Poesía

El árbol de la memoria

JORGE TEILLIER

10 octubre, 2001 02:00

Ed. Niall Binns. Huerga y Fierro. Madrid, 2001. 175 páginas, 1.900 pesetas

Creo que el chileno Jorge Teillier (1935-1996) es un poeta apenas conocido en España, aunque son muchos los escritores chilenos que lo citan a menudo -Jorge Edwards, por ejemplo- demostrando, como dice su correcto antólogo y prologuista Niall Binns, la notoriedad de este poeta en Chile. Más famoso allí, aclara, que Gonzalo Rojas...

Como sea, Teillier fue un muy notable poeta, al que cierta leyenda de "maldito" (poeta bohemio, alcohólico y ocasionalmente en tratamiento psiquiátrico) contribuyó a encumbrar... El árbol de la memoria es el título de uno de sus libros más clásicos, de 1961, que el editor utiliza acertadamente para su antología. Y digo que es atinado porque buena parte de la poesía de Teillier -y para algunos lo mejor de su obra- no es más que la obsesiva rememoración de su infancia y adolescencia en un pueblo del sur de Chile, Lautaro, prácticamente desaparecido luego, y en el que el poeta emblematiza y cifra su idea de paraíso, como todos, perdido: como la vida, el mundo o casi todos nuestros ideales.

Desde su primer libro, Para ángeles y gorriones de 1956 (un hermoso título) hasta Muertes y maravillas de 1971 -también otro título acertado-, la poesía de Teillier, en lento declive, se moverá en esa incesante obsesión por un mundo remoto en el que cifraba él toda la felicidad. Dentro de esta época (en una poesía que puede recordar, a ratos, a Dylan Thomas y también a Claudio Rodríguez, o a Esenin pero en los tres con otra voz) el libro que prefiero es Poemas del país de Nunca Jamás de 1963, donde hay un poema tan estupendo como "Los dominios perdidos". Presencias amadas, sentires, recuerdos, Teillier logra una poesía donde la claridad se mezcla con el misterio en un tono alzado y hondamente lírico, pese a la reiteración de su orbe: "De nuevo vida y muerte se confunden".

Tras el golpe de Pinochet -1973- y el exilio obligado de parte de su familia (el padre, sobre el que hay un sentido poema, era militante comunista) Teillier queda solo en un país que se parecía a su vida perdida, y logra en ese momento su mejor libro, Para un pueblo fantasma, de 1978, donde acierta a expresar con oscura luminosidad ese mundo de muertos y temores en que Chile se había convertido y que para Teillier (menos trágicamente) era ya su vida pasada. En tal sentido, poemas como "El viento de los locos" o "En el mes de los zorros" son sencillamente admirables... Sin embargo a partir de ese libro y hasta el último, Hotel Nube de 1996, su poesía (que ha ampliado registros y se abre con voces de otros poetas, recuerdos...), pese a clarísimos destellos que no deja de haber se va resintiendo de falta de construcción, de descontrol interior, y el alto lirismo cede a meros apuntes, donde incluso el verso pierde su anterior y libre sonoridad, volviéndose más elemental y menos ricamente confuso. Pero a un escritor hay que juzgarlo siempre por lo mejor de su obra, y Jorge Teillier logró en tal momento un hondo lirismo de primer rango: "Pequeño Sócrates, bebe tu pequeña cerveza".