Novela

Cabo de hornos

José M. Pérez Álvarez

23 marzo, 2006 01:00

Dvd, 2005. 191 páginas, 11’50 euros

Si sus novelas anteriores han ido configurando el tejido narrativo de un autor cuyo estilo, imaginativo y personalísimo, se muestra dúctil engullendo referencias de la literatura universal, Cabo de Hornos no defraudará pues es geografía real y mítica al tiempo. Es inquietante, subyugante por retomar la pesadilla kafkiana, por envolverla el asfixiante calor que respira el "extranjero" camusiano, por recordar el despertar a la presencia del dinosaurio de Monterroso, y a todo lo que ha ido concertando la idea de que el mundo, con la presencia de determinados fantasmas, se vuelve menos ancho y menos ajeno. Todo sumado da un relato de corte personal y a la vez universal, contado a golpe de ironía por la socarronería de un narrador que arguye discursos con un libre estilo indirecto libre y un propósito argumental bien diseñado, resuelto como un relato de intriga. Sólo se le puede reprochar que apabulla tanta presencia literaria.

Sansa es periodista de cultura asignado a la sección de sucesos. Lleva año y medio indagando sobre la obra de un poeta gallego y ese proceso le ha puesto frente a testimonios de personajes imposibles, a confundir vivos y muertos. Pero ése no es más que una parte del accidente que domina su vida. Un día al regresar a casa se encontró con un desconocido en la cocina. Esa presencia obsesiva acaba instalada en su espacio, obligándole a una soledad compartida. ésa es la pesadilla que remata el sentido de un libro verdadero y triste -en palabras de Borges- al mostrarnos una de esas "cotidianas ironías del destino".