Image: Flores en las grietas: Autobiografía y literatura

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Ensayo

Flores en las grietas: Autobiografía y literatura

Richard Ford

27 julio, 2012 02:00

Traducción de Marco A. Malgarini. Anagrama. Barcelona, 2012. 224 páginas, 19'90 euros

Teorizaba Roland Barthes en torno a la "mort de l'auteur" en ¿Qué es un autor? y también Michel Foucault abundaba en lo mismo al tratar el tema "¿Qué es la obra?". Siempre me ha resultado complicado asumir -tal vez comprender- los tecnicismos científicos del estructuralismo y sus posteriores derivaciones deconstruccionalistas -entiéndase Cuddon o Derrida- como alumno y seguidor de Harry Levin o Harold Bloom. Y si bien es cierto que el debate teórico no resulta tan interesante como lo fue en las universidades españolas durante los 80 y los 90, este volumen de Flores en las grietas: Autobiografía y literatura, donde se recogen algunas piezas de Richard Ford, puede entenderse como una suerte de manual al que hubiéramos podido acudir quienes, lejos de pregonar la muerte del autor, entendíamos que de igual forma que resulta imposible diferenciar al bailarín de la danza, tampoco podemos separar al autor de su obra.

La primera de las catorce piezas recogidas, "Qué escribimos, por qué escribimos, y a quién le importa", publicada originalmente en 1992, es uno de los ensayos más interesantes que conozco, y no sólo sobre "lo que la escritura ofrece". Se trata al mismo tiempo de un buen ejemplo de lo que encontraremos en el resto, ya anunciado en el subtítulo: "autobiografía y literatura". El contenido de todos es eminentemente personal y en ningún momento pretende Ford dogmatizar ni teorizar sobre los principios de la creación literaria. Se trata de plasmar sus impresiones personales o, llegado el caso, la de amigos y colegas, sobre lo que implica y significa escribir literatura.

También habla de la responsabilidad de los autores y de su propio proceso creativo: "Las cosas entran en mi mente más bien caóticas -fragmentos de lenguaje, conciencia de mi mismo- y allí se ocultan, girando, chocando y separándose al azar como electrones, y vuelven, si acaso, a la conciencia o a la página, a veces profundamente reconstruidas." (p. 22). Todo ello aderezado con la dosis apropiada de ironía y sarcasmo; así, por ejemplo, al referirse a sus propios personajes, reconoce que "Quizá debiera hacer que más hombres blancos fueran engañados por inteligentes lesbianas consejeras delegadas de grandes corporaciones, incluir más neurocirujanos homosexuales o más afroamericanos miembros del Tribunal Supremo." (pp. 24-25).

Pero no es este el único ensayo interesante. La artificial recopilación -fue el editor Jorge Herralde quien propuso reagrupar ensayos y relatos- permite, tal como se menciona en la contraportada, "descubrir sus fuentes de inspiración, las claves de su universo literario, el proceso de gestación de su obras, su concepción de la novela y del relato, y su pasión de lector." Entre el resto de los ensayos merece la pena destacar "Por qué nos gusta Chejov" y "¿De dónde viene la escritura?". El primero de ellos fue la "Introducción" al volumen de los Cuentos imprescindibles de Chejov y en él podemos apreciar la aproximación que un autor hace de otro autor. Algo parecido al contenido de "La lectura" y también de "El buen Raymond", donde además de declarar su admiración y amistad por Raymond Carver, menciona con elegancia sus influencias literarias al tiempo que apunta como "Las amistades literarias son un asunto complejo, tramposo, a menudo volátil y mal comprendido por sus protagonistas." (p. 124)

En "¿De dónde viene la literatura?" desmitifica la labor del escritor. De contenido también autobiográfico, es tal vez el que propicia una mayor reflexión pese a su brevedad. El tema fundamental tiene que ver con la apreciación del lector y la intención del autor y "la sensación de incomodidad que producen los intentos del lector de descubrir las conexiones que vinculan el relato con una supuesta "fuente"..."; el resultado final será la desmitificación del escritor. También se incluyen en el volumen algunos relatos de creación literaria. El más fordiano de todos ellos es "El hotel" -publicado en Harper´s, en 1998-, una verdadera joya a la altura de los mejores cuentos publicados en Rock Spring. La historia tiene que ver con sus años de juventud en el hotel propiedad de sus abuelos. Tan entrañable como lúcido.

Palabra de autor

Hace unas semanas, Richard Ford se desnudaba como lector en el New York Times Book Review:

-¿Cuál es el libro que hizo que deseara ser escritor?

-¡Absalom, Absalom!, la obra maestra de Faulkner.

-¿Conserva los libros que lee, los colecciona, los presta o regala?

-Los conservo: a menudo vuelvo a los que he leído antes, y me gusta que me acompañen. ¡He gastado miles de dólares trasladándolos conmigo!

-¿Qué clásico no ha conseguido terminar de leer?

-El Ulises de Joyce. Sin embargo, no recuerdo un libro actual que haya abandonado, aunque el talento ni abunda ni es democrático.