Ensayo

Adiós a todo eso

Robert Graves

26 febrero, 2010 01:00

Robert Graves. Foto: Archivo

Trad. Sergio Pitol. RBA. 399 páginas, 18'50 euros


La autobiografía de la primera parte de la vida del poeta y novelista británico Robert Graves (1895-1985) pasa por un clásico en Inglaterra y hasta su título se ha convertido en una expresión idiomática (Farewell to that all) que recoge el diccionario Bartlett. Sin embargo dudo yo que, pese a su buen hacer, resulte hoy tan entretenida...

Publicada originalmente en 1929, cuando Graves decide dejar atrás Inglaterra y el mundo británico (de ahí el título) para instalarse en Deiá, en Mallorca, donde vivirá el resto de su longeva vida, el libro tuvo bastante éxito. Y eso que Graves aún lo corregiría y puliría en la edición definitiva de 1958, que es la que se traduce. El libro gasta más de la mitad de sus páginas en describirnos la participación del joven Graves en la Primera Guerra Mundial, como teniente de los Fusileros Reales de Gales. La sordidez de la guerra de trincheras, los muertos, la suciedad, el largo desgaste entre alemanes e ingleses llenan más de la mitad del volumen, que sin duda hoy tendrá más sabor para un historiador de la época que para un lector de memorias. Verdad que al final aparecen sus amistades poéticas en la guerra, como Siegfried Sassoon o el americano (seguidor de Whitman) Vachel Lindsay. Pero quizá el tramo final del texto, cuando en 1920 Graves conoce al ya famoso Lawrence de Arabia, que estimaba mucho a los poetas, nos haga entrar (pág. 344) en la parte más interesante o más literaria del libro. La relación con el autor de Los siete pilares de la sabiduría, la boda de Graves y su viaje a El Cairo, seducido por Lawrence, son las páginas hoy más sabrosas de esta autobiografía juvenil. Tampoco está falta de interés la primera parte en que Graves habla de su familia (era nieto del gran historiador alemán Otto von Ranke) y de su vida estudiantil en el colegio de Charterhouse lleno de "amistades románticas" masculinas.

El libro está bien escrito y describe muy bien el panorama de la clase media intelectual británica al filo de la Gran Guerra. Pero las largas páginas sobre las batallas terrestres en las trincheras hoy propeden al exceso y Graves se queda más en lo interior que en lo íntimo. Es su fallo. Un buen libro, muy distinto, obviamente, a La diosa blanca o a Yo, Claudio. Por más que Graves no dejara de tenerse, sobre todo y ante todo, como poeta.