientes y una familia numerosa. De ahí que redondeara sus ingresos publicando libros y artículos y trabajando incluso en verano, corrigiendo los exámenes que hacían los estudiantes de escuelas secundarias que deseaban ser admitidos en Oxford. También hacía exámenes en otras universidades, lo que le obligaba a viajar por toda Inglaterra. Lo dejó tras la Segunda Guerra Mundial, pero siempre recordaría como "una agonía" esos trabajos "humildes y mal pagados". Sin embargo, en una de esas páginas de exámenes que un alumno había dejado en blanco, escribió: "En un agujero en el suelo, vivía un hobbit", sin sospechar lo que vendría después.
Guerra
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Tolkien decidió permanecer en Oxford para acabar sus estudios, aunque finalmente en 1915 se alistó. Nombrado segundo teniente provisional, especializado en señales (transmisiones) gracias a su facilidad con los idiomas, llegó a Francia en 1916 pero el 27 de octubre, en plena batalla del Somme, enfermó de la "fiebre de las trincheras", y fue trasladado a Inglaterra el 8 de noviembre. Su experiencia en el frente fue traumática, no solo por lo visto y vivido, sino porque murieron casi todos sus amigos, aunque descubrió la lealtad y valor de los soldados, en los que se inspiró para crear a los hobbits.
La Comarca
Una de las etapas más felices del escritor fue su infancia en Worcestershire, que era para él "de una forma indefinible mi casa, más que cualquier otra parte del mundo". Años más tarde, se inspiraría en el paisaje de esa zona para crear la Comarca, donde viven los hobbits, con costumbres muy similares a las del mundo rural inglés. La Comarca aparece en El Hobbit y en El Señor de los Anillos y está en el noroeste de la Tierra Media, uno de los continentes del mundo ficticio de Arda donde trascurre la mayor parte del legendarium de Tolkien.
Palabra
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adue carnero, salpicón las más noches, duelos y qo a nuestro cuendad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba hidalgotra grandeza.