Image: Poemas del fuego y otras casidas

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Poesía

Poemas del fuego y otras casidas

Ibn Sara As-Santarini

7 noviembre, 2001 01:00

Ed. T. Garulo. Hiperión, 2001. 324 págs., 2.500 ptas. Nizar Kabbani: El libro del amor. Ed. M. L. Prieto. Hiperión, 2001. 106 págs., 1.300 ptas. Mahmud Darwish: Menos rosas. Ed. M. L. Prieto. Hiperión, 2001. 118 pá

Estos tres poetas, Ibn Sara, Kabbani y Darwish (en la imagen), se mueven, en muy distintos tiempos, en una sola y misma tradición: la árabe, que retoman, rehacen y amplían, desde postulados tan fijos como diferentes

En sus escritos de juventud Humboldt acuñó un término que hizo las delicias de Ortega y que el pensador madrileño tradujo como "variedad de situaciones". Pues bien: eso -variedad de situaciones- es lo que ofrecen estos tres poetas que se mueven, en muy distintos tiempos, en una sola y misma tradición: la árabe, que retoman, rehacen y amplían, desde postulados tan fijos como diferentes. Ibn Sara -que escribe en la época de los almorávides- atraviesa la rueda de los estilos y los géneros: sátira, elegía y poesía moral configuran el territorio de su humor paradójico que se expresa en la condensación del epigrama y que incluye tanto el amor como la crítica de costumbres. Maestro de la variación y la invectiva, utilizó el kamil, el basit y el tawil como sus más frecuentes metros; hizo del fuego una temática insistencia y, de la plasticidad de las imágenes, un uso que es casi una obsesión. Teresa Garulo reconstruye su perfil, su imagen y su época en un documentado prólogo que sirve de mapa del autor.

El Diwan de Ibn Sara de Santarén contiene ataques y panegíricos, entre los que destacan su sátira del manto de Ahmad ben Ali -"que es como un espejismo/y, si sopla la brisa más ligera,/pasa como una nube"-, sus múltiples definiciones de la berenjena o la naranja ("crepúsculo dorado, ascua sin llama, mejillas que enseñan las hermosas") y su léxico preciosista ("sobre el brocado de magníficas alfombras/cubierto el talle de hojas de topacio/y perlas de rocío en la garganta) que combina con otro más soez, como el dedicado al mal aliento, que -con su "el pedo es un heraldo de la mierda"- preludía tanto el conceptismo de Quevedo, como las escatologías del Deán Martí. Heredero de Horacio en versos como "Tiene, en fin, una boca como vulva, alcanza su máximo lirismo en su pintura de las rosas del jardín, de la alberca, o de la luna en el estanque, a la que llama muela de jade verde/ con inscripciones de oro rojo". El poeta cívico aparece en sus poemas dedicados a los impuestos, y el poe-ta moral en la caricatura de los tipos y caracteres de la época, como en la de ese secretario que "cuando abre la boca,/las serpientes huyen de su aliento/a refugiarse en las letrinas". La misoginia está presente en el repudio de "Una negruzca loba en su guarida/y una mortal serpiente en sus abrazos". Y no faltan ni los poemas de distinto objeto amoroso ni los ataques más brutales contra un bujarrón. La obra de Ibn Sara reune toda esa diversidad de claves y registros.

La de Kabbani, en cambio, es más unitariamente orgánica y, por eso, aunque no sólo por eso, más sustantivamente estructural. Poesía sustantiva la denominé hace años. Poesía árabe moderna y cosmopolita -habría que añadir. María Luisa Prieto la explica y la traduce respetando sus moldes y sus rasgos: "concentración y densidad". Entre Abu Nuwas y al-Yahiz, como su propio autor se encuadra, este libro de Kabbani (1923-1998) tiene un sólo tema -el de su título- sin casi ninguna variación: es, pues, un poemario sucesivo y único, en el que la exaltación del cuerpo no excluye la denuncia de una determinada práctica social ("a cualquier mujer en mi país/ cuando ama a un hombre/le arrojan cincuenta piedras") y en el que la carne es un modo de diálogo y de conocimiento. Así ese "te leyeron escrita en mis palabras porque El perfume del amor/no se puede ocultar". Próximo a Neruda algunas veces, Kabbani utiliza menos la perífrasis y opta por una expresión concentrada, sintética, que supone, en los tópicos de la lengua amorosa árabe, un intento de modernización.

Modernización, pero de signo diferente, es la que lleva a cabo Mahmud Darwish (1942) en un libro que, como Menos Rosas, se plantea tanto la forma del poema como los mitologemas de su realidad: la de un país cuyo sello no he visto en ningún pasaporte y cuya búsqueda incluye a todo el texto. Camina hacia un país que no es de nuestra carne, mientras, como Cavafis, espera la llegada de los bárbaros. Lo que no le impide salir al paso de los poetas fáciles y espetarles: "Cuando los mártires se van a dormir, me despierto para protegerlos de los aficionados a las ele-gías". "He visto la última despedida" recuerda otro similar de Valle como "Aeropuerto de Atenas" remite a Valente, y "Si pudiera volver a empezar", a Lorca. La poesía de Darwish -que busca un presente pasado o un presente futuro- tematiza el color de la lejanía. Por eso, y no por otra cosa, es poesía patriótica, más que poesía política o que poesía social: porque tiende hacia un punto que no está en ninguna parte, y que acaba siendo un país mental, como Damasco, en el que hay un espacio para cada tiempo. El espacio de Darwish es el del no-lugar.