La asamblea de los muertos
Julia Escobar
6 septiembre, 2000 02:00Responde la idea a un miedo antiguo convertido en obsesión que ya asomó a las páginas de su primera historia: darle cuerpo a "ese extraño y lejano país", ofrecer la otra cara de esa afirmación que se sostiene en que "hay vida después de la vida" y en ella, obedeciendo la sugerencia de Séneca de que "todo tienen fin en esta vida incluso la muerte", materializar una trama inaudita. Por ella desfilan, ante la gravedad de quien preside con intención de enseñar a asumir el "olvido total", los testimonios de quienes exponen sus casos, sus quejas y sus reivindicaciones. Muertos rebeldes, los más, que se niegan a morir del todo, y muertos que, por el contrario, desean formar parte de ese extraño "cortejo" al que sólo accederán si obedecen al imperativo de "soledad", "silencio" y "secreto" que dicta la norma. Así, entre una realidad reconocible y un variopinto y nutrido repertorio de fantasías oníricas más y menos logradas, discurre este extravío de una imaginación que no deja indiferente.