Poesía

Últimos poemas

Nâzim Hikmet

19 julio, 2000 02:00

Edición de F. García Burillo. Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. Madrid, 2000. 222 páginas, 2.300 pesetas

Hikmet es una prueba de la riqueza y variedad de la poesía social, y de que el siglo XX ha escrito en ella algunos de sus mejores textos

Compromiso es la palabra que mejor define la vida y la obra de Nâzim Hikmet, un poeta turco transvasado a las más diferentes latitudes, en las que, por su disconformidad con la política imperante, tuvo, como tantos otros, que vivir. En 1922 llega a Moscú, donde traba amistad con Majakowski y comienza a escribir en verso libre: es el primer poeta de su lengua que lo hace, y ello determina y define toda su posterior evolución. En 1923 ingresa en el Partido Comunista Turco y, dos años después, regresa clandestinamente a su país, donde entre tanto había sido condenado a quince años de cárcel. Detenido en la frontera, pasa siete meses en prisión. En 1932 vuelve a ser condenado, tres años después se beneficia de la amnistía y en 1936 participa en la organización del comité de apoyo a España. Desde el 38 hasta el 51 está de nuevo encarcelado. Interceden por él Neruda, Brecht y Aragon, que consiguen su liberación. Inicia entonces una serie de viajes por el mundo hasta su muerte en Moscú, en 1963.

Formado en la tradición turca moderna iniciada por Tevfik Fikret y conocedor de las formas métricas del diwan, Hikmet comenzó a escribir y publicar muy pronto. Un poema de Maiakowski, leído en un periódico de Batum, le hizo visualizar el carácter de carmen figuratum que imponía la lírica futurista. Lo que le llevó a disponer su escritura a manera de estrofas dibujadoras, en las que el verso se mueve dentro de la mirada y el papel lo conduce como si fuera un tobogán. De esa época es su poema "Mecanización", en el que reproduce e imita sonidos de las máquinas y afirma: "También yo quiero mecanizarme". La poesía de Hikmet fue siempre fiel a estos orígenes, a su identificación con la lucha de clases y a un humanismo de raíz y proyección social. Poemas de agitación y de nostalgia a un tiempo, los suyos se caracterizan por lo que él llama "el milagro de lo repetido, lo irrepetible de la repetición". Hikmet ama en todos los idiomas pero rima sólo en lo más propio de él: en la expresión política no como apotegma ni aforismo sino como secuencia, que es lo que musicalmente es. De ahí su sentido de la metamorfosis en la que el yo se abre a la alteridad, que es donde se produce la epifanía de lo único.

Autor de novelas, dramas y reportajes, su obra lírica se amplía, por influjo del teatro soviético, hacia la épica y utiliza un lenguaje cuya eficiencia ideológica depende de su inmediata y directa comprensión. Poeta del amor y dueño de toda la paleta de la sátira, ha hecho un productivo uso del monólogo y ha experimentado las posibilidades poéticas de la carta. últimos poemas -que García Burillo traduce con un alto sentido del ritmo y un sabio sentido del verso y su disposición- recoge registros muy diversos: desde la elegía hasta la exhortación casi impresiva o la meditación en clave amorosa. Los poemas de 1959 tematizan la sensación de angustia: en ellos reaparecen imágenes de cuño expresionista. Ensaya la cuarteta como modo de llegar al núcleo más misterioso de la palabra y como medio de reflejar el paso de ese tiempo que no puede medir ningún reloj.

El último Hikmet coincide bastante con Alberti: como él, siente que todo ha venido a su encuentro y de ello deriva una especie de simpatía universal que implica un horizonte de esperanza. Los poemas de 1960 tienen todos un tono positivo y una confianza y fe en la humanidad. Los de 1961 introducen un cambio de código: el verso se alarga y el poema también. Ambos siguen el libre fluir de la conciencia, la técnica cinematográfica del documental o el lirismo autobiográfico. Hikmet es una prueba de la riqueza y variedad de la poesía social, y de que el siglo XX ha escrito en ella algunos de sus mejores textos.