Ensayo

Un sendero entre las nubes

Nicholas Crane

31 octubre, 1999 02:00

Ediciones B. Barcelona, 1999 430 páginas, 2.400 pesetas

T odo montalero es un excéntrico y Nicholas Crane, premio de la Real Sociedad Geográfica Escocesa, se lleva la palma. Le costó años pedirle la mano a su mujer, Annabel. Poco después la plantaba durante quinientos seis días para realizar una proeza, un peregrinaje purificador o masoquista por las cadenas montañosas que atraviesan Europa desde Finisterre a Estambul, "el eje mágico del continente": Cordillera Cantábrica, Pirineos, Cévennes, Alpes, Cárpatos y Balcanes. Diez mil kilómetros que se empeñó en recorrer a pie, en una especie de voto de virginidad contra el progreso. Para Crane este sendero por las nubes suponía un contacto con el último reducto de tierra virgen y de vida primitiva en Occidente, una reserva agonizante en la línea que enlaza las culturas de montaña de Europa. El autor nos pone los dientes largos cuando describe esa sensación de libertad en las cumbres, esa soledad atravesando valles perdidos, esa omnipotencia de quien vence los elementos y cohabita con la tormenta, tranquilo y sabedor de que las probabilidades de recibir un rayo son escasas. Si alguien vio a un tipo haciendo el camino de Santiago en dirección contraria, vio a Crane. ¿Quién andaba con un paraguas abierto subiendo hacia el Aneto? Crane. Ese hombre que atravesó el desierto de Gobi en bicicleta, pero que cruzó a pie y con crampones el asfalto de la vía comercial que atraviesa Andorra, sólo podía ser Crane.
Lo más interesante de este libro no es la explicación orográfica, algo aburrida, de sus caminatas por el monte, ni siquiera sus encuentros con los lugareños, sino la memoria y el anecdotario que este hombre culto aporta sobre los puntos de su recorrido. Así conocemos que el siglo pasado los Pirineos fueron poco menos que una colonia inglesa, donde el conde Russell-Killough tuvo una auténtica relación sexual con el monte Vignemale. Premio Thomas Cook 1997, este libro da mucha sed y empuja a la locura andarina a cualquier amigo de la naturaleza.