Image: Mentiras capitales

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Novela

Mentiras capitales

Empar Fernández

3 diciembre, 2010 01:00

Empar Fernández. Foto: Pedro Cosano

Alianza. 304 pp., 18 euros


En esta novela se cuentan tres historias complementarias que aportan dramatismo, suspensión y misterio a una trama compleja. Una es la del joven Julián, cuyos estudios de medicina quedaron truncados por la Guerra Civil, por lo cual, decidido a ejercer la medicina, miente acerca de su título y consigue trabajo como médico en un carguero que hace la ruta de Barcelona a Veracruz. Otra está en la tragedia de la joven Eulalia, que, repudiada por su padre, viaja en el mismo mercante para reunirse con su marido, exiliado republicano, llevando en su vientre un hijo de otro hombre. Este viaje se realiza en abril de 1942. Y la tercera descubre la identidad de aquel niño, parido por Eulalia antes arrojarse al océano por desesperación, más de 50 años después. Entre los ingredientes que aseguran el interés de esta triple historia destacan las dificultades de la lucha por la vida en la inmediata posguerra, la revelación final de la identidad de aquel niño y tantas mentiras administradas como remedio para sobrevivir en la adversidad.

La novela está contada por tres narradores en dos partes y un epílogo. En la primera se sucede la narración alternante de Julián en los capítulos impares y de Eulalia en los pares, salvo en los tres últimos, a cargo de Julián, muerta Eulalia. Este discurso a dos voces tiene como presente narrativo los días del viaje, desde el 1 de abril hasta el 14 del mismo mes. Los cuatro capítulos de la segunda parte están contados por Julián ante su familia, tras una elipsis de más de 50 años que lo sitúa en Barcelona en octubre de 1993. Y los cuatro capítulos del epílogo están narrados por una sobrina-nieta de Julián, después de otra elipsis que la sitúa en julio de 1994, durante el viaje en barco que hacen ella y su padre con las cenizas del tío-abuelo para arrojarlas en las mismas aguas donde se suicidó Eulalia. Entre los aciertos de la novela resalta el perspectivismo en la narración alternante de Julián y Eulalia en la primera parte, con especial relevancia en el capítulo 19, donde ella lucha hasta la extenuación por contar su vida pasada y el origen de su hijo a la vez que sufre los dolores del parto, echando fuera de modo simultáneo las causas de su desconsuelo y la nueva vida del recién nacido.

La complementariedad de los dos narradores llega aquí a sus mejores páginas, pues ambos relatos están contados por Julián, que narra el parto al que asiste como médico y trasmite la narración que Eulalia le va contando a la enfermera, con lo cual se funden pasado y presente mediante la retrospección temporal que supone la recreación del pasado de Eulalia, con los comentarios de la enfermera incluidos, y la narración lineal del parto que se está desarrollando. Mas no abundan los momentos de igual mérito literario, pues la primera parte resulta demasiado mecánica en su narración alternante. Y la segunda parte y el epílogo se precipitan en lances y revelaciones muy noveleros.