Novela

La nave de los muchachos griegos

Luis Antonio de Villena

29 mayo, 2003 02:00

Alfaguara. 275 páginas, 17’50 euros

Es narración, es reflexión, es biografía, es la suma de diferentes formas narrativas guiadas por la idiosincrasia de Luis Antonio de Villena. Es miscelánea genérica y es encuentro entre personajes de diferentes épocas de la Historia. Es desconcertante, y exige lectores contumaces, dispuestos a no ceder ante el desconcierto que representa asistir a una composición narrativa que contiene la vida y la muerte de Cayo Petronio Arbiter intercalada con confidencias de Wilde, de Burroughs; con relatos que hablan de la pasión homosexual, en el mundo antiguo y el moderno. Desconcertante hasta descubrir qué otorga sentido a tanto testimonio, qué propósito tiene reunirlos alrededor del autor de El Satiricón, árbitro de la elegancia y extravagante vicioso.

Y ese sentido llega cuando se nos habla de la existencia de un relato titulado así, La nave de los muchachos griegos, un texto griego, oculto y lujurioso, que cuenta la existencia de una isla habitada sólo por hombres jóvenes. Un lugar sin leyes que actúen en nombre de una moral taxativa. Para reivindicar un espacio abierto a las expresiones de una pasión tildada de ilícita; y un talante: el de quienes comparten la nave y la vida; el de los buscadores sabios de la felicidad frívola. Así está concebido: como un delicado homenaje a sus amores y sus vicios. Por eso la elección del mundo clásico, su sociedad abierta y permisiva. Por eso Petronio, representando la homosexualidad que se exhibe sin tapujos, ejemplo del hombre "fiel, hasta el extremo, a su propio sentido de la vida". Esa época y esta figura son el centro de toda la composición, lo más logrado. El resto de las piezas da sentido a la línea argumental. De lo que no queda duda es de que se trata de su libro más personal, y de que lo envuelve su habitual compromiso con un lenguaje culto, exquisito hasta el extremo. Y de que tras la elección por contar el propio vivir de unos y otros, está la intención de narrar "la poesía mas acre y dulce de la vida".