Poesía

Antología poética

Jorge de Sena

5 julio, 2000 02:00

Varios traductores. Calambur. Madrid, 2000. 191 páginas, 2.000 pesetas

Poeta de la intensidad, de la fuerza, de la inteligencia, del apetito inconforme y transgresor (entre el afán de la vida y la religión del arte)

Aunque estas abreviaciones nunca carecen de riesgo, creo lícito decir que, después de Pessoa y acaso con Miguel Torga, Jorge de Sena ha sido el más alto poeta portugués de la práctica segunda mitad de este siglo que termina. Descontento de su país y huraño con la vida, Jorge de Sena (1919-1978) terminaría diciendo -imposible no pensar en Cernuda- "y los vivos están más distantes que los muertos". Marino primero y después estudiante de ingeniería, Sena fue siempre un inconformista, un hombre que no supo -ni acaso quiso- encontrarse a gusto. En 1959 se marchó de Portugal, adonde sólo ocasionalmente volvería. Estuvo cinco años en Brasil y finalmente -como profesor de literatura portuguesa- en los Estados Unidos, donde murió, en California. Sena (que además de poesía, escribió una larga novela inconclusa, Señales de fuego, y una abundante obra de erudición y crítica) dijo de su afán poético que quería "decirlo todo de todas las maneras". Por eso, aunque su lírica tiene un fondo unitario de autobiografismo; más en superficie, evolucionó desde un inicial semihermetismo (que algo debe al tardío surrealismo portugués) hasta una poesía diarística y directa, siempre cuajada de ingredientes culturales y de un afán visible por agrandar o ensanchar el territorio de su dicción y su sintaxis. Su primer libro, Perseguiçao, es de 1942 y el último que publicó en vida -en 1977- Sobre esta praia.

Antes de su muerte, Sena agrupó toda su poesía en tres tomos que marcan las diferentes etapas de su evolución estética y de su peregrinación personal. El primero de esos tomos abarca la obra portuguesa, hasta As evidências de 1955. El segundo la estación brasileña y los primeros años norteamericanos, terminando con Arte de música (1968) -uno de sus libros mejores y más singulares- y el tercero, en fin, la obra de sus ocasionales viajes de retorno a Europa (en 1977 leyó poemas en la Universidad de Salamanca) y su final californiano. No exenta de altibajos -como en todo poeta que aspira a "decirlo todo"- la obra lírica de Sena nunca está falta de momentos o versos brillantes y de poemas de absoluta primera magnitud. Conozco esta obra desde hace bastantes años, y siempre me sorprendió que apenas fuera conocida entre nosotros. ¿Otro efecto de la gran pantalla o "barrera Pessoa", como dice Saramago?

La Antología poética que ahora se publica -bilingöe- recoge los tres periodos de la obra de Sena, de la mano de tres traductores y seleccionadores, por este orden: José ángel Cilleruelo, José Luis Puerto y José Luis García Martín. Los tres han hecho un trabajo muy digno y sólo cabe lamentar, en el tomo, la falta de coordinación editorial, pues el prólogo general de César Antonio Molina -algo prolijo- se reitera, a menudo, en lo que vuelven a decir los traductores en cada una de sus notas preliminares, sobre todo en las dos primeras, más largas. Poca cosa, con todo, al lado del descubrimiento que para muchos supondrá la poesía de Jorge de Sena. Desde algunos poemas de trasfondo social, en su inicio, a los poemas más directos y sexuales del fin, llenos de magníficas reflexiones sobre la belleza y la vejez. Mis preferencias -sin desdeñar la primera parte- están en los poemas sobre arte y música de la segunda (poemas soberbios como "La nave de Alcobaça" o "Sinfonía fantástica, de Berlioz") y en los textos reflexivos con clara voluntad heterodoxa de la tercera, con poemas como "Acerca de los ángeles en la poesía", "Arte de amar" o "En menosprecio de la vejez". Poeta de la intensidad, de la fuerza, de la inteligencia, del apetito inconforme y transgresor (entre el afán de la vida y la religión del arte) al plural Jorge de Sena -plural en su mismidad- podría definirle un verso del último poema citado de Arte de música: "De la rabia de que no sea el mundo una obra de arte". Un gran poeta.