El desplome de la República
Ángel Viñas y F. Hernández Sánchez
27 noviembre, 2009 01:00Había en aquellos volúmenes, más que un mero denominador común, un mismo espíritu reivindicativo e investigador que se concretaba en tres vertientes fundamentales: primero, en cuanto al planteamiento y su plasmación formal, insistía en una línea interpretativa que, combinada con una atención casi obsesiva a cualquier detalle que la apuntalara o enriqueciera, llevaba al autor a una actitud totalizadora -no omitir dato alguno-, y daba como resultado un estilo prolijo y una lectura tan interesante como fatigosa. En segundo término, Viñas presumía explícitamente de que sus libros no eran obras de segunda mano sino todo lo contrario, investigaciones trabajosamente construidas pieza a pieza a partir del material empírico recopilado en minuciosos rastreos por todo tipo de archivos, nacionales e internacionales. En tercer lugar, como fruto de las premisas anteriores, el autor arremetía contra una exitosa publicística ("neofranquista") y una historiografía (neoconservadora), para sostener, frente a ellas, la "verdad de los hechos".
Esta fidelidad histórica consistía, siempre según Viñas, en reconocer que la República había sido vilmente abandonada por las democracias occidentales (Francia y, sobre todo, Reino Unido), mientras que el bando franquista se beneficiaba del apoyo masivo nazi y fascista; debido a ello, continuaba nuestro autor, la República no tuvo más remedio que pedir auxilio a la URSS -aunque nunca llegó a "echarse en sus brazos"-, de manera que su supervivencia se vio mediatizada a su pesar por esta dependencia que, en cualquier caso, nunca fue un suministro cualitativamente comparable al que Franco obtenía de las potencias del Eje; y, como corolario de todo ello, concluía Viñas que la República, personificada en Negrín, hizo todo lo que estaba en su mano, en una encrucijada muy difícil y con un margen muy estrecho de maniobra, para prolongar la resistencia -lo único que estaba a su alcance- y mantener su honor.
Ahora, a partir del hallazgo de un documento trascendental -el informe secreto que el PCE eleva a Stalin en el verano de 1939 haciendo una valoración global de lo sucedido en la guerra española-, Viñas, con la colaboración de Hernández Sánchez -un joven profesor experto en las interioridades del comunismo hispano durante la guerra, tema sobre el que ultima su tesis doctoral- da un paso más en la dirección señalada. En este volumen el héroe incuestionable es una vez más Negrín, presentado como el estadista español que más se podía parangonar con De Gaulle o Churchill. Frente a la difundida tesis de que el socialista español era un títere del PCE y, por extensión, de Moscú, los autores enfatizan, con datos en la mano, que fue más bien al revés, hasta el punto de que los comunistas, de aquí y de allá, tuvieron que transigir con la política negrinista porque no les quedaba otra alternativa.
Las conclusiones de los autores serán todo lo discutibles que se quiera pero lo innegable es que vienen avaladas por un impresionante acopio documental. Entrar en la discusión de las múltiples facetas que se abordan -por ejemplo, el papel de Casado- es tarea obviamente imposible: baste tener en cuenta que las casi setecientas páginas de texto se complementan con un apéndice documental que ha tenido que incluirse en un CD para no hacer inmanejable el volumen. Estamos por ello ante una obra imprescindible sobre el papel del comunismo en la guerra civil y, más concretamente, sobre el modo en que se desplomó internamente la República.