Image: Introducción a la fenomenología seguida de La Crítica al Psicologismo en Husserl

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Ensayo

Introducción a la fenomenología seguida de La Crítica al Psicologismo en Husserl

José Gaos

12 julio, 2007 02:00

De pie, Xavier Zubiri, Luis Recaséns y José Gaos; Sentados, María de Maeztu, Ortega y Gasset, Juan Zaragöeta y García Morente, celebrando los 25 años como maestro de Ortega, en 1935

Encuentro, Madrid, 2007. 160 páginas. 21 euros

A diferencia de otras corrientes de pensamiento, como la filosofía analítica o el marxismo, silenciadas sin contemplación durante el régimen franquista, la fenomenología fue tibiamente tolerada por la escolástica nacional-católica entonces imperante. En la España de la posguerra, la que fuera llamada "filosofía secreta del siglo veinte" siguió manteniendo cierta presencia dentro de algunos círculos escogidos, fundamentalmente vinculados a la figura de Zubiri. Claro que lo hizo al precio de una creciente cerrazón frente a los avatares históricamente más pregnantes de la filosofía europea del momento. Esto, unido al olímpico distanciamiento de su discurso respecto a la dura realidad del inmediato contexto político, social y cultural, acentuó uno de los déficits que ya algunos de sus críticos más sobresalientes -Heidegger, sin ir más lejos- habían planteado a la concepción inaugural de la fenomenología por parte de su fundador, Husserl: una sospecha de la que ésta no se libraría fácilmente.

Sólo con el proceso de normalización de la vida intelectual española, gestado al hilo de la transición política, iría la fenomenología conquistando en nuestro país ese suelo de realidad histórica y existencial, paradójicamente tan descuidado por un programa teórico que se decía nacido de la voluntad de ir "a las cosas mismas". Desde entonces, el movimiento fenomenológico hispano ha ido entablando un diálogo cada vez más fecundo con otras tendencias filosóficas, se ha aproximado con solvencia a las ciencias humanas y se ha abierto a su propia diversidad interna, hasta llegar a cuajar obras tan originales y prometedoras como los recientes trabajos de Agustín Serrano de Haro (La precisión del cuerpo. Análisis filosófico de la puntería: Trotta, 2007) o César Moreno Márquez (De mundo a physis. Fénix, 2006).

Es obvio, sin embargo, que de esa labor de normalización filosófica también forma parte inexcusable el reconocimiento del valor de aquella primera y notabilísima recepción de la fenomenología en España, propiciada por Ortega y luego por Zubiri en el conjunto de discípulos de la escuela de Madrid y, en particular, en José Gaos (Mieres, 1900 -México, 1969). Los dos escritos de juventud del más "transterrado" de todos nuestros pensadores del exilio -ahora, por primera vez, publicados conjuntamente en una editorial española- son una excelente ocasión para dicho reconocimiento. Al asomarse a sus páginas y comprobar la intensa familiaridad del joven Gaos con la obra de Husserl, uno no puede evitar el doloroso sentimiento del tiempo perdido. Y es que ya en la temprana fecha de 1928, Gaos defendía en la Universidad Central de Madrid su tesis doctoral, La crítica del psicologismo en Husserl, elaborada bajo la dirección de Zubiri, y redactaba en esa misma época su Introducción a la fenomenología, para presentarla como mérito académico en las oposiciones a cátedra de Lógica Fundamental e Introducción a la Filosofía, que ganaría sucesivamente en 1930 y 1933.

La claridad y perspicacia de su exposición son admirables. Gaos describe de forma sintética el contexto histórico-filosófico del cual surge la fenomenología, en polémica con el positivismo, sobre todo en su versión psicologista, y explica eficazmente cómo la suspensión fenomenológica de la actitud natural transforma la manera de ver los objetos del hombre ingenuo, pero también la del positivista o del idealista. Para ello, sigue el camino husserliano desde las Investigaciones lógicas hasta Ideas. Su presentación, excesivamente centrada en el enfoque del primer Husserl, quizá resulte demasiado unitaria y más interesada en subrayar la coherencia interna de la fenomenología que en señalar sus puntos débiles. Desde luego, aún no se percibe aquí la importancia que tendrá la lectura de Ser y Tiempo para su posterior alejamiento de dicha corriente. Pero sí que cabe entrever algunos rasgos de lo que luego llegaría a ser su propia "filosofía de la filosofía", modulada por la razón histórico-vital orteguiana. También en este sentido su texto es de gran interés. A la espera de la publicación del resto de "escritos españoles" de Gaos en la edición mexicana de sus Obras Completas, estos dos trabajos constituyen, en fin, un valioso testimonio de la larga travesía del desierto que ha tenido que realizar el pensamiento hispánico hasta reanudar el contacto vivo con su tradición. Hacerlos ganancia propia es ahora tarea nuestra.