Ensayo

Obras completas (vols. I y II)

Joaquín Xirau

31 octubre, 1999 02:00

Anthropos. Barcelona, 1999. 382 y 575 páginas

Tienen estos preciosos dos volúmenes su punta de "iceberg"en los libros de Joaquín Xirau sobre Manuel B. Cossío y Llull, pero el contenido de todos ellos hace referencia a un tipo de espíritu sabio y hondo, cabal, emocionado y, a la vez, muy español

La Colección de Pensadores Modernos de la editorial Anthropos continúa el rescate de obras no suficientemente difundidas en nuestro país. A las ediciones de las Obras Completas de García Morente y de las Obras Políticas de Nicomedes-Pastor Díaz, sucede ahora la magna edición, en tres volúmenes, del filósofo catalán Joaquín Xirau (Figuera, 1895-México,1946).

Ha preparado esta edición, de la que ahora ven la luz los dos primeros volúmenes, el poeta y escritor Ramón Xirau, sin duda la persona más adecuada para darnos una visión, en primer lugar, entrañable de la vida de Joaquín -como es la desarrollada en la sugestiva y emocionada "Introducción"- y, luego, de una obra dispersa en castellano y en catalán y muy mal conocida en la España actual.

Esa vida y esa obra nacen bajo el decisivo influjo de la Institución Libre de Enseñanza y del que fuera uno de sus más preclaros miembros, Manuel Bartolomé Cossío. Xirau llega a México en 1939, atendiendo a una invitación de la Casa de España, e inició con ello una etapa de exilio que no tendría fin. Atrás quedaba una amplísima trayectoria como pensador y profesor.

De ella hay que destacar su participación, en París, en el Congreso Internacional de Filosofía de 1937 y una notable etapa como Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona, la que fue de 1933 a 1939. Un temprano y lamentable accidente acabó con su vida a los cincuenta y un años, cuando había desarrollado una amplia actividad docente en la Universidad Autónoma de México y su obra estaba en plena madurez. El primero de los volúmenes, que tiene un carácter más científico, recoge cuatro extensos ensayos en los que expone sus reflexiones sobre la conciencia amorosa y sobre su teoría de los valores. Abarcan prácticamente la totalidad de su vida, pues parten de El sentido de la verdad (1927), L´amor i la percepció dels valors (1936), Amor y mundo (1940) y Lo fugaz y lo eterno (1942). En el volumen segundo se recogen dos obras centrales dentro del ensayo español contemporáneo y, en concreto, dos de las obras que pueden ser de lectura más atractiva y novedosa para el lector español. Me refiero a Manuel B. Cossío y la educación en España (1944) y Vida y Obra de Ramón Lull. Filosofía y mística (1946).

Sorprende, de manera excepcional, que dos de los temas por los que Xirau sintió un gran interés a lo largo de su vida -la educación y el humanismo español- madurasen en los dos últimos años de su vida. Esa concreta e iluminadora preocupación por el humanismo español está también presente en su texto Luis Vives y el humanismo, que fue prólogo, en su día, a su antología El pensamiento vivo de Juan Luis Vives, publicado en 1942. Pedagogía, humanismo, docencia, historia, testimonio civil, se mezclan, de manera sutil, siempre delicada y profunda, en otros ensayos de los años treinta que completan el segundo volumen.

Palpitan en estas obras de Xirau temas y autores que, a su vez, fueron aquellos gracias a los cuales él se formó. Así, los ya citados Llull y Vives, pero también otros de los cuáles brota ese espíritu transparente que es maravillosa fusión de subjetividad y de objetividad, como fueron Platón, San Agustín o Descartes, del que por cierto Xirau tradujo al catalán, en 1929, su Discurso del método.

Pero hay un aglutinante muy especial de todos estos textos y es el del amor, hasta el extremo de que Ramón Xirau, en su "Introducción", no duda en señalar que, en esencia, nos encontramos ante "una filosofía del amor". La fijación más acabada de ello sería el volumen Amor y Mundo, en el que el autor, partiendo de la fusión del eros y del logos griego, ahonda luego en su visión central del amor cristiano; tema este último sobre el que reflexiona en plena guerra civil, fiel a aquel espíritu familiar de sus inicios que podía ser "liberal y católico a la vez".
Tienen, como hemos dicho, estos preciosos dos volúmenes su punta de "iceberg"en los libros sobre Cossío y Llull, pero el contenido de todos ellos hace referencia a un tipo de espíritu sabio y hondo, cabal, emocionado y, a la vez, muy español, que es el que clama en una carta que el propio Xirau escribe a Manuel Azaña en febrero de 1939; esa espiritualidad, de la que brota su preocupación por España en un nombre: Antonio Machado.
A Joaquín Xirau le debemos, por cierto, un texto estremecedor sobre el autor de Campos de Castilla, el titulado "Por una senda clara", también recogido en el primer volumen. De manera minuciosa y sentida Xirau describe su ayuda durante el paso de la frontera francesa en compañía del poeta. Pero, valorando en extremo esta página -la de la Historia- olvidamos las otras, no menos esenciales, en las que tiembla un pensamiento cristalino y hondo, excepcional a todas luces en la España de nuestro siglo y en la España de siempre.