Ensayo

Malcolm Lowry. Perseguido por los demonios

Gordon Bowker

5 junio, 2009 02:00

Tradución de M. A. Espinosa. FCE. Madrid/México, 2009. 712 páginas, 360 euros

Como la de Poe, la vida del británico Malcolm Lowry (1909-1957) responde a un paradigma bien conocido: autor de una obra breve, y en la que uno solo de sus títulos prácticamente ensombrece los demás, hizo de su particular debilidad humana (de sus miedos, su alcoholismo) la vía principal de conocimiento de la naturaleza humana y el asunto principal de sus escritos. Lo que hace inevitable que cualquier acercamiento a los mismos, o a la biografía de su autor, aboque a la curiosa tesitura de tener que abordar con instrumentos académicos realidades tan poco académicas como las señaladas. Produce perplejidad, en efecto, ver una vida como ésta vertida en los moldes de una pulcra biografía en la más escrupulosa tradición británica. E igualmente perplejo puede quedar el lector ante algunos resultados de esta indagación: en qué matiz de la apreciación literaria o de la mera comprensión de una mente artística encaja, por ejemplo, el conocimiento de que el autor en cuestión, como es el caso, estaba obsesionado por la pequeñez de su pene o padecía estreñimiento crónico.

Por fortuna, el rigor del que hace gala Gordon Bowker en esta biografía va mucho más allá de esta clase de detalles, y hasta puede constatarse que, en aquellas zonas de su objeto que escapan a la mera especulación psicológica, el relato gana altura y casi se convierte en una sucesión de logradas monografías: sobre la génesis de Bajo el volcán, por ejemplo, o las relaciones del autor con sus más o menos renuentes mentores intelectuales. Aspectos entre los que se intercalan, como capítulos de una apasionante novela, algunos episodios biográficos merecedores de una curiosidad que vaya más allá de la que puedan despertar las miserias del personaje: la aventura mexicana, por ejemplo, o la compleja relación que Lowry estableció con las mujeres importantes en su vida, Jan Gabrial y Margerie Bonner.

Se percibe en algunos momentos de esta biografía cierto caritativo repudio del desorden vital y el caos creativo imperantes en la trayectoria de Lowry. Pero también queda documentado que sometía sus impulsos aparentemente caprichosos a un designio creativo consciente, que su temprana muerte le impidió culminar. Por lo mismo, cabe constatar que esta personalidad tan poco convencional era también la expresión de una furiosa independencia intelectual, que le llevó, por ejemplo, a no transigir con las ruedas de molino del estalinismo, o a interesarse por el cine, antes de encerrarse en el intelectualismo obcecado y elitista de algunos de sus colegas… A la luz de estas constataciones cabría pensar que otros rasgos menos ejemplares de su biografía no son sino efectos colaterales de esa individualidad poderosa, y no, como se apunta en la coda de este texto, resultado de tener un intestino particularmente receptivo a la absorción del alcohol. Aunque ya se sabe que, para un biógrafo escrupuloso, ambas posibilidades son igualmente dignas de ser consignadas.